La flota de las Malvinas sortea con transbordos el veto del Mercosur


Armadores gallegos buscan soluciones, a la espera de una salida diplomática.
Están a punto de cumplirse 30 años de la guerra de las Malvinas, pero las heridas de aquellos dos meses y doce días de contienda siguen sin cicatrizar. La cercanía del aniversario ha enrarecido la situación en la zona hasta el punto de que, desde principios de año, en los puertos de los países del Mercosur y asociados no son bienvenidos los pesqueros con bandera malvinense.
El bloqueo salpica de lleno a 18 buques de capital gallego, que se han visto obligados a variar su logística por imperativo político. «Esto es eso, una decisión política en la que los empresarios no podemos, debemos ni queremos entrar», señala Javier Touza, uno de los armadores vigueses que opera en las Malvinas bajo bandera de las islas.
Hasta que el bloqueo se hizo efectivo hace un par de meses, los barcos de capital gallego con enseña de las Malvinas descargaban en Montevideo, puerto en el que también se aprovisionaban de combustible y víveres, efectuaban cambios de tripulación y solucionaban cualquier posible avería.
El cierre no solo de la terminal uruguaya sino del resto de las del Atlántico sur ha obligando a los empresarios a buscar alternativas. La apertura, el pasado día 24 de febrero, de la temporada del calamar ha complicado, si cabe, un poco más las cosas.
Según explica Javier Touza, dichas alternativas para hacer llegar las capturas a tierra pasan desde el primero de enero por recurrir, bien al transbordo de la carga en los mercantes de la compañía griega Lavinia que, desde hace años, mantiene una línea regular entre las Malvinas y Vigo, bien a través de una nueva línea de portacontenedores que el Gobierno malvinense está potenciando entre las islas y el Estado brasileño de Río Grande do Sul.
En el primer caso, el problema radica en que el único posible destino es Vigo, desde donde luego hay que reexpedir al resto de los mercados habituales a los que que llegan las capturas de estos barcos: Rusia, China, Ucrania, Vietnam e incluso la propia América del Sur, en función de los gustos culinarios de cada país.
En cuanto al segundo, el del portacontenedor Malvinas-Brasil, Touza explica que dispone de una capacidad tan limitada que apenas puede transportar unos 80 contenedores o, lo que es lo mismo, el equivalente a la marea de un buque, cuya media ronda las 1.500 toneladas.
Trabajo diplomático
Las diplomacias británica y uruguaya trabajan para recuperar la opción de Montevideo. En esa línea se ha planteado una alternativa a la que, de momento, no ha recurrido ningún barco de capital gallego. Se trata de cambiar la bandera malvinense por la inglesa, a la que el Mercosur sí estaría dispuesto a franquear la entrada en sus dominios. Hasta que la seguridad jurídica, que va mejorando por momentos, según explica Touza, no sea total, prefieren no arriesgarse porque «todavía existe cierta confusión y algunas incertidumbres», afirma. El objetivo es evitar cualquier posible contingencia, tanto para las tripulaciones como para la carga.
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