¿Al gobierno le conviene que suba el dólar paralelo?

Metido en el baile de la corrida, la disparada de la divisa “blue” podría ser funcional al gobierno. En la medida que crece su cotización se hace cada vez más gravoso como inversión y además genera un “colchón sicológico” para futuras correcciones del tipo de cambio oficial. El giro del gobierno para frenar la fuga de depósitos.

En las mesas de dinero de la City algunos experimentados operadores, curtidos en cientos de corridas, corralitos, devaluaciones y todas las catástrofes económicas que los argentinos han asimilado como naturales y cíclicas, crece una sospecha: “El gobierno está dejando correr al dólar blue”.

¿Cuáles serían las ventajas de ese movimiento? Por un lado la tentación siempre presente de darle un “escarmiento” al mercado. Algo similar ocurrió en el 2002. El dólar cotizaba a 3,97 pesos y el paralelo se ubicaba en los 5 pesos, igual que ahora. Cinco meses después bajó a 3,15 pesos, causándole una pérdida gravosa a los que apostaron por la moneda norteamericana.

Claro que era otra situación económica: la Argentina no vivía un proceso de alta inflación con un tipo de cambio semifijo, que produce el descalce que hoy ve el mercado y por eso descuenta una devaluación y se vuelca al dólar.

Pero es verdad que en la medida que se dispara el blue se vuelve cada vez más gravoso comprarlo. Hoy los que operan en ese mercado lo hacen con plata negra y le restan a la cotización lo que se ahorraron en impuestos no gravados. Pero en algún momento si la cotización sigue subiendo esa cuenta va a empezar a dar negativa y acaso tengan que empezar a buscar otras opciones que irremediablemente los van a conducir a algún grado de reingreso del dinero en el circuito formal: desde compra de bienes durables hasta plazos fijos. Ese es un objetivo razonable y sano de este y cualquier gobierno.

Finalmente, la disparada del dólar blue va a impactar en los viajes al exterior que se van a encarecer de manera notable y acaso a dos meses de las vacaciones, termine favoreciendo el turismo local.

Consumo de bienes durables más turismo local, es música celestial para el modelo kirchnerista, basado en empujar lo más posible la demanda interna. En ese sentido, puede ser que la disparada del dólar paralelo le sea funcional al Gobierno. No lo es por supuesto en su impacto en la inflación, al ubicarse como valor de referencia para algunas operaciones.

Por otro lado, está claro que el valor del dólar oficial va a subir y de hecho lo está haciendo. Históricamente se correlacionó la cotización de la divisa con el valor del litro de nafta, acaso por ser el petróleo uno de los motores de la economía global. Como sea, esa paridad se perdió en la Argentina en los últimos tiempos.

El gobierno liberó en buena medida el precio de la nafta Premium que oscila entre los 5 y los 6 pesos, y el dólar se mantuvo planchado. Eso lleva a pensar a los operadores que el valor real de la divisa sería 5 a 1 y finalmente el Gobierno irá convalidando ese ratio.

Contribuye en este sentido el estudio de distintos analistas del mercado, que señalan que limpias de polvo y paja las reservas reales del Central sólo alcanzan para respaldar la mitas de la base monetaria. Apreciar el dólar mejora ese cociente.

En ese marco, que el dólar paralelo se dispare puede funcionar como una suerte colchón sicológico para que la sociedad vaya asimilando la nueva cotización. Es brutal claro y está en las antípodas de cualquier planificación macroeconómica sofisticada. Es muy probable incluso que no haya sido el efecto buscado, sino producto de la impericia nomás. Pero hecha la macana ¿Porqué no aprovechar lo poco que puede arrojar de positivo?

Por supuesto que en el Gobierno niegan todas estas especulaciones y minimizan el impacto del dólar blue. “Antes de los controles de la AFIP, el mercado del dólar paralelo era un 2 por ciento del mercado, hoy bajó al 1 por ciento”, argumenta un funcionario del Banco Central.

“Magnificar la incidencia del dólar paralelo en la economía es una maniobra para meter miedo a la gente, no más que eso”, agrega. Desde la frialdad de los números es razonable el argumento, pero sería ingenuo negar la incidencia de esa variable en la sicología de los argentinos. Sólo que ahora quizás el gobierno haya encontrado en medio de la tempestad, razones para utilizarla en su favor.

Autocrítica estilo k

Como sea, hoy la preocupación central del Gobierno ya no es tanto el dólar sino la pérdida de depósitos de los bancos, que provocó la torpe implementación y peor anuncio de los controles de la AFIP para comprar divisa extranjera.

Es que si bien es razonable que el gobierno quiera controlar el origen de los fondos, lo que se vio con los rechazos masivos y ridículos de la AFIP de los primeros días, fue un intento por bloquear las operaciones, que no hizo otra cosa que traer a la memoria los fantasmas del corralito. Y la consecuencia lógica fue que la gente comenzó a retirar sus depósitos.

El gobierno parece estar elaborando una autocrítica, a su estilo. Esto es seguir manteniendo el discurso, pero ir modificando las medidas en los hechos. No parece casual que Mercedes Marcó del Pont y Amado Boudou se hayan encargado de garantizarle a los bancos extranjeros –los más afectados por la corrida-, que tendrán todos los dólares necesarios tanto para los ahorristas como para la prefinanciación de exportaciones.

Es que en otro efecto indeseado de las medidas, los bancos ante la presión de los ahorristas habían dejado de prefinanciar exportaciones para poder afrontar la demanda de billetes de sus clientes minoristas. Marcó del Pont habilitó así una línea de acceso inmediato a dólares denominada “pases” del Banco Central.

Es que la falta de billetes –que deben importarse de Estados Unidos- acrecienta los temores del público y frente a esto los bancos optan por atesorarlos para responder a sus clientes minoristas. La gran diferencia de la crisis que puso fin a la Convertibilidad es que ahora no hay creación secundaria de dólares y en el Gobierno afirman que si es necesario perderán los 7.000 millones de dólares de reservas que se necesitan para cubrir la totalidad de depósitos en esa moneda que corresponden a encajes del Banco Central.

O sea, existen los dólares para enfrentar la corrida, pero gracias a la torpeza de las medidas está derivó en una presión sobre todos los depósitos y ahí es donde los bancos pusieron el grito en el cielo.

Ahora el kirchnerismo estaría regresando a su estrategia original de presionar uno a uno a los “grandotes” del mercado, como está haciendo Guillermo Moreno con las cerealeras, multinacionales de la alimentación y automotrices, para que liquiden divisas y posterguen la remisión de utilidades. Retoman así la línea que habían insinuado cuando emitieron el decreto que obligaba a liquidar divisas en el país a mineras y petroleras; y silbando bajito parecería que van desmontando la presión sobre el pequeño ahorrista.

Se trata de una estrategia de contención de daños, que en buena hora se instrumente, pero que hacia delante revela que el nuevo entorno macroeconómico –con márgenes de maniobra mucho más reducidos-, está demandando un abordaje integral y con buena calidad técnica de los desajustes de la economía.
Fuente: lapoliticaonline.com