Por Guillermo Cherashny para el Informador Público
Varios meses atrás, el periodista José Eliaschev desató una fuerte polémica al denunciar un supuesto acuerdo entre Argentina e Irán para dejar a un lado la responsabilidad de este país en los atentados a la embajada de Israel y la AMIA. A esos efectos, se habría creado un paraguas diplomático similar al que utilizó Menem en el conflicto por las islas Malvinas. De este modo, se podría incrementar el intercambio comercial con Irán, que es justamente lo que está ocurriendo en los últimos meses.
La presencia de nuestro embajador en la ONU Jorge Arguello durante el discurso del excéntrico presidente Mahmud Ahmadineyad ante la Asamblea General fue el implícito reconocimiento de que la diplomacia secreta entre Teherán y Buenos Aires está dando sus frutos. El caso es que las fuertes reacciones -internas y externas- por el acercamiento a Irán habrían disgustado seriamente a la presidente, al punto de que algunos de sus allegados deslizarían que la aproximación a Irán traerá más perjuicios que beneficios.
Shopping
Otro tema que habría causado el mal humor de Cristina habría sido la nota publicada por el New York Post -el diario de Robert Murdoch- que citaba a Informadorpublico.com, acerca de la compra de 20 pares de zapatos de Christian Louboutin realizada días atrás por la presidente en su suite del hotel George V, junto con carteras de Louis Vuitton y Hermès. Uno de los grupos que mostraron indignación por el shopping presidencial fue la American Task Force que nuclea a los holdouts, es decir, a los bonistas de títulos argentinos que quedaron fuera del canje. Pero lo más grave es que el artículo del Post compara a Cristina con el presidente de Ruanda, Paul Kagame, que en Nueva York pagó U$S 16.000 dólares por una suite en el Mandarín Oriental, el hotel donde también se alojó CFK, ubicado en Columbus Circle y 60 Street, en el exclusivo barrio de Central Park West, con vista desde sus ventanas al famoso Central Park.
Por esto se puede deducir el “nunca menos”, es decir, que también CFK pagó U$S 16.000 por su suite en Nueva York. Al mismo tiempo, se dio el lujo de rechazar una entrevista con Christian Lagarde, la directora gerente del FMI, quien reclamaría que en 90 días se normalicen las estadísticas oficiales de la Argentina, o sea, el INDEC, como condición previa para las negociaciones con el Club de París.
En materia de negociaciones hostiles, el kirchnerismo tiene experiencia. Allegados al ex ministro de economía Roberto Lavagna recuerdan la histórica negociación hostil en la que Kirchner realizó una quita del 66% de la deuda, dejando afuera más de U$S 20.000 millones.
Vale recordar la anécdota de cuando Lavagna y el entonces presidente Néstor Kirchner estaban analizando la propuesta de quita y las posibles represalias de los países cuyos acreedores se negarían al canje. Entonces sonó el celular del presidente, quien atendió a su hijo Máximo. Kirchner habría escuchado atentamente durante dos minutos a su hijo y de repente comenzó a gritarle, diciéndole: “Máximo, ya te dije los alquileres se pagan del 1 al 5; si 22 locatarios te pagaron en fecha, al número 23 pedile el desalojo”, y cortó la comunicación. Lavagna, que estaba presentando una negociación por 80.000 millones de dólares, se sorprendió de que el primer mandatario se ocupara del alquiler de un departamento en Río Gallegos, pero se repuso y le presentó la propuesta, que fue aceptada de inmediato. La segunda negociación de la deuda estuvo a cargo de Amado Boudou y Hernán Lorenzino y tuvo bastante éxito, aunque varios grupos importantes se quedaron afuera.
Volviendo a las compras de la presidente, ella debería ser muy cuidadosa con sus gastos personales en el exterior, por razones políticas y no económicas. La realidad es que tiene una posición económica holgada, que le permite esos gastos y nunca criticamos eso. Solamente informamos sobre las compras en París sin emitir opinión. Es más, creemos que la presidente está en su derecho de usar los mismos zapatos que Sara Jessica Parker, Kate Moss, Cameron Diaz y, por supuesto, Carla Bruni, ya que recientemente fue ubicada entre las 20 mujeres más influyentes del mundo. Así es que puede comprarse todo el vestuario que quiera y no tiene necesidad de desmentirlo, ya que a la gente que la vota le importan poco o nada esas compras.
Fuente: El Informador