Tercera etapa K

Inaugurado el segundo período de Cristina Fernández de Kirchner –nació el «cristinismo» para servir de puente entre generaciones y experiencias políticas, con claro predominio peronista–, el oficialismo está decidido a hacer pesar esta semana la nueva mayoría parlamentaria y dar luz verde a leyes que fueron obstaculizadas por un variopinto «grupo A», al que se le agotó la batería después de iluminarse en el 2009.

«No lo haremos con espíritu vengativo, sino con ánimo de respetar la proporcionalidad obtenida el 23 de octubre», creyó necesario aclarar el ratificado jefe de la bancada de Diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi.

Después de las bajadas de líneas en sucesivos discursos, la presidenta optó por imprimir continuidad a su gestión tras las modificaciones obligadas en su gabinete. Confianza, fidelidad, militancia e idoneidad para el cargo fueron las cualidades que tuvo en cuenta al hacer los retoques e incidir en el amplio movimiento populista creado hace más de medio siglo.

Firme en Obras Públicas, Julio De Vido seguirá siendo pieza clave, al igual que el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini.

Los promovidos fueron uno de sus «mimados» (también del extinto Néstor Kirchner), Juan Manuel Abal Medina, quien será el jefe de ministros, y el encargado de los temas financieros y responsable de las negociaciones con el Club de París, Hernán Lorenzino.

En el camino hacia «la profundización del modelo», ambos representan señales conciliadoras hacia sectores juveniles y de los mercados, nacionales e internacionales, que están consternados por la crisis que castiga a las naciones desarrolladas, con epicentro en la vieja Europa.

Vigente el lema futbolero «equipo que gana no se toca», también sufrirá un ascenso uno de los miembros más aguerridos, el secretario de Comercio Guillermo Moreno, a quien se le ampliarán las atribuciones para regular la competitividad de los productos argentinos. Pondrá el acento en fomentar la exportación y autorizará, si lo considera conveniente, las licencias de los importadores.

Algunos sectores kirchneristas desplazados –entre los que se cuenta el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández– reconocen que si bien la concentración del poder en Cristina otorga a su gobierno una firme homogeneidad, donde se les cortan las alas a los que pretenden tener vuelo autónomo, presenta el inconveniente de consolidar un esquema más cerrado. En tal sentido, se quejan de la embestida contra medios «independientes» y señalan que se ignoran llamados del titular de la Corte, Ricardo Lorenzetti, o del nuevo mandamás del Episcopado, José María Arancedo. El primero reclamó encontrar consensos y el segundo habló de recuperar la amistad social. «Abrir esperanza de reconciliación supone verdad y justicia, pero requiere de gestos y actitudes hacia delante», expresó el religioso.

Cuando juntó cabezas, una por una, Cristina machacó con la sintonía fina que se deberá conseguir para sincerar algunas variables económicas. Exigió cortar de cuajo las internas y a cada uno le pidió que se dedique a ordenar su área para neutralizar acciones «desestabilizadoras», como las que mencionó la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, al cruzar a quienes desde el establishment operaron para lograr una devaluación del peso.

«El que en lugar de gobernar quiera proyectarse, que se meta en un partido y si no lo tiene que lo organice y compita ante la ciudadanía», desafió en relación con los disconformes que buscan condicionarla. En ese espacio están hoy el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, y un grupo de sindicalistas que lo rodea, pero no los grandes gremios como los metalúrgicos, mecánicos, obreros de la construcción o personal civil de la Nación.

Un punto de fricción es el reparto de las ganancias empresarias. El ministro Carlos Tomada, por orden de Cristina, circunscribió el tema a las paritarias sector por sector y avisó que no habrá una norma con carácter general.

Moyano se siente relegado y supone que el gobierno, en lugar inclinarse por los trabajadores, se recuesta en los empresarios.

En realidad, todo tiene que ver con la enorme puja de intereses que se desarrolla sin solución de continuidad. En esa dirección operará a partir de mañana el Congreso con predominio cristinista.

«No nos condicionarán», es la precisa instrucción que bajó Cristina a Rossi y Julián Domínguez, en Diputados, y a Beatriz Rojkés de Alperovich y Miguel Pichetto, en el Senado.

Con números favorables, el oficialismo tratará de aprobar sin tocar una coma el presupuesto 2012 (que luego ejecutará Abal Medina), la prórroga de la emergencia económica, el proyecto contra la extranjerización de tierras y las renovaciones impositivas que comprenden al tabaco y los cheques.

No termina todo allí. Se tratará de aprobar un nuevo estatuto del peón rural y declarar de interés público la fabricación y distribución del papel de diarios.

Uno de los que timoneará las iniciativas K será el ex viceministro Roberto Feletti, defensor del populismo laclauniano y fervoroso propulsor de incentivar el fuerte consumo interno e integrar a las franjas de la sociedad más postergadas.

Arnaldo Paganetti
arnaldopaganetti@rionegro.com.ar

Fuente: Rio Negro.com.ar