EL CAIRO — La Liga Árabe lanzó el jueves un nuevo ultimátum a Damasco, dándole menos de 24 horas para aceptar el envío de observadores so pena de sanciones, y recurrirá por primera vez a la ONU para que se resuelva la crisis en Siria.
Los ministros árabes de Relaciones Exteriores, que primero eran reticentes a la internacionalización de la crisis siria, decidieron llamar al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para que «tome las medidas necesarias para apoyar los esfuerzos de la Liga Árabe para resolver la crisis en Siria».
Reunidos en El Cairo, los ministros invitaron además a Damasco, cuya participación en las reuniones de la Liga Árabe fue suspendida el 12 de noviembre, a firmar el acuerdo que prevé el envío de observadores «el viernes a las 13H00 (11HOO GMT) en El Cairo», so pena de sanciones.
Los ministros árabes de Finanzas prevén reunirse el sábado para decidir sanciones, contra las que se opone Líbano.
Esas sanciones son, según un responsable de la organización panárabe, «la suspensión de los vuelos hacia Siria, de las transacciones con el Banco Central, de las transacciones comerciales con el gobierno con la excepción de las relativas a los bienes de primera necesidad para el pueblo, el congelamiento de haberes financieros del gobierno y la suspensión de las transacciones financieras con el gobierno».
La economía siria ya está afectada por las sanciones de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos. Las medidas de retorsión de los países árabes amenazan con ahogar a Siria, ya que la mitad de sus exportaciones y casi un cuarto de sus importaciones las hace con ellos.
«Si ello se produce, será verdaderamente una desgracia (…). Ello causará seguramente daños severos a Siria, pero también a otros países árabes», estimó el ministro sirio de Economía y Comercio, Mohamad Nedal Alshar, en una entrevista con la AFP.
Al mismo tiempo, en el terreno, la represión no cede. Doce civiles murieron, de los cuales seis en la región de Homs (centro), según un balance del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres.
El OSDH también informó sobre bombardeos en «la ciudad de Rastan con ametralladoras pesadas, luego de enfrentamientos entre el ejército y desertores».
En tanto, en la ciudad de Hulé, 11 miembros de las fuerzas gubernamentales murieron en «violentos enfrentamientos» con desertores, indicó el OSDH.
Durante las últimas semanas los enfrentamientos entre tropas regulares y desertores se multiplicaron. La aparición del Ejército Libre Sirio (ELS), una milicia formada por desertores, hace temer que la revuelta popular comenzada a mediados de marzo se transforme en una guerra civil.
También en el centro de Siria, cerca de Tadmur, siete pilotos militares murieron este jueves en un ataque reivindicado por la milicia del ELS contra el autobús en el que viajaban, informó un opositor en Homs.
El jefe del ELS reclamó el jueves el respaldo internacional y se pronunció a favor de ataques aéreos extranjeros contra «algunos objetivos estratégicos».
«No estamos a favor del ingreso de tropas extranjeras como en Irak, pero queremos apoyo logístico de la comunidad internacional», declaró a la AFP el coronel Riad al Asad, refugiado en Turquía.
Desde que comenzaron las manifestaciones contra el régimen del presidente Bashar al Asad, la represión dejó más de 3.500 muertos según la ONU. Las fuerzas de seguridad sirias procedieron a decenas de miles de detenciones.
Francia pidió, como la víspera, la creación de «corredores humanitarios» y reconoció la extrema dificultad para ponerlos en práctica sin un acuerdo de Damasco.
Por Sarah Benhaïda y Mona Salem (AFP)