El veterinario que impulsó el desarrollo de la vacuna contra la principal zoonosis del país, y que registra 450 casos anuales en humanos, en su mayoría niños menores de cinco años, se ilusiona con que bajen las cifras de infección.
Si las instituciones privadas y los organismos del Estado trabajamos juntos, puedo permitirme soñar que en diez años bajen las cifras de hidatidosis. Tengo la esperanza de estar vivo para ver que la Argentina no tenga chicos con esa enfermedad”, dice a Tiempo Argentino Oscar Jensen, médico veterinario, integrante del Departamento de Investigaciones de la provincia de Chubut e impulsor de la vacuna contra la principal zoonosis del país, que registra al menos 450 casos anuales en humanos, en su mayoría, niños menores de cinco años. Y es comprensible que apele a la esperanza: todavía hay 500 mil chicos y 50 mil pequeños productores de ovinos, caprinos y llamas, que viven en zonas de riesgo de contraer hidatidosis.
Con 58 años de edad, hace 30 que Jensen trabaja para combatir esta enfermedad parasitaria que afecta a los animales y se contagia al ser humano con mucha facilidad. El jueves pasado se presentó la vacuna para prevenirla, que será producida en el país y en cuyo desarrollo participaron investigadores de Australia y Nueva Zelanda, además de expertos de la Secretaría de Salud chubutense y del Centro Regional de Investigación y Desarrollo Científico Tecnológico y del Centro de Virología Animal, ambos del CONICET.
Será aplicada en animales, con la idea de prevenir su futura transmisión en humanos. Se llama “Providean Hidatil EG95” y será producida en la Argentina por la compañía biofarmacéutica Tecnovax. La eficacia del producto fue comprobada en 1995 y desde entonces Jensen buscó apoyo estructural y económico. Hoy dice: “Siempre fue una enfermedad olvidada por el Estado. En los años que trabajé en el tema nunca me había escuchado un ministro de la Nación. Ahora tengo la sensación de que el Estado quiere empezar a ocuparse. Eso me abre una esperanza grande.”
–¿Qué es la hidatidosis?
–El parásito Echinococcus granulosus se aloja en ciertos órganos del ganado ovino, bovino, caprino y camélido, sobre todo en el hígado y los pulmones, donde forma quistes. Cuando se faena ese ganado, el pequeño productor suele ofrecerle las vísceras crudas a su perro, que se infecta y desarrolla el parásito en su intestino. El hombre se contagia cuando bebe agua o productos que fueron lamidos por esos perros o cuando tiene contacto directo con ellos. Se calcula que un 6% de los perros tiene hidatidosis, pero como los animales viven menos que los humanos, no llegan a presentar una enfermedad grave porque los quistes no tienen tanto tiempo para agrandarse.
–¿Qué consecuencias trae?
–Al principio, los quistes son muy chiquitos, pero pueden estar en cualquier lugar del organismo, incluso en el cerebro. Son de muy lento crecimiento y asintomáticos. Pueden hacer que los animales produzcan hasta un 10% menos de carne o de lana. Estos quistes recién provocan síntomas cuando tienen tres o cuatro centímetros de diámetro. Generan síntomas respiratorios si están en el pulmón, hepáticos en el hígado, y muy graves si están en el cerebro. En el hígado o en el cerebro de una persona, pueden producirle la muerte.
–¿Se realizan controles en la actualidad?
–En las provincias de Chubut y Río Negro, tenemos hace muchos años un programa de búsqueda asintomática de quistes hidatídicos. Vamos a escuelas de pueblos chicos del área endémica, que en nuestro caso es desde el centro hacia la cordillera, y a los chicos les hacemos ecografías abdominales y análisis de sangre. Lo mismo se hace con la gente grande en los puestos sanitarios. Detectamos el quiste antes de que produzca síntomas y lo tratamos con un antiparasitario para evitar la cirugía. Buscamos difundir esta enfermedad para que haya prevención. Hace 30 años, la Patagonia era la zona de más casos porque, para que exista esta enfermedad, tiene que haber ovejas, vacas y perros conviviendo en un lugar. Si esos perros no están desparasitados, se transmite. En Chubut, cuando empezamos con el programa, teníamos 84 casos cada 100 mil habitantes. Ahora estamos en diez casos, y la mayoría recibe tratamiento. Pero es una enfermedad “subnotificada”, es decir, se notifican menos casos que los que hay. También hay acciones de detección en Tierra del Fuego, Neuquén, San Juan y Catamarca.
–¿Qué cambiará esta vacuna?
–La idea es implementar medidas de control en los lugares donde aún hay hidatidosis y sumar esta nueva herramienta: desparasitación de perros, control de faenas y vacuna. Pedimos que el Estado ayude al pequeño productor de ovejas, cabras y llamas, que tiene esos animales para vivir, que le compre la vacuna y desparasite a sus perros. Además, lo ideal sería que se implementara un programa nacional de control de la hidatidosis.
–¿Cómo empezó usted a ocuparse de este tema?
–Yo viví en el campo, soy hijo de un productor rural de la meseta de Santa Cruz. Estudié veterinaria porque quería trabajar con ovejas y cabras. Cuando me recibí, me ofrecieron trabajar en salud pública y me apasionó. Chubut me dio trabajo, y le dediqué mi vida a esta enfermedad. <
Fuente: Tiempo El Argentino