Aparece cuando lo necesitan. Quizás no es la primera opción ni la segunda, pero cuando lo buscan, siempre está. Metió los goles fundamentales en el título del Apertura, esos que encarrilaron definitivamente el rumbo al campeonato cuando las papas quemaban. El miércoles saltó a la cancha ante la exclusión reglamentaria de Silva y la suspensión de Cvitanich, pero lejos estuvo de sentir la responsabilidad de ser el 9 de Boca. Sus dos gritos lo demuestran. Y mientras pasan las horas, la personalidad del muchacho tímido se agiganta, de acuerdo a lo que marca la historia del lugar que ocupa. No sólo se anima a analizar el juego de River, también desnuda su deseo de jugar. Todo. Copa Libertadores, Clausura y Copa Argentina. Nico Blandi no se achica.
“Fue un partido raro, creo que al principio River salió con todo a presionar arriba y a nosotros nos costaba encontrar la pelota y el juego, hasta que pudimos abrir el marcador. River ahí se puso nervioso y ansioso y pudimos manejar el partido con tranquilidad. Ellos salieron a meternos en un arco, parecía que querían hacer el segundo gol antes que el primero”, le contó el héroe del verano a Rock and Pop. Además, dejó bien en claro cuál es su postura para lo que viene: “Si éste no es mi momento, no sé cuándo puede ser. Igual, es una decisión del DT, Julio tomará la decisión y yo lo voy a aceptar, como lo hice siempre”.
Los goles, las tapas de los diarios y hasta los mil llamados telefónicos diarios pidiendo notas no lo marean. El pibe de Campana muestra una personalidad distinta al famoso estereotipo de jugador de fútbol.
Olé se metió en la intimidad del goleador de 22 años y te la cuenta.
-Se nota que tenés un perfil distinto. ¿Desde chico te lo inculcaron? -Es una forma de educación que tuvieron mis papás conmigo. No sé si es diferente, mejor o peor que las demás, es su forma y lo que me enseñaron. Mucho de lo que soy se los debo, crecí mirándolos y aprendiendo de ellos.
-Tus goles son una alegría familiar…
-Ellos estuvieron siempre conmigo y me acompañaron desde chico. Siempre me bancaron en todos los momentos, me van a ver a la cancha y siempre tengo su hombro para apoyarme cuando lo necesito.
-¿De chico era todo fútbol o te gustaba hacer otras cosas? -Me gustaban mucho los deportes, jugaba al tenis, al básquet. Iba a un club que tenía cancha de todo y con mis amigos usábamos todas.
-¿Después del fútbol en qué otro deporte andabas bien? -No sé si en fútbol ando bien (se ríe). Es en lo que mejor me siento, de chicos jugábamos más o menos a todo.
-¿Cómo fueron tus primeros pasos en el fútbol? -Arranqué en una escuelita de fútbol en Campana, después Villa Dálmine, Puerto Nuevo, Chacarita y después llegué a Boca con edad de Octava.
-¿Siempre de 9? -No, cuando arranqué jugaba de 8. Jugué mucho tiempo de volante por derecha y de enganche. En Chaca me empezaron a poner de 9.
-¿Quién fue el que te descubrió el puesto? -Petrocelli era el coordinador de Chacarita, yo le dije que podía jugar de 8 o de 9, me dijo que necesitaba un punta y me empezó a probar ahí.
-Se ve que acertó…
-Se ve que sí, creo que es el puesto en que mejor me puedo defender.
-Estuviste de vacaciones en Aruba, ¿la gente te reconoció? -Nooo, nadie. Diez puntos, estuve muy tranquilo, descansé y lo disfruté.
-¿En Buenos Aires es distinto? -Hubo un cambio en el reconocimiento de la gente, pero es por todo lo que es Boca y lo que significa jugar en un club tan grande como éste.
-Más allá de los goles, se nota que no te volvés loco, seguís siempre con el perfil muy bajo.
-En realidad no me gusta mucho la exposición, entiendo que es parte de mi trabajo. Trato de mantener un perfil bajo, siempre me dijeron que el jugador tiene que hablar dentro de la cancha y es lo que hago. A veces sale bien, a veces sale mal, pero nuestro trabajo tenemos que hacerlo dentro de la cancha y no afuera.
-Si pudieses elegir no saldrías en ningún lado…
-Si pudiese elegir, jugaría los domingos, vendría a entrenar y estaría todo el día con mi familia, tranquilo en mi casa. Entiendo que también es mi trabajo, trato de tomármelo con el mejor humor, aunque a veces me cueste.
Fuente: Olé