La Argentina ideológica

No habían pasado ni diez días desde la asunción de los nuevos períodos gubernamentales y el Frente para la Victoria ya daba inicio a una lucha despiadada y sin cuartel contra aquellos a los que considera sus enemigos naturales.

Por Mario Baudry

No habían pasado ni diez días desde la asunción de los nuevos períodos gubernamentales y el Frente para la Victoria ya daba inicio a una lucha despiadada y sin cuartel contra aquellos a los que considera sus enemigos naturales.

Cristina Fernández de Kirchner ha decidido tomar el mando total del Gobierno, hasta en los más mínimos detalles, y ejerce un control estricto de la información y de la toma de decisiones, con dos cabezas de playa: una, su mano derecha desde tiempos remotos, Carlos Zanini, para las nacionales, y el vicegobernador, Gabriel Mariotto, en la provincia de Buenos Aires, encargado de la cruzada contra el sciolismo. La batalla comenzó, y no tiene fecha de finalización.

Con la excusa de que no haya filtraciones a la prensa, la Presidenta comunica a sus ministros las medidas de gobierno ni bien ocurren. De hecho, muchos se enteraron de que seguían en el gabinete con el anuncio que realizó el vocero presidencial antes de la asunción.

El cerco informático es efectivo, pero trae consecuencias, como son las internas en los pasillos ministeriales, donde, ante la falta de política, se comienza con las operaciones propias de desgaste interior, lo cual resulta lógico: los muchachos se aburren y quieren ganar más espacios de poder, empiezan a atacar a sus adversarios internos. De la gestión nadie se acuerda, total, para eso está la Presidenta; incluso algunos, muy risueños y distendidos, le han dicho en la última semana andá a preguntarle a Zanini, el que se encarga de todos tus temas es él.

La provincia de Buenos Aires no es la excepción, sin perjuicio de que tiene una diferencia importante: las peleas no son entre funcionarios del mismo grupo, sino que, por el contrario, creen que Scioli es el enemigo a vencer, y no lo consideran un cuadro propio.

La lucha, además, tiene otro carisma: está ideologizada. Por un lado, el sector más extremo del kirchnerismo, representado en este caso por La Cámpora, y por el otro, los soldados del Gobernador, autodenominados “Los Naranjas”, que conduce el jefe de Gabinete, Alberto Pérez.

Quienes gustan de leer entre líneas en la arena política habrán visto, no sin mucho asombro, que el día de la jura de la Presidenta la Plaza de Mayo estaba repleta de jóvenes, con pocos grupos de sindicalistas, en su mayoría de entre 15 y 30 años, que gritaban en apoyo a CFK.

Esos jóvenes no son peronistas, sólo conocen a Perón por el relato del Gobierno. La mayoría no son asalariados del Ejecutivo nacional, están militando por identificación ideológica.

En cambio, en el gobierno de Scioli, “Los Naranjas” están más preocupados por su sueldo mensual que por la lucha ideológica; con lo cual resta analizar, para saber el fin de la historia, si en una confrontación de esta magnitud lo que triunfa es la ideología o la plata.

La Cámpora, a través de Mariotto y Otavis, está dispuesta a ocupar en la Legislatura todos los espacios de poder, sin importar a quién desplaza en el cumplimiento de sus objetivos. Queda saber qué medidas van a tomar los intendentes de extracción peronista, que hoy ven, azorados, en los medios de comunicación que ya no son el gobierno, sino una pequeña parte del mismo.

El mensaje de la Presidenta fue claro y contundente: el peronismo no es el gobierno, lo es el kirchnerismo, y el partido justicialista forma parte de ese frente, pero no es el que manda.

El Gobernador, a sabiendas de que está peleando en desventaja, comenzó con los acuerdos políticos; le dio cargos al duhaldismo, a través de Hugo Bilbao, y realizó un acercamiento con Moyano, entregando la administración de la Zona Franca de La Plata a una empresa que, presuntamente, se vincula con el líder de la CGT. Asimismo está colocando gente en terceras líneas recomendadas por su hermano, para mantener la estructura de De Narváez, a cambio de apoyo de sus diputados en la Legislatura. Resta saber qué harán los hombres del Conurbano, quienes han visto menguar su poder en manos de La Cámpora.

Argentina comienza a ideologizarse; estás en el proyecto nacional, o estás en contra, y como la oposición desapareció de la escena política, los enemigos son internos. Hoy, el mayor blanco del Gobierno nacional es Daniel Scioli. Resta saber el resultado: si gana la ideología o gana la plata, “Los Azules” o “Los Naranjas”. Todo dependerá de la cintura del Gobernador, y de los acuerdos que logre concretar a través de su jefe de Gabinete.
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