La pantalla gigante ya es historia: luego de más de cuatro décadas, los dueños de la tradicional sala decidieron alquilarla a un culto evangélico. Contaba con una platea y dos grandes bandejas para 1.900 butacas.
Otro cine que cierra. La tradicional sala del Atlas de la calle Lavalle cambió la pantalla gigante para convertirse en un templo. “Show de Fe -Iglesia Internacional de la Gracia de Dios”, es el eslogan que se exhibe en la entrada del ex cine, junto a una mesa con libros y promotores que convocan a potenciales nuevos fieles. La tradicional sala cerró sus puertas a fines de 2010, aunque recién ahora se reconvirtió en un nuevo “templo de fe” El año pasado también había cerrado sus puertas el complejo Tita Merello, sobre la peatonal. Así, Lavalle se quedó prácticamente sin cines. Según indican los expertos, el público mutó directamente a las salas de los shoppings, más modernas y más chicas, con más opciones. También influyó la extensión de la piratería, que permite conseguir cualquier película por unos pocos pesos.
En el cartel donde antiguamente se promocionaban estrenos de películas top, ahora en el Atlas Lavalle aparece la imagen de Romildo Ribeiro Suenes, líder del grupo. Dicen que fue Suenes el impulsor de difundir la palabra de la conocida como Iglesia Universal por la TV, antes de hacerlo con su desprendimiento, que ahora aterriza en la Argentina y en la histórica sala del Atlas en la calle Lavalle.
El Atlas, diseñado por los arquitectos Alberto Prebisch y José Luis Cuesta, en 1966, con su fachada de cemento, aluminio anodizado y cristal, fue construido en el mismo predio que anteriormente ocupó el Metropol.
Contaba con una platea y dos inmensas bandejas con 1.900 butacas y una pantalla curva de 23.15 metros de ancho por 10.20 de alto que durante casi cuatro décadas fue la más grande del país. En la parte inferior de su amplio hall funcionó un bar con mesas y hasta un microcine, y en el primer piso, las oficinas de la Sociedad Anónima Cinematográfica (SAC), la empresa que administra su destino.
Allí se estrenaron grandes películas extranjeras, desde “Cómo robar un millón de dólares” (en su inauguración en 1967), de William Wyler, y nacionales, como “El santo de la espada” (1969), de Leopoldo Torre Nilsson. En los últimos tiempos, se lo había acoplado al Normandie, conformando un complejo multipantalla -de ocho salas- para cerca de 3.000 espectadores, que rebautizó a los dos cines como Complejo Atlas Lavalle.
En las últimas tres décadas, la calle Lavalle fue testigo del cierre definitivo de 11 salas, y de todas ellas sólo dos -el Iguazú y el Atlas- conservan su fachada e interior tal como fueron concebidas. Las demás pasaron a la historia.
Fuente: La Razón