
En cada pausa, cada párroco bendecía a los devotos con las reliquias de Santa Rosa tomando el relicario con los extremos de la capa humeral -la misma que se usa para la bendición con el Santísimo-. Una vez hecha la bendición, capa y relicario eran entregados a otro párroco para repetir el acto.
Finalizado el recorrido, se invitó a los fieles a ingresar al templo donde se entonó la canción «Rosa de Lima» y el Himno Nacional Argentino. Luego una religiosa chilena de la comunidad de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, rezó una oración por los mineros atrapados en las profundidades ante la imagen de Santa Rosa, y el prelado bendijo a los presentes con las reliquias de la Patrona.
“Contemplando la vida de Rosa, nos queda la enseñanza de que la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás. Ella, por el caminito de la obediencia, el silencio y el sacrificio, nos demostró que el Evangelio nos ayuda a descubrir que un cuidado enfermizo de la propia vida atenta contra la calidad humana y cristiana de esa misma vida. Se vive mucho mejor cuando tenemos libertad interior para darlo todo”, recordó.
Monseñor Poli también destacó la fe eucarística de Santa Rosa, al señalar que “ella tomaba de cada sacramento del amor lo que necesitaba para su entrega sin reservas. Y sin moverse de su pequeña celda, Dios le dio la gracia de estar presente en cada misa celebrada en los templos de Lima”.
“Conocemos que imitando a su Amado, que no vino a ser servido, sino a servir, lavó los pies de indios, mulatos y negros, hombres y mujeres, y cultivó una delicada caridad sin excluir a nadie”, subrayó.
Otras celebraciones en el país
No sólo en La Pampa se veneró a Santa Rosa de Lima. También se la honró a lo largo del país, en más de sesenta templos dedicados a la patrona de América Latina y de la Independencia Argentina, como en los santuarios puestos bajo su advocación en Buenos Aires y en Mar del Plata.
En Buenos Aires, el momento culminante en la parroquia Santa Rosa de Lima, fue la procesión por las calles del barrio porteño de Balvanera con la imagen de la santa, que fue llevada en una «anda», de cerca de 1.300 kilos de peso, por los 28 integrantes de la Hermandad del Señor de los Milagros, en su mayoría de origen peruano, que la balanceaban a los lados a modo de saludo. Tras recorrer unas 14 cuadras a paso lento, la imagen regresó a la basílica, donde fue recibida por la concurrencia con pañuelos, agitar de banderas y aplausos. En tanto, el obispo auxiliar de Buenos Aires, Vicente Bokalic Iglic, presidió la misa solemne concelebrada por el párroco del templo, sacerdote Alberto Sorace.
En Mar del Plata, el obispo local, monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió la procesión y la posterior misa en la parroquia dedicada a la primera Santa Latinoamericana. El templo, ubicado en el corazón del barrio 9 de Julio, se colmó de fieles. El prelado destacó la virtud de la penitencia, la humildad y la belleza “interior y verdadera” que caracterizaron a la santa. “Ella siempre se sintió muy pequeña, y quiso desaparecer ante los ojos de los hombres, su fama corría en Lima pero ella se escondía”, recordó. En el marco del Año de la Familia en la diócesis, el prelado pidió a Santa Rosa, “que nos ayude a valorar nuestras familias y a hacer el bien en la nuestra, pero también en la Iglesia y la Patria, nuestras familias más grandes”.