Las negociaciones secretas de Cirigliano con Zaffaroni por el negocio del juego

El titular de TBA, Claudio Cirigliano, habría convencido al polémico empresario del juego Carlos «Cacho» Ferrari de que conseguiría revertir su condena a 4 años de prisión efectiva por coimas, mediante una negociación secreta con el juez de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni. Así consiguió comprarle, junto al titular del Grupo Macro, Jorge Brito, más de la mitad de sus empresas.
Carlos «Cacho» Ferrari es un polémico empresario del juego que ostenta una extraño marca personal: ser uno de los pocos condenados en la Argentina a prisión efectiva por una caso de pago de coimas, un castigo que de todos modos todavía no cumplió. Por estos días permanece prófugo de la Justicia en una estancia de Balcarce, que le fue prestada nada menos que por el titular de TBA, Claudio Cirigliano.

Quienes conocen a Ferrari, lo describen como un buscavidas encantador, un hombre que se ganaba la vida jugando al billar por dinero y que fue creciendo como empresario con mala reputación, un comerciantes sin escrúpulos. Pero su ascenso se encontró con otro poderoso de Río Negro -donde él operaba la concesión del casino provincial-: Julio Rajneri, propietario del Diario Río Negro.

Rajneri comienza a investigarlo y descubre que habría pagado más de un millón de pesos en sobornos al presidente de Lotería de Río Negro, Miguel Irigoyen, para que mantener una concesión. La Justicia en primera instancias, para peor, lo setencia a cuatro años de prisión, una condena de cumplimiento efectivo.

Luego ese traspié, un grupo de abogados le habría asegurado que ellos podían «arreglar» a la Cámara para conseguir el sobreseimiento, intermediación que le habría costado una enorme cantidad de dinero. Su entorno le habría advertido que podría tratarse de una estafa. «No es tan fácil lo que te proponen, y menos con el poder de lobby que tiene Rajneri», le repetían.

Y tenían razón: la cámara confirma el fallo, dejándolo a un paso de la cárcel. Sólo quedaba una instancia para revertir la situación. Allí habría aparecido Claudio Cirigliano, dueño de TBA, para ofrecerle una solución: generar algún tipo de artilugio -una suerte de per saltum- para evitar el Tribunal Supremo de Río Negro y llegar a la Corte Suprema de Justicia, donde el poder de Rajneri no llegaría.

Fuentes de LPO aseguran que le habría pedido dinero para negociar el tema directamente con los jueces de la Corte Suprema, y específicamente su interlocutor habría sido Eugenio Zaffaroni. Pero en el momento en que debía avanzar este movimiento estalló el escándalo de los prostíbulos en los departamentos del magistrado, lo que habría congelado todo.

Ferrari, quien ya había tenido problemas con los abogados en Río Negro, habría comenzado a exigir que le devuelvan el dinero. Acorralado, llegó a un acuerdo con Cirigliano, al que se sumó el titular del Grupo Macro, Jorge Brito: le habrían compraron el 51% de sus empresas, entre las que se encuentran los casinos de Entre Ríos y Formosa.

Los empresarios le habrían asegurado a Ferrari que la negociación con la Corte seguía en pie, pero que se demoraría un poco más de tiempo. Mientras tanto, él debía continuar prófugo, alojado en una estancia que le prestaron Cirigliano y Brito en Balcarce..
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