EDITORIAL.- En nuestro primer editorial del año sosteníamos ya que las condiciones en que se desarrolla la vida en la actualidad se correspondían con la descripción del Capítulo VI del Apocalipsis (Ver nuestra nota), mientras sosteníamos que en todos estos males no tenían ninguna relación con castigo divino alguno, sino que eran derivadas del comportamiento abusivo que el mismo hombre había realizado sobre los biosistemas.
Mencionábamos que el Primer corcel, blanco era la guerra, lo cual no significa un estallido bélico; habría que contar cuántas víctimas en millones se ha cobrado el estado de violencia que se ha mantenido perenne desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, más sus efectos colaterales de desplazados y mutilados física y mentalmente..
El Segundo corcel es bermejo, color asociado a la ira y a la violencia, una consecuencia directa del paso del primer Jinete que propone la discordia, una constante verificada en esas inacabadas guerras regionales que asolaron el mundo el siglo pasado.
El Tercer jinete monta un corcel negro, metáfora de los biosistemas devastados por la sobreexplotación o los desastres ecológicos. Los sitios que van palideciendo por la falta de agua que ya están motivando los desplazamientos de las grandes potencias hacia los sitios que las contienen. La reciente escalada por Malvinas sugiere más bien una estrategia de posicionamiento; de otro modo, un desplazamiento militar es absurdo toda vez que Argentina gracias a la política de destrucción aplicada en defensa nacional, no tiene ni una canoa.
En este punto recordemos además que el Tercer Jinete lleva una balanza, un posible signo del precio de los alimentos que en el último lustro han subido hasta un 30% a nivel global y siguen, haciéndose paulatinamente más inalcanzables para muchos. Recordamos que atinada viene –como pusimos entonces- la profecía de Ezequiel (Ez. 4, 16-17) que hace referencia a la escasez de agua, hablando más propiamente habla de “agua tasada”: una realidad ya instalada.
Finalmente, el Cuarto corcel es amarillento “y resume el trabajo de los otros tres” –dice el Apocalipsis-; es el color de la peste y de la muerte, cualquiera de ellas derivadas de las anteriores calamidades, el último fin que puede esperar después de tanta depredación.
La ONU certifica el Apocalipsis
La semana pasada, 22 expertos agrupados en un panel internacional presentó en la ciudad de Addis Abeba (Etiopía) un informe donde describe toda esta situación y destaca la urgencia de cambiar la política económica planetaria por una que asegure la sustentabilidad y el futuro para la gente de todo el mundo. Este Informe se pretende que sea la base sobre cual trabaje la próxima Cumbre de la Tierra Río+20, que tendrá lugar en Río de Janeiro los próximos 20 a 22 de junio.
En el documento se detalla que el mercantilismo de los bienes de la Tierra ha llevado a que tanto tierras antes fértiles como especies animales y vegetales, hoy estén sobreexplotadas o desaparecidas. La geografía del Planeta como la conocemos está en riesgo de cambiar en las próximas décadas debido a que “las emisiones de dióxido de carbono subieron un 38 por ciento entre 1990 y el 2009, lo que eleva el riesgo de un aumento del nivel de los mares y climas más extremos”, dice el citado Informe de la ONU.
A la par que los alimentos están comenzando a escasear y suben de precio artificialmente, la población mundial se incrementa sostenidamente lo cual ya está llevando a que las zonas del planeta más deprimidas hayan caído en hambrunas declaradas: “La población mundial parece encaminada a crecer cerca de 9.000 millones de habitantes para el 2040 (en la actualidad alcanza los 7.000 millones), ya que el número de consumidores de clase media aumentará en 3.000 millones en los próximos 20 años, la demanda por recursos subirá de forma exponencial”
Vale decir, que la comida “será tasada en una balanza”, fraccionada y se augura para los próximos 30 años un incremento en la demanda alimenticia de un 50% más y un 30% más de agua. ¿Cómo será ese escenario si hoy tenemos problemas y apenas el medio ambiente está comenzando a poner trabas al suministro?
La ONU es definitiva en este informe donde advierte que si se deja que los Cuatro Jinetes sigan galopando, en pocos años más los recursos naturales se habrán agotado y unos 3.000 millones de personas quedarán en la extrema pobreza. Lo que sigue no es muy difícil de imaginar, se tratará de casi un 30% de la humanidad violentada por el hambre y la sed.
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“Resiliencia y nueva división de las fronteras”
El mundo que viene ya no será como lo hemos conocido en los mapas desde niños. En algún momento comenzarán a desaparecer algunos países, ya por efecto del cambio climático, ya porque será necesaria una nueva redistribución geográfica de gentes y de centros de poder, según las áreas de producción que se determinen a nivel global (ver nuestra nota: “Hacia un nuevo orden agrícola mundial” http://www.elintransigente.com/notas/2011/12/4/ernesto-bisceglia-hacia-nuevo-orden-agricola-mundial-115242.asp); o bien porque cataclismos naturales que se esperan podrían hacer desaparecer parte de territorios.
La Cumbre de Río+20, trabajará sobre el concepto de “Gente Resiliente, Planeta Resiliente”, que es el título del Informe que tratamos. En ese marco, “resiliencia” es un concepto muy nuevo que se utiliza en materia de socio-política internacional y que aplicado a la ecología se define como “capacidad que tienen las comunidades para soportar perturbaciones”, de donde se desprende que estamos a la puertas de la elaboración de una nueva “paideia”, dirían los griegos; es decir, de una nueva pedagogía en materia de vida y su relación con el ecosistema.
Los analistas están advirtiendo que lo que viene será muy duro y esa “resiliencia” hay que enseñarla para que los que sobrevivan a “los dolores de parto”, o “la gran tribulación” como diría la Virgen María en sus predicciones, puedan sobreponerse al dolor emocional “para continuar con la propia vida”, dice el informe. O sea, dicho en buen romance, la ONU está hablando sigilosamente de que las décadas inmediatas por venir no serán para nada fáciles. Habrá “dolor y rechinar de dientes”, diría el Evangelio.
Qué es lo que viene
El Secretario General de la ONU Ban-Ki-Mon, cuando terminó de leer el informe dijo textualmente que: “necesitamos una nueva cartografía, un curso más sustentable para el futuro, que fortalezca la equidad y el crecimiento económico, a la vez que protege al planeta”. Esto significa que el mundo actual debe reconocer que el sistema de vida ya colapsó. Incluso las formas políticas tal como las conocemos están perimidas. Hay que comenzar a prepararse para una vuelta al municipalismo, porque la única manera en que las poblaciones retomarán su cauce será conservando su organización política más próxima, o sea, el Municipio.
Para los analistas de la ONU es necesario “reconocer que tal desafío incluye estilos de vida y pautas de producción y consumo que son insostenibles, a lo cual se suma el impacto del incremento poblacional.”
Esta situación significa la caída del sistema capitalista, de los esquemas de poder, de las estructuras religiosas; sencillamente porque han gobernado la humanidad sólo concentrando poder y sin cumplir con la promoción del hombre. Es necesario un nuevo modelo –dice la ONU- donde “la escala de inversión, innovación, desarrollo tecnológico y creación de empleos que se requieren para el desarrollo sostenible y la erradicación de la pobreza está fuera del alcance del sector público”.
Por más que intenten amordazar la Internet, ya hay un reclamo social instalado en las mentes de la sociedad en todo el mundo porque el modelo de desarrollo global actual es insostenible. Sólo con una radical transformación de la economía mundial se podría cambiar este estado de cosas, lo cual es imposible pensar que sea viable en un futuro muy próximo, ya que las fuerzas de poder son muy fuertes y están decididas a ir por todo, cueste lo que cueste.
Ya nadie cree en la “economía verde”, sencillamente porque está manejada por los mismos que se llevaron el planeta a sus casas. Los que hablan de este concepto de economía son los mismos dueños de las corporaciones productoras de energía y esbirros del capitalismo tradicional; impensable que deseen cambiar las cosas.
¿Qué es lo que viene? Muy difícil de predecir. Para lograr un cambio sustancial y sustentable, lo primero sería instrumentar políticas que terminen, que erradiquen la pobreza de raíz para devolver la esperanza a millones que vienen perdiendo a diario la fe en todo sentido. Habría que trabajar muy en serio por una equidad de género, donde de suyo va dentro la instauración de una política contra la violencia doméstica; significaría también que las iglesias reconocieran la capacidad de la mujer para dirigir el culto.
Sería necesaria una verdadera equidad que cumpla con uno de los principios fundamentales y fundacionales del derecho; aquel de “dar a cada uno lo suyo” y para eso es necesario una urgente reforma educativa. Porque los valores de la Patria, de la familia y de uno mismo se refuerzan y acrecientan en las aulas, pero se enseñan en la familia.
El empleo debería dejar de ser una variable de cambio del sistema para convertirse en la herramienta que dignifique y sostenga el crecimiento de la nueva sociedad. En definitiva, se trata como dice ONU de “ligar el bienestar social con la salud medioambiental».
Que la naturaleza ya no da más, es un hecho comprobable. Ahora la pregunta más importante a responder es, si esta reforma que propone el Informe ¿Será posible?
Porque la respuesta negativa significa el caos.-
Por Ernesto Bisceglia
El Intransigente