Nicolas Sarkozy dio órdenes estrictas para la «restauración del orden» y el «desbloqueo» de refinerías y depósitos de carburante, y así «evitar que los desórdenes penalicen a los franceses más vulnerables». Pero en los frentes sindical, estudiantil y parlamentario se multiplicaban las escaramuzas.
Unas 4.000 de las 12.500 gasolineras de Francia tenían problemas de abastecimiento. Laurence Parisot, presidente del Medef (Movimiento de las empresas de Francia, patronal), temía «perturbaciones sensibles» en la construcción y en las obras públicas. Jean-Eudes du Mesnil du Buisson, secretario general de la Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas, estimaba que «nuestros trabajadores comienzan a tener problemas para llegar a sus puestos de trabajo».
Consciente de que tal situación puede desembocar en una crisis económica y social de gran importancia, Sarkozy elevó el tono de la respuesta a los sindicatos, y dio a su ministro del Interior instrucciones para restaurar el orden.
Desde el viernes pasado, las Compañías Republicanas de Seguridad (CRS, antidisturbios) han «liberado» o «desbloqueado» una veintena de depósitos de carburante en toda Francia. En la mayoría de los casos, los huelguistas se plegaron sin resistencia. Allí donde la hubo, las CRS entraron en acción. En ocasiones, los huelguistas volvieron a bloquear o intentar bloquear los depósitos. Brice Hortefeux, titular de Interior, subrayó que todas las refinerías y depósitos serán liberados o desbloqueados en un plazo de «varios días».
François Fillon, primer ministro, estimó que el abastecimiento se iba a «normalizar» con relativa rapidez.
Por su parte, los estudiantes de bachillerato prolongaron el bloqueo de institutos. Volverán a manifestarse en París, en solitario. Las CRS ha practicado unas 1.400 detenciones de «elementos violentos». Y ayer volvieron a sucederse incidentes menos significativos en Lyon y otras ciudades.
Mientras, los sindicatos oscilan entre la inquietud hacia los movimientos incontrolados, la decisión de prolongar indefinidamente la protesta, y la tentación de tirar la toalla.
Decisiones estratégicas
Los sindicatos se reúnen para tomar decisiones estratégicas. Algunos desean convocar nuevas jornadas de huelga y manifestaciones. Están dispuestos a embarcarse en una batalla más larga. Otros dudan. Calculan los riesgos de la retirada o la prolongación de la crisis. Finalmente, hay fracciones que han anunciado ya la retirada: no participarán en nuevas manifestaciones.
La división sindical será determinante. Pero los sindicatos son conscientes de que también ellos arriesgan mucho. La prolongación de la crisis agravaría todas las tensiones nacionales. La multiplicación de incidentes violentos, durante los últimos días, hace reflexionar a muchos sindicalistas. Pero el mar de fondo continúa: contestan una Ley que sigue su inexorable curso parlamentario, con la lejana esperanza de conseguir futuras matizaciones.
En el Senado, los grupos de izquierda hicieron ayer un «llamamiento solemne» al Gobierno para que retire un proyecto cuya aprobación y ratificación parlamentaria pudiera terminarse en cuestión de días.
Sarkozy espera que el Senado apruebe la Ley, a más tardar, este fin de semana. Aprobada por el Senado, una comisión de diputados y senadores debe reunirse el próximo lunes para redactar el texto final, que pudiera adoptarse definitivamente el día 27, cuando lo ratifiquen las dos asambleas, el Senado y la Asamblea Nacional (AN). Sarkozy ha pedido a sus ministros que aceleren el complejo proceso de la aprobación de esta Ley.
Ante un calendario tan ajustado, el ministro del Interior ha recibido la consigna de firmeza y orden, con «serenidad»: el más mínimo incidente tendría consecuencias imprevisibles. El Gobierno espera que las vacaciones de otoño, que comienzan este fin de semana, desactiven total o parcialmente la protesta estudiantil.
A la espera de la decisión de los sindicatos, el presidente Nicolas Sarkozy confía en que su determinación personal, en todos los frentes, discreta pero palmaria, tenga un doble efecto disuasivo y político. Confía, a la postre, en ganar crédito ante sus electores conservadores o moderados, ante Francia, ante los analistas internacionales.
Fuente: ABC