A los 13 minutos del cotejo con Banfield, hinchas de estudiantes arrojaron bombas contra Lucchetti; el árbitro suspendió el encuentro por «falta de garantías», según el jefe del operativo
Otra vez la violencia. Otra vez la locura deambulando el fútbol argentino. Con apenas 13 minutos de juego, mientras Banfield derrotaba a Estudiantes por 1 a 0, un grupito en la tribuna que ocupaba la hinchada del club platense provocó incidentes al arrojarle dos bombas de estruendo al arquero del Taladro, Christian Lucchetti.
La primera provocación del público local se había producido a los 3 minutos, sin mayores consecuencias. Los protagonistas la entendieron como un hecho aislado y el juego continuó. A los 9, el defensor de Estudiantes Raúl Iberbia rechazó mal una pelota dividida en el área propia, Jonathan Gómez aprovechó la ocasión y habilitó Hernán Rodrigo López, que abrió el marcador.
Dos minutos después, otro bombazo estalló peligrosamente en el área de Lucchetti, dejándolo aturdido y tendido sobre el césped. No conformes con esto, algunos hinchas se treparon al alambrado, con actitud desafiante. De inmediato, mientras el arquero era atendido, parte de la barra Pincharrata se trepó al alambrado detrás del arco, con actitud beligerante. Juan Sebastián Verón se acercó al lugar y enfrentó a los violentos: «¡Bájense la c… de su madre, bájense o los cago a trompadas! ¡Yo siempre pongo huevos! ¡Bajate, te busco y te cago a trompadas!», gritó la Brujita. También se acercaron Gastón Fernández y Mauro Boselli. De inmediato, el árbitro suspendió el cotejo, tras hablar con el jefe del operativo de seguridad.
El presidente de Estudiantes, el arquitecto Enrique Lombardi, fue terminante: «Si es un precio caro que hay que pagar para evitar que los barrabravas ingresen en el estadio, se pagará. Soy nuevo [en la dirigencia] pero quiero terminar con esto. Hay que cortarlo desde la AFA, no con 2 o 3 clubes nada más». El dirigente agregó: «Un sector de la barra quiere dinero y entradas y decidimos no dar apoyo. El árbitro lo suspendió porque cuando se le pidió al jefe del operativo que colocara cuatro policías detrás del arco de Lucchetti dijo que no lo podía hacer, que no daba garantías».
Su par de Banfield, el presidente Carlos Portell, señaló: «La explicación que nos dio el árbitro fue que la policía no daba garantías para continuar con el desarrollo normal. Además de las bombas que detonaron, hubo una tercera que Lucchetti pateó hacia un costado y que no llegó a explotar. Por ello le quedó un hematoma en el dedo gordo del pie derecho. Eran bombas grandes, parecían pelotas de 15 centímetros. No entiendo cómo la policía no pudo observar el ingreso de esos elementos con tanto cacheo. Acá no es una cuestión de que los dirigentes nos pongamos de acuerdo, sino que la misma policía es la que nos tiene que dar seguridad». Sobre qué puede pasar con el partido, Portel agregó: «El árbitro deberá elevar el informe y luego se determinará cómo prosigue esto. Yo entiendo que se seguirá jugando, quizás a puertas cerradas».
El médico de Banfield, el doctor Pablo Pechervsky, habló sobre el diagnóstico de Lucchetti: «Quedó muy aturdido y mareado como consecuencia de la fuerte detonación. No estaba en condiciones de seguir jugando. Lucchetti sufrió un problema acústico y de aturdimiento».
La hinchada de Estudiantes llegó cuando el encuentro ya había comenzado. Según las versiones en Quilmes, 14 ómnibus fueron desviados en la autopista desde La Plata, a la altura de Berazategui, y allí fueron custodiados por la policía. En el grupo «Los Leales» hay internas. Sin embargo, los 3 o 4 que arrojaron las bombas no pertenecerían a esa facción.
Source: Cancha Llena