Hollande reclama producción antes que especulación

PARÍS.- El socialista François Hollande asumió ayer la Presidencia de Francia en una ceremonia sobria y simbólica, con la cual buscó diferenciarse del estilo opulento de su predecesor, el conservador Nicolas Sarkozy, a quien venció en el balotaje del domingo 6.

«Una nueva vía se abre en Europa. Fijaré mis prioridades pero no decidiré solo ni en lugar de todos. El poder del Estado será ejercido con dignidad y simplicidad, con una gran ambición para nuestro país y una escrupulosa sobriedad en el comportamiento», afirmó, en su primer discurso, el séptimo mandatario de la V República francesa y el segundo socialista después de François Mitterrand (gobernó entre 1981 y 1995).

Al referirse a sus propuestas contra los planes de ajuste generalizados, sostuvo: «muchos pueblos nos esperan y nos miran; para salir de la crisis que la azota, Europa necesita proyectos, solidaridad, crecimiento y la combinación de la necesaria reducción de la deuda pública con el indispensable estímulo de la economía».

Su mensaje abarcó un llamado a la unidad y la promesa de alcanzar la recuperación de una Francia agobiada por la crisis y con su crecimiento paralizado en lo que va del año, según datos oficiales.

«Nuestras diferencias no pueden convertirse en barreras. Es tiempo de poner la producción por delante de la especulación. Somos un gran país que supo siempre superar los desafíos; debemos enfrentar una deuda masiva, un crecimiento débil, un desempleo elevado, una competitividad degradada», aseveró. Después hizo hincapié en la imparcialidad del Estado y prometió luchar «contra el racismo, contra el antisemitismo, contra las discriminaciones». A las 10 horas en punto, Hollande ingresó al Palacio del Elíseo, que estuvo rodeado de simpatizantes suyos y de Sarkozy, quienes con sus irónicos cánticos y pancartas le pusieron color y calor a la soleada mañana parisina. Los dos se reunieron a solas durante media hora, lapso en el que se traspasaron los códigos secretos de las armas nucleares y hablaron del país.

Hollande, de 57 años, se mostró junto a su pareja, la periodista política del semanario Paris Match, Valérie Triweiller, y Sarkozy con su mujer, la ex modelo y cantante Carla Bruni. «A partir de este día, usted encarna Francia, usted simboliza la República y usted representa al conjunto de los franceses», le dijo el titular del Consejo Constitucional, Jean-Louis Debré, al investirlo en el cargo.

El flamante jefe de Estado apartó a sus cuatro hijos de los primeros planos. Luego de la ceremonia, que incluyó una salva de 21 cañonazos, se dirigió bajo una copiosa lluvia por la avenida de Champs Elysées a bordo de un descapotable Citroën DS5 híbrido (elegido como símbolo de la apuesta por un uso de la energía más afín a la ecología). Totalmente empapado, llegó al Arco del Triunfo para homenajear a los soldados caídos.

Y tal como se preveía, designó al veterano político, Jean-Marc Ayrault, como primer ministro. Antes, fue el conductor de la bancada socialista en el Parlamento y es considerado un moderado y experto en las relaciones con Alemania.

Sarkozy fue despedido con gritos de «Merci, Nicolas» (Gracias, Nicolas), por sus simpatizantes. Según el periódico Le Parisien, se irá dos semanas de vacaciones al extranjero y luego volverá al ejercicio de la abogacía. (Télam-DPA-AFP)