Algo más de tres millones de irlandeses acudirán este jueves a las urnas para elegir un nuevo jefe de Estado que sucederá a Mary McAleese, quien finaliza su segundo mandato en medio de una profunda crisis económica, y la necesidad de profundizar el ajuste exigido por la UE.
Hoy se votarán también tres referendos para decidir sobre la rebaja de salarios de los jueces, la ampliación de las competencias de las comisiones parlamentarias de investigación y la protección de la confidencialidad de las comunicaciones de los ciudadanos con sus representantes públicos.
El nuevo gobierno tendrá poco margen de maniobra y estará obligado durante los próximos cuatro años a cumplir las severas condiciones impuestas por la UE y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en el rescate económico de este país, informó la cadena británica BBC.
Por eso nadie puede predecir qué pasará en un país de apenas cuatro millones de habitantes en bancarrota por culpa de un sistema político que no pudo controlar la banca y la construcción durante el periodo de mayor crecimiento económico de su historia.
Todavía en estado de shock por la intervención extranjera de noviembre pasado en las finanzas nacionales, el electorado acude a la cita con la certeza, según todas las encuestas, de que el gobernante partido Fianna Fail (FF) sufrirá una derrota electoral sin precedentes y que el conservador Fine Gael (FG) estará muy cerca de la mayoría absoluta.
A pesar de contar con una significativa ventaja, el apoyo hacia el empresario Sean Gallagher, de 49 años, podría reducirse después de los duros ataques lanzados en su contra por sus rivales, que lo acusan de tráfico de influencias.
Gallagher, famoso por sus apariciones en un reality televisivo, fue acusado de recibir un préstamo sin intereses de 82.000 euros, algo ilegal en Irlanda, y canalizar donaciones para el gobernante FF, partido al que estuvo vinculado en el pasado.
De acusar el golpe, el gran beneficiado sería el candidato del Partido Laborista, Michael D. Higgins, quien a sus 70 años es el más veterano y que en una encuesta obtiene un apoyo del 25%, un 15% menos que Gallagher.
El laborista contó siempre, además, con la ventaja que le ofrece el complejo sistema electoral irlandés, de representación proporcional mediante voto transferible.
Muchas de las segundas, terceras o sucesivas opciones en la boleta electoral que lleve el número uno de Gallagher, pueden ir a parar al laborista o al resto de candidatos.
De ellos, el que más expectativas despertó, pese a que no parece tener muchas posibilidades, es Martin McGuinness, el ex ministro principal norirlandés y antiguo dirigente del inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA).
En tanto, Enda Kenny, líder de FG y quien, según los sondeos, se perfila como el futuro «taoiseach» (primer ministro), reiteró su compromiso de reducir el déficit público hasta el 3% del Producto Bruto Interno (PBI) irlandés en 2014, aunque la solución, dice el candidato, no pasa por una suba de impuestos que «destruye empleos», sino por «recortes presupuestarios».
Los últimos sondeos otorgaban al Sinn Fein (SF) 11% de los votos, lo que supondría incrementar su bancada de cinco a 13 diputados, mientras que el FF podría llegar a perder más de 50 escaños.
Por su parte, el FG ronda el 40% de apoyo, lo que podría dejarle muy cerca de los 83 escaños que dan la mayoría absoluta.
En Irlanda, el presidente de la República ostenta funciones representativas y protocolares (no ejecutivas) y es electo por un mandato de siete años, prorrogable sólo una vez.
Los candidatos deben ser ciudadanos de la República de Irlanda, superar los 35 años de edad y ser nominados al menos por veinte parlamentarios (miembros de la Dail y del Seanad), o al menos por cuatro ayuntamientos o consejos de condado, o por su propia voluntad si se trata del Presidente en ejercicio que aspirara a la reelección.
Fuente: diariohoy.net