La Argentina del desarrollo del siglo XIX y principios del siglo XX estuvo íntimamente ligada a la evolución del ferrocarril en nuestro territorio. Crónica del desguace del sistema ferroviario en Argentina y por qué el gobierno nacional no tiene ninguna clase de plan o proyecto para sacar al ferrocarril de la encrucijada en la que se encuentra.
La historia de los ferrocarriles en nuestro país es un relato muy rico para contar, que muestra el desarrollo de la Argentina en pleno auge industrial en el siglo XIX, y que sirvió para unir a pueblos que hasta entonces se hallaban totalmente desligados de los acontecimientos nacionales e internacionales, dando origen a la entrada de capitales internacionales.
Los ferrocarriles en la República Argentina nacen en 1854 cuando se acuerda la concesión para construir una línea ferroviaria desde la ciudad de Buenos Aires al Oeste. Este tren se inaugura en 1857 con 11km. de vía entre las estaciones del Parque y Floresta. A partir de ese momento, el ferrocarril pasó a estar estrechamente relacionado con el desarrollo de la Argentina y su inserción en el contexto internacional de entonces. Para 1870 ya había 722 Km de vías.
Lamentablemente, hoy en día vemos como los ferrocarriles fueron virtualmente desguasados por los sucesivos gobiernos que no han sabido mantener un servicio acorde a las necesidades de la gente, que termina viajando como “sardinas enlatadas”, dejando de ser un servicio público, como lo fuera cuando fueran fundados, para pasar a ser un bien privado que busca un lucro, sin ninguna clase de iniciativa oficial para cambiar este triste panorama.
La debacle del ferrocarril
En un momento determinado de la historia, la Argentina tuvo un sistema ferroviario que unía todos los puntos del país, con casi 100.000 kilómetros de vías, con más de 60.000 Km. de esas vías utilizables y que la llevaban a ser un ejemplo en la región, donde el ferrocarril estaba destinado sólo a las ciudades centrales y no llegaba a su interior.
Pasaron los años y los gobiernos, y lo que en la década de 1940, cuando gobernaba Juan Domingo Perón, con más de 50.000 Km. de vías en condiciones de usar, se pasó ya luego de 1955, y con la Revolución Libertadora a la cabeza, a tener menos de 30.000 Km. de vías utilizables, y que después con la sucesión de los gobiernos, tanto democráticos como dictatoriales, siguió en baja, perdiendo nuestro país uno de los sostenes de su crecimiento.
Con Perón en el poder, en el año 1947, el Estado argentino compra todas las compañías de capital francés e inglés existentes al 1 de Julio de 1946, en uno de los principales actos del gobierno peronista, que le valió el apoyo de gran parte del pueblo argentino, que pasó a manos del Estado nacional toda la red ferroviaria nacional, que llegó a ocupar el décimo lugar en el mundo hacia fines de la Segunda Guerra Mundial.
En diálogo con la Agencia de Noticias CNA, el presidente de la Comisión Nacional Salvemos al Tren, el
Ingeniero Norberto Rosendo, aseguró que “la destrucción de los ferrocarriles en nuestro país se decreta cuando nosotros abandonamos el imperio inglés y caemos bajo el dominio del imperio norteamericano. Los norteamericanos no quieren los trenes, ya que ellos tienen camiones, quieren camiones y no máquinas que anden sobre rieles”.
“Nosotros teníamos casi cien mil kilómetros de vías, antes de la nacionalización hecha por Perón, que compra algo más de 50.000, pero aparte de esos 50.000 que compra, hay otros 30 ó 40 mil kilómetros más, que eran de acá. Después vivimos una destrucción sistemática y escalonada, destruyendo primero los afluentes, es decir, los ramales chiquititos que aportaban al sistema; y cada vez fueron cortando más hasta que cortaron todo lo demás”, enfatizó Rosendo.
Uno de los pocos ingenieros ferroviarios que quedan en el país, fue categórico al afirmar que “hoy no tenemos ferrocarriles ni ómnibus, es decir, no anda nada, donde el tema del transporte masivo en nuestro país es un desastre. Cuando teníamos los trenes le echábamos la culpa a los colectivos de que nos quemaban los vagones, que son mitos que no responden a la realidad. Los verdaderos dueños y artífices del modelo, son el petróleo, los grandes fabricantes de motores y los grandes fabricantes de neumáticos”.
Fuente: www.agenciacna.com