Aún no pueden regresar a sus hogares y pocos aceptan ir a paradores del gobierno porteño. Ayer comenzaron a entregar subsidios que los damnificados consideran insuficientes.
El inflamable sol de noviembre fue ayer más sofocante en la manzana porteña comprendida entre las calles Bartolomé Mitre, Libertad, Lima y Rivadavia. Allí, cientos de personas cargadas con bolsos y mochilas aguardaban tras las vallas colocadas por la Policía Federal para delimitar el área en riesgo de derrumbe luego del desmoronamiento del pasado viernes. El lunes debió ser apuntalada otra torre, la de Libertad 70. Ayer, el gobierno de la Ciudad comenzó a entregar subsidios a los afectados, que reclaman mayores montos, al tiempo que se niegan a dormir en los paradores.
El Ministerio de Desarrollo Social porteño ofreció a los que perdieron sus viviendas y a quienes todavía no pudieron regresar a ellas, entre 300 y 400 pesos por única vez para los solteros, y de entre $ 800 y 1200 a las familias. “Estos montos son para atender la emergencia y para los que no quieren ir a los paradores del gobierno porteño. Cuando el edificio se demuela, negociaremos otras sumas para los que perdieron sus viviendas”, aseguró una fuente de esa cartera. No obstante, Tiempo Argentino recogió testimonios de damnificados que ven la ayuda con otra perspectiva.
José Medina, de 44 años, y Jorge Barba, de 33, eran compañeros de habitación en el Hotel Castel, de Bartolomé Mitre 1213. Ya estuvieron en tres paradores: “El primer día en La Boca, el segundo en Villaflor (Piedras al 3500), y luego en Retiro. En los dos primeros no era un lujo, pero pude dormir, pero es mentira que era sólo para gente evacuada porque había gente en situación de calle. En Retiro, había muy mal olor y no pudimos dormir ni dos horas. Es muy incómodo.” Les dieron un cheque por 1200 pesos, y aunque todavía no lo cobraron, el beneficio les impide volver a dormir en un parador.
Graciela Barano, de 54 años, vive justo enfrente del edificio derrumbado. “Exijo al gobierno de la Ciudad que me dé una solución urgente –exclamó–. Vivo con mi hija de 29 años y dos perras, y no voy al parador, porque no me quiero separar de mis perritas”. Los dos primeros días durmió en la calle.
Fuentes del Ministerio de Desarrollo Social confirmaron que hubo, aproximadamente, 220 evacuados desde el viernes, aunque algunos ya volvieron a sus hogares. No es el caso de la familia Sotelo, también habitantes del Hotel Castel. Fueron a un parador de La Boca pero denunciaron que el baño no tenía puertas ni funcionaban los depósitos. “Estoy preocupada por mi hijo, que nació prematuro, y debo tener cuidado con su salud”, manifestó Sara, de 33 años. “Estamos angustiados y cansados. No se nos dice qué día podremos volver a casa y estamos muy incómodos.”
Beatriz Van-Hees integra la Asociación Amigos de los Animales y las Plantas y denunció: “Queremos que se respete la Ley 24.346 de protección a los animales, porque sabemos que hay seis animales detectados que siguen adentro del edificio. Escuchamos los lamentos de perros y gatos y hablamos en la fiscalía para que encuentren al encargado del edificio, constatar cuántos hay y que los saquen. Son vidas que están sufriendo.”
Personal del Programa Buenos Aires Presente (BAP) y de Emergencias afirmó que están comunicándose con los damnificados para resolver cada caso particular. Sin embargo, Mónica Nizzardo sigue durmiendo en la oficina donde trabaja –la ONG Salvemos al Fútbol–, y dijo a Tiempo que su abogado presentó una querella contra la empresa constructora que habría generado el conflicto y contra el gobierno porteño: “Nadie se comunicó conmigo o con otros propietarios del edificio”, denunció. <
Fuente: El Argentino