Circuito Camps: relatan la represión a Secundarios y la sistemática violación a mujeres secuestradas

Dos temas fueron de relevancia: la persecución y desaparición sistemática de estudiantes secundarios de la Ciudad de La Plata, y por otro lado, el abuso y la violación de mujeres, sin importar la edad de las mismas, en los centros de tortura que funcionaron en este microcircuito.

El martes hubo tres nuevos testimonios que continuaron revelando las atrocidades que sufrieron aquellas personas que durante la década del 70´ intentaron romper el individualismo y organizarse para construir un mundo mejor. En todos los testimonios hubo un común denominador para describir el centro clandestino conocido como Pozo de Arana: Los gritos, el olor a carne quemada: un infierno.

A las 10:30 de la mañana comenzó el segundo día de audiencias de la semana (se realizan los lunes y martes), con la declaración de Miguel Iademarco.

A sus 20 años lo secuestran, y lo llevan al CCD de Arana, allí lo interrogan, «me piden datos, nombres de compañeros, nombres de guerra… yo no respondí así que me siguen torturando, y me pegan con un palo en la panza». Hasta que luego de dos sesiones de tortura los llevan a todos «apilados» a la Comisaría Quinta; «allí no nos dejaban ir al baño así que hacíamos nuestras necesidades en la propia celda», contaba Miguel. Allí hacen una división, donde a la gente con «más militancia que la nuestra» se la llevan.

En Arana, recuerda en el primer testimonio del martes, se escuchaba el grito de las mujeres que estaban por parir; lo sabe porque uno de los «papás» estaba secuestrado con él, se trata de Laborde (esposo de Adriana Calvo), que pedía un médico a los gritos, «era una desesperación», sintetizó. También recordó a un hombre que decía que su nombre de guerra era «Manuel», a quien en un momento lo retiraron, lo torturan salvajemente, lo vuelven a meter ensangrentado y finalmente allí murió frente al resto de los secuestrados. “Siempre recuerdo escuchar tiros, y sentir el olor a carne quemada de la tortura en Arana”.

Iademarco recordó que estuvo alrededor de 80 días detenido en 3 centros de detención; luego los fueron soltando de a dos, y los dejan en la parte interna del Parque San Martín».

“Los hombres que juzgamos hoy son ladrones, violadores y cobardes”

Pablo es secuestrado el 21 de Septiembre de 1976 a las 4 de la madrugada, cuando tres vehículos pararon en la puerta de su casa de 10 entre 40 y 31. Era una patota de 10 con caras tapadas, excepto uno a quien Diaz, años después, pudo saber que se trataba del Comisario inspector Héctor Luis Vides.

«De julio a Agosto habían desaparecido muchos estudiantes secundarios», Diaz militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios, y en la Juventud Guevarista. «En la Coordinadora de secundarios escuché el primer caso de desaparición, el de Fernanda Gutiérrez, estudiante del Liceo». También recordó cuando el 4 de Agosto cuatro chicos fueron secuestrados del Colegio Nacional.

Diaz recordó la cadena de mando que intervenía las Fuerzas Armadas en la UNLP. «Cuando Saint James era gobernador, el Ministro de Educación era el militar Olivio Solari, y el rector de la Universidad era el navío Saccone. El padre de Pablo Díaz era Director del Depto. de Historia de Humanidades, «era un sanmartidiano, y un peronista ortodoxo», recordó Diaz.

El día del secuestro lo llevan al pozo de Arana, y lo comienzan a interrogar maniatado en una cama, donde lo torturan con picana eléctrica. Allí estuvo alrededor de 8 días y de ahí recuerda: «la corriente eléctrica, el olor a carne quemada, cuando me pasaban la picana por los pectorales, los genitales, la boca», y un día le arrancaron una uña con una tenaza; también recordó que durante esos días él estaba tabicado, pero por debajo de un pollover veía «borseguies y sotanas». También le hicieron un simulacro de fusilamiento.

En su testimonio, Diaz recordó con gran avidez las personas con las que estuvo detenida, pero se focalizó en la relación que entabló con Claudia Maria Falcone. Hablaban mucho, separados por una fina pared de dos calabozos de Arana, y allí la chica de 16 años le dijo «ya no puedo ser mujer». La habían violado y torturado. Después la asesinaron. También recordó a otra estudiante del secundario que habían violado: Maria Claudia Zuchini, de 17 años. «A Victor Trebiño lo bañaron, lo perfumaron, lo sacaron una mañana y finalmente nunca volvió a su casa, esta desaparecido». También recordó se encontró con Nora Úngaro, Patricia Miranda y con Emilce Moller. Todos secuestrados por “La noche de los lápices”.

Adjudicó al Doctor Bergés la tarea de asistir a las embarazadas secuestradas, y así Diaz describió que este profesional lo obligó a asistir a una de ellas: «ayudé a Gabriela Carriquiriborde con el trabajo de parto». También presenció el de de Stella Montesino de Ogando. «Les daban unos trapos para que limpiáramos las pérdidas… tenia mucho miedo a que se murieran, porque estaban flaquitas», relató.

Fue trasladado al Pozo de Quilmes donde estuvo desde el 28 de Diciembre del 76 hasta fines del Enero siguiente. En ese centro clandestino comenzó a tener una leve recuperación. Luego pasó un día en la Comisaria 3 de Valentín Alsina, donde no lo quisieron aceptar por «las condiciones en que me encontraba», y desde allí fue a parar a la Unidad 9 de La Plata, donde pasó sus próximos 4 años y ocho meses detenido. En ese lugar empezó a tener visitas, y se entrevistó con dos de los militares del lugar, Sanchez Toranzo y Compoamor. Hasta que finalmente fue dejado en libertad en el comienzo de la década del 80′, a través de un «salvoconducto» que organizó su padre con el Arzobispo de La Plata, el Monseñor Plaza, quien le manifestó que: «creemos que su hijo es recuperable».

Pablo Díaz recordó memorablemente durante la audiencia a decenas de personas que mantuvieron cautiverio con él, pero también demostró la intensa investigación personal realizada para desentrañar a los culpables del genocidio perpetuado durante esos años. Así fue que en un momento de su testimonio, agarró sus hojas y comenzó a leer: «los represores indirectos (de mi secuestro) fueron Sanchez Toranzo, Penna, «la chancha» Arana, jefe del Pozo de Banfield. Los represores directos en Arana: Vides (quien le robó un piano de su casa y fue quien lideró el allanamiento),Astolfi (cura), Campoamor, Baldaserre, Ramón Camps, Etchecolatz, Raul Gatica, Grillo ( a quién identificó como uno de los que entró a su casa a secuestrarlo, y denunció que le robó sus pertenencias y las de su familia), Pedro Muñoz, Nogara (que también formó parte de la patota que ingresó en su casa), Tarela ( a quien le decían «el loco» y también participó del allanamiento), Trotta, Vargas y Rospide». Recordó que el Dr Favore le reconoció que lo torturaron en Arana:»cuando me operó en la Unidad 9 por mis hernias, sabía de la existencia del ccd. Arana, y de que las heridas eran por la tortura».

Pablo Díaz también reflexionó sobre la raíz de la «represión y el escarmiento sufrido por los estudiantes secundarios de La Plata». Desde la cúpula de la Policía Bonaerense, es decir Ramón Camps, y Miguel Etchecolatz, proponían el secuestro sistemático, ya que entendían a estos jóvenes como de «peligro extremo, por su potencialidad subversivo», según una nota que llegó a sus manos años después. La cuestión, contó el sobreviviente de la Noche de los Lápices, es que a pedido de los genocidas, los Colegios Universitarios confeccionaban listas de estudiantes activistas, y luego las elevaban hacia el Ministerio de Educación, y de ahí al Batallón 601. «Lo sé porque mi padre conocía a Elena Macarú, la directora de Bellas Artes durante el gobierno militar; más tarde yo tengo una conversación con ella y me reconoció, llorando, que había confeccionado listas que eran pedidas por Saccone y Gallo». El Capitán de Navío Eduardo Saccone fue el interventor de la UNLP en la primera etapa de la dictadura, y después del 14 de Septiembre dejó el lugar a Guillermo Gallo. Agregó además que «no es casual que el único militar en el gabinete del gobernador Saint James, fue su Ministro de Educación: para los militares la educación no era una cosa ajena».

Pablo Díaz intentó concluir su testimonio con una reflexión. «Yo le pregunté un día a Sanchez Toranzo, si ustedes nos escuchaban que todavía decíamos mamá y papá, si veían que teníamos 16, 17 años, ¿por qué sucedió esto?», y agregó: «hay 238 adolescentes desaparecidos entre 14 y 18 años, los hombres que juzgamos hoy son ladrones, porque robaron pertenencias, niños, torturaban, no se detenían ni con el olor a carne quemada; son violadores, son cobardes porque ocultaban los cuerpos, los tiraban al mar o los metían en fosas comunes», y comenzó a gritar: «YO LE PREGUNTO A LOS ABOGADOS DEFENSORES PORQUÉ ESTOS TIPOS VIOLABAN A MARIA CLAUDIA FALCONE A SUS 16 AÑOS SI SABÍAN QUE LA IBAN A MATAR». Ante el tenso momento, el Dr. Nievas, abogado defensor de Miguel Osvaldo Etchecolatz dijo que «con este rol que la defensoría pública nos toca, no podemos aceptar…», y ahí mismo Pablo Díaz le pidió disculpas por el exabrupto de nombrar a los hombres de traje que se encontraban a su izquierda, defendiendo con la ley a sus torturadores.

La mayoría de las mujeres que entraban a Arana eran abusadas

Alicia Trinidad Minni había sido militante social de la Juventud Peronista hasta recién arrancado 1976 donde tuvo que parar por una grave trombósis pulmonar. Pero el 20 de Diciembre de ese año, mientras se encontraba en su casa planchando y pasando el tiempo junto a sus dos hijos de 11 y 12 años, una patota allanó su casa y se la llevaron golpeándola; «Ahi mismo empieza a pasar algo que la mayoría de los sobrevivientes hemos pasado…el manoseo asqueroso de estos tipos».

Fue llevada al Pozo de Arana, interrogada y torturada con picana eléctrica en genitales y pezones. Describió el lugar donde se encontraba detenida con la misma palabra que el resto de los testimonios anteriores, “se escuchaban gritos todo el tiempo como si fuera un infierno”. Luego fue trasladada a la Comisaría Quinta, y allí vio a Mónica Santucho de 14 años, quien había sido torturada, violada y posteriormente asesinada.

Ante las preguntas de los abogados, una de ellas fue: «¿Todas esas mujeres fueron abusadas?». Y la respuesta resonó en el teatro: «Si, creo que si, la mayoría fueron abusadas…porque por la picana la mayoría de nosotras no tenia menstruación…algunas pensaban que estaban embarazadas…nos arruinaron como mujeres…porque muchas tuvimos menopausias precoces», relató la sobreviviente en la última audiencia del martes.
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