El viaje de la presidenta Cristina Fernández a Alemania fue hecho en un avión cedido por una empresa minera de origen canadiense, levantando fuerte polvareda en el ambiente político nacional. Por qué la hipocresía gana terreno dentro de la clase dirigente, y la cada vez mayor menemización que sufre el matrimonio presidencial.
La historia nos sirve para reflexionar sobre lo que ocurrió en el pasado y poder entender por qué sucedieron hechos a lo largo de la misma que a veces parece que vuelven a repetirse en un futuro cercano. La historia es una evolución, de ahí que no debamos asumirnos como un producto acabado, definido, sino como uno histórico en movimiento, que va integrándose con los nuevos sucesos que ocurren.
Sería interesante por el bien de los argentinos, que la clase dirigente canalizara un poco el discurso y se pusiera los intereses del país por sobre los individuales, dando de esa manera una nueva fuerza a la Argentina, para poder de esa manera volver a ser una potencia en el mundo, tal cual lo supo ser hace algunas décadas atrás.
Desde su llegada al poder, el kirchnerismo se empeñó en llamar “segunda década infame” al gobierno de Carlos Menem y en realizar acciones que marcaran una gran contradicción con lo que había efectuado el riojano en sus años de gobierno. Pero la realidad marca que a pesar de lo dicho, no se pasó del hecho meramente discursivo, y las acciones nunca han estado tan distanciadas de lo hecho en los ’90.
En el día de hoy se conoció la noticia de que el viaje de la presidenta Cristina Fernández a Alemania no se hizo con ningún avión de la flota presidencial, sino que se realizó por medio de un avión cedido por una minera de origen canadiense, despertando una fuerte polvareda en el ambiente político nacional.
El diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca sacó a la luz que horas antes de emprender el viaje a Alemania, el gobierno nacional fue anoticiado por autoridades germanas de que si el Tango 01 aterrizaba en suelo europeo sería embargado en forma automática por el reclamo de un grupo de bonistas alemanes que se quedaron afuera del canje de bonos de la deuda en default.
La Jefa de Estado viajó entonces al país alemán en un avión que habría cedido una corporación minera canadiense que tiene grandes negocios en el interior del país y que saca cuantiosas fortunas con los recursos naturales argentinos, sin que por el momento se haga nada desde el Estado nacional para detener esta fuga gigantesca de ganancias.
A esto hay que sumarle el gran inconveniente que tuvo el stand argentino en la Feria Internacional del Libro de Frankfurt para conseguirlo, ya que no pudo estar a nombre del estado argentino, sino que el mismo debió ponerse a nombre de la Fundación Exportar, ya que ese organismo figura como entidad mixta con aporte de capitales privados, lo que impide el accionar de la justicia a favor de los bonistas alemanes. Un nuevo papelón en la historia de relaciones internacionales de la Argentina, que no hace más que seguir perdiendo prestigio a nivel internacional.
Pero si se hace un poco de memoria, se podrá ver que en cuanto a llamar con toda clase de epítetos al menemismo por su frivolidad en los actos públicos, el kirchnerismo no se quedó atrás. Los hechos indican que por ejemplo se usan a diestra y siniestra los aviones de la flota presidencial para uso privado de los miembros del gobierno, o lo que sucedió por ejemplo con la hija del matrimonio presidencial, Florencia Kirchner, quien utilizó hace unos meses atrás uno de los aviones pertenecientes a la flota presidencial, como lo es el Tango 10, para asistir al cumpleaños de una de sus amigas en Santa Cruz.
Además, en relación al hecho de que fuera precisamente un empresa minera la que dio el avión al gobierno para realizar su viaje a Alemania, vale contar el almuerzo gestionado por el gobernador sanjuanino José Luis Gioja que tuvo la presidenta de la Nación en la pasada Cumbre del G-20 con directivos de la empresa Barrick Gold, para alentar inversiones en el país, lo que lleva a preguntarse si al gobierno nacional le importa realmente el tener una política minera congruente de cara al futuro o sí sólo vale conseguir beneficios hoy en día, sin importar las consecuencias al medio ambiente y a la población en general que dejarán dichas empresas.
Esta contradicción es más dramática aún, cuando se ve la pasividad opositora, siendo desconcertante el accionar de los dirigentes que proponen un cambio a las políticas kirchneristas, y en realidad no tienen una solución real a los problemas de la Argentina. Esto determina un panorama desolador para los argentinos y los que habitan de buena fe el suelo nacional, que a esta altura termina siendo incomprensible tanta impericia e incapacidad por parte de clase dirigente.
Fuente: www.agenciacna.com