Conociendo Nuestra Realidad

El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y la prédica de la envidia. Su defecto inherente, es la distribución igualitaria de la miseria.

Sir Winston Churchill

Conociendo Nuestra Realidad
Región Centro

XXXIII Congreso anual de Aapresid
Estados Unidos vs Unión Europea (África)

En las últimas entregas del CER hemos insistido una y otra vez sobre los desafíos planteados a la Argentina en el marco de su política interna, que van desde la continuidad del denominado modelo Kirchnerista, avance del populismo venezolano a las distintas actividades desarrolladas por movimientos izquierdistas, junto a la pérdida de valores y ausencia de Fuerzas Armadas que limiten disuasivamente el potencial avance de potencias interesadas en la riqueza natural de nuestro país.
Los avances de la agroindustria y el desarrollo de la siembra directa en el territorio Argentino sin dudas han acotado el análisis, a un antes y un después. Por lo expresado el tema de la modernidad en los alcances recientes de la biotecnología y la ingeniería genética tienen como todos los grandes logros; defensores y detractores. Sin embargo debe reconocerse que la mayoría de los países cada día tienen mayores problemas y limitantes en la producción masiva de alimentos.
Los expertos ya lanzaron la segunda revolución ecológica de la agricultura. De allí que aspectos vitales, como hacer más eficiente el uso del agua y realizar una producción sostenible de alimento, forraje, fibra y energía, serán determinantes para los tiempos que vienen.
Recordemos y como dato ilustrativo que la extracción total, de agua dulce existente en la Tierra, el 69%, corresponde a la agricultura, el 21% a la industria y el restante 10% se destina a las comunidades. Respecto del consumo, el 93% está derivado a las actividades agropecuarias.
En el mundo, el 18% (en aumento) de las explotaciones está bajo riego, cuando la producción excede el 45%.
En este orden de ideas en los últimos días llego a la Argentina uno de los pensadores y académico más notable del continente quien disertó en la ciudad de Rosario invitado por Aapresid. A continuación en una apretada síntesis trataremos de recoger las afirmaciones más salientes de este científico estadounidense.
Durante su disertación en el XVIII Congreso de Aapresid, realizado en Rosario en agosto de 2010, Paarlberg puso al descubierto la preocupación que genera entre las multinacionales del sector agrícola e incluso los propios técnicos promotores del avance de la agricultura en nuevos territorios, la imposibilidad de colonizar con eventos biotecnológicos a África, donde la mayoría de los países hoy tienen prohibido el uso de materiales genéticamente modificados y está estrictamente restringida su importación, incluso con fines humanitarios.

“La revolución verde está estancada en África”, expresó con desazón Robert Paarlberg, investigador del Weslley College en Estados Unidos y Profesor Emérito de Harvard y asesor sobre política internacional de varios presidentes americanos. Estudioso de la biotecnología y su aporte a la alimentación mundial, quien consideró que la nueva frontera agrícola que se trazó el mundo moderno para expandir la producción a gran escala está custodiada por un ejército infranqueable: la política regulatoria de la Unión Europea, que está arraigada en el continente africano.

“Es ilegal el cultivo de transgénicos y en la mayoría de los países tampoco está permitida la investigación”, esto está ligado esencialmente a las restricciones de los gobiernos de cada país. Para Paarlberg, el rechazo se asienta en una arraigada vinculación cultural y esencialmente económica con la Unión Europea que tiene una política precautoria muy estricta en materia de uso de biotecnología que fue exportada a África.

El investigador norteamericano recordó que en otros tiempos hubo autorización para el uso de algodón y maíz BT (con resistencia a insectos) lo que hizo que muchas compañías asentaran la mirada en el continente africano. “No había problemas para patentar en África porque las empresas estaban dispuestas a compartir la propiedad intelectual para uso humanitario”.

Sin embargo, frente a las restricciones oficiales “los productores no plantaron transgénicos y la adopción se ralentizó, quedaron muy pocos países que están en la vanguardia de esta revolución verde en Africa”, dijo, entre los que citó a Sudáfrica, que hasta el año 2008 fue el único país que permitió la siembra de organismos genéticamente modificados (OGM).

Recordó además que Egipto y Burkina Faso legalizaron el uso de algodón BT, que provocó un aumento del 30% en los rindes y una reducción de 50% en el uso de insecticidas.
Por otra parte, que en 2008 el primer país aprobó la siembra comercial de maíz BT pero impuso restricciones a la importación de semillas. “En 2009 sólo se plantaron 1.000 hectáreas”.

Dos modelos en pugna

Para los impulsores de la biotecnología es una ilusión, una entelequia, pensar el mundo moderno sin el uso de transgénicos ya que sostienen que son la llave para expandir la producción granaria a gran escala y entre otras cuestiones, erradicar los problemas de alimentación mundial. Una concepción que se da de frente con la política que adoptó la Unión Europea, que prioriza la demanda de los consumidores, quienes exigen un proceso de trazabilidad de la producción del campo a la góndola.

Estas dos formas de concebir el uso de la tecnología aplicada a la producción juegan un round decisivo en África, un continente que es territorio de disputa entre esas dos concepciones comerciales y económicas, pero en un único espacio para un proceso de neo colonización.

Paarlberg, defensor del modelo estadounidense en materia de OGM, considera que estas regulaciones políticas y culturales provocan que “África esté como América latina hace diez años” y por tanto “el futuro de la biotecnología es tan incierto como entonces”.

El investigador recordó que salvo Sudáfrica, en el resto del continente no se legalizan las investigaciones sobre OGM y pocos países aprobaron la adopción del maíz BT. Explicó que Kenia lo usó, inició investigaciones pero no se admiten las pruebas a campo.

También dio cuenta de situaciones más extremas como el caso de Zambia, país que en 2002 negó la importación de maíz BT como ayuda alimentaria argumentando que se trataba de “materiales venenosos” y otros estados como Sudán replicaron esa política. Lo mismo ocurre con Kenia, Uganda y Tanzania donde “hay mucha resistencia a los OGM y no permiten el ingreso de estos productos por la presión de organizaciones no gubernamentales, que hablan en nombre de los productores”.

Paarlberg centró su esperanza en las acciones que promueve la Fundación Gates para África —en las que invirtió 45 millones de dólares— para introducir el gen de maíz tolerante a sequía en Tanzania, Kenia, Mozambique y Sudáfrica, aunque a modo de advertencia sugirió que muchas compañías podrían desistir de hacer desembolsos en África si continúa el mismo esquema regulatorio.

Aún así, con mayor o menor impulso, las grandes multinacionales del rubro y los pooles de siembra encararon una decidida acción mirando hacia el gran continente negro, en el que pretenden instalar los sistemas productivos que predominan fundamentalmente en América.

Para Paarlberg la ralentización del proceso “ocurrió porque la UE tiene una política precautoria que se exportó a África, un modelo que difiere del aplicado en Estados Unidos en materia de OGM”, dijo y recordó que en el viejo continente los protocolos para este tipo de eventos incluyen entre otras cosas la desaprobación (en caso de detectar fallas), etiquetado obligatorio y un sistema de trazabilidad a lo largo de la cadena.

En cambio, en Estados Unidos no existen este tipo de prerrogativas. “A mi criterio es un sistema superior porque permite el desarrollo de nuevas tecnologías, por caso, en la UE desde 1998 no se aprueba ningún evento OGM”, Paarlberg y dijo que en EEUU nunca se demostró ningún riesgo ni medioambiental ni para la salud humana provocada por los eventos OGM y éstos están avalados por instituciones académicas. “No se encontraron indicios de peligrosidad en OGM en 15 años, entonces hay ausencia de evidencia”, argumentó.

“La UE limita la nueva tecnología con obstáculos regulatorios porque están bien alimentados y los productores están en buenas condiciones, pero en África no es así”.

Los argumentos

A su criterio, son cinco las razones por las cuales África adoptó el marco regulatorio europeo:

1. La asistencia extranjera bilateral: los gobiernos africanos dependen más de la ayuda extranjera de la UE que de otros países. “Los países europeos gastan mucho en implantarles una cultura regulatoria (Holanda, Noruega, etc.) y hacen campañas en contra de los OGM”.

2. Asistencia técnica multilateral: Hay proyectos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Unep) para desarrollar marcas de bioseguridad. “Hay 21 sobre 23 gobiernos de África que piden el nivel 1 de OGM que es el más estricto”.

3. Campañas contra los OGM: de organizaciones como Greenpace, Friend of the Earth Internacional. Por ejemplo. “actuaron en Zambia e hicieron creer que el maíz BT era venenoso y traía consigo retrovirus como el del Sida”.

4. Destino de las importaciones de los commodities africanos: La UE compra cinco veces más commodities a África que EEUU. En 2000 la UE negó la compra de carne a Namibia por esto y también en 2002 a Zambia. “El problema en el fondo es económico”, agregó el investigador estadounidense.

5. El tema cultural: los africanos leen diarios europeos, practican sus deportes, van de shoppings y de vacaciones a la UE y destinan dinero hacia ellos. “En África, los líderes políticos tomaron la forma de pensar europea”, dijo y por tanto “el mecanismo regulatorio europeo fue exportado a África”.

Lo que se viene

Descifran el genoma del trigo

Un equipo de investigadores británico logró descifrar el genoma del trigo. Así lo informó el John-Innes-Centre en la ciudad de Norwich, Inglaterra. El centro dijo que los investigadores presentaron un primer borrador del genoma. Los científicos esperan que ahora se puedan cultivar variedades de trigo que sean más resistentes a las enfermedades y a la influencia del clima y el medioambiente, lo que permitiría cosechas más abundantes y la estabilidad de los precios de los alimentos.

El trigo es, con una cosecha de 550 millones de toneladas anuales, uno de los principales alimentos del mundo. El patrimonio genético del trigo es cinco veces más amplio que el de las personas. Gracias al trabajo de los científicos británicos, ahora son accesibles a la ciencia y a la economía agraria el 95% de los genes del trigo.
Aapresid ( Asociación Argentina de Productores en siembra Directa), es una ONG integrada por una amplia red de productores agropecuarios en su mayoría de la región centro, que a partir del interés en la conservación de su principal recurso, el suelo, adoptan e impulsan la difusión de un nuevo paradigma agrícola, basado en la Siembra Directa.

Esta nueva agricultura, procura aumentar la productividad, sin los efectos negativos propios de los esquemas de labranzas. Y es una auténtica respuesta al gran dilema entre producción y sustentabilidad que hoy enfrenta la especie humana: Producir alimentos y biocombustibles, manteniendo en equilibrio las variables económicas, éticas, ambientales y energéticas de nuestra sociedad.
Nuestra acción se basa en compartir abiertamente conocimientos entre los miembros de la red, estimulando la calidad, el conocimiento, la innovación y el liderazgo

Conclusiones

Analistas de todo el mundo coinciden en que las futuras luchas por la posesión de las reservas naturales de la tierra, se darán más pronto de lo que se pensaba hace una década atrás.

En primer lugar se destaca el agua dulce, pero en segundo lugar está la necesidad de los espacios rurales para la producción de granos. Vale decir para producir alimentos para la humanidad, ni más ni menos.

EEUU por un lado y la UE por otro están librando una dura batalla por esos territorios. Hasta el presente esas luchas se libran a través del conocimiento tecnológico.

Hace poco más de una década Argentina quedo a la vanguardia al aplicar “la siembra directa”, que luego exportaría al mundo.

La soja – glifosato revoluciono la agricultura mundial y muy pronto llegara la producción del trigo genéticamente modificado.

El desafío está planteado para los futuros dirigentes de nuestro país.

¿Comprenderán los alcances de las disputa? Realmente nadie lo sabe, lo que si podemos afirmar, acorde a consultas realizadas en distintos sectores de nuestra sociedad, que el tema es tímidamente reconocido pero carecen del análisis y el asesoramiento necesario para la toma de decisiones, la instrumentación necesaria de políticas y legislación apropiada a los tiempos por venir.

Informe Nº181010240