Perfil bajo, cree que se habían generado “demasiadas expectativas” sobre él y dice que Boca no lo cambió: “Disfruto de mi familia y de mis amigos”. Su infancia dura y este presente feliz.
Cuando se piensa en un gol de Erviti, no es uno de cabeza…
-No, primero es difícil pensar en un gol mío… Me exigen que pise el área y haga goles… Parece que hubieran visto alguna vez a otro Erviti, porque en 100 partidos en Banfield había hecho cinco goles. Acá, en 20, ya llevo tres. Siempre deseo hacer goles, pero no es mi función primaria.
-¿Por qué ese festejo? -Con todo respeto lo voy a decir: yo tengo pasado en Banfield y la gente de Lanús cada vez que voy a su cancha me insulta mucho, me canta cosas… Y justo hacer el segundo y de cabeza, fue raro, no lo podía entender. Pero, por sobre todo, era un partido importante para nosotros, y para ellos también.
Es el día después. Le cuesta superar esa incomodidad frente a los micrófonos. Para colmo, no bien comienza a hablar, Viatri asoma por la puerta del vestuario y lo empieza a molestar. “¡Araceli, Araceli!”, le dice, tal vez por el nuevo corte de pelo. Walter Erviti hace un silencio, sonríe e intenta seguir. Sabe que es su día. Y por eso se esfuerza. “Soy muy tímido”, avisa, en la charla con Olé . Y enseguida, como clave para esta resurrección, agrega: “Con el tiempo, uno también se va a acomodando a los compañeros, se integra más. Al principio me cuesta entrar a los grupos. También está claro que cuando ganás, las cosas son más fáciles, la convivencia es mucho mejor y todo parece color de rosa”.
Ya en la séptima fecha de este segundo torneo en Boca, sin embargo, parece haber superado ese período de adaptación. Sus goles y su rendimiento, la punta del torneo para el equipo, son muestras. Es el día después de su gol a Lanús, el gol del triunfo en el duelo de punteros.
-¿Ahora se ve el jugador que Boca fue a buscar? -Boca superó rivales de jerarquía y eso nos hace bien a todos, nos da confianza. Yo estoy feliz por lo que hace Boca y obvio que eso me hace muy bien. Ser parte de un equipo que gana y que juega bien, me da más libertad para jugar.
-Hubo un cambio positivo en tu juego, ¿decís que se debe más a lo grupal que a lo individual? -Yo estoy tratando de demostrar que puedo jugar en Boca, que tengo la capacidad y el deseo para hacerlo. Pero está claro que no soy un jugador distinto, ni me acerco a lo que me han querido pintar. Yo necesito ser parte de un equipo que juega bien para poder hacer las cosas bien.
-¿Sentís que te quisieron hacer creer que podías ser el conductor de Boca? -A mí no, le han querido hacer creer a los demás. Yo tengo claro lo que soy como jugador, cuáles son mis funciones y cuáles son mis características. Muchos no me conocían, porque no me habían visto jugar en Banfield y me exigían goles y también ser líder del equipo cuando son funciones que yo nunca había cumplido dentro de un equipo. Soy un volante mixto y nada más.
-¿Te perjudicaron las expectativas generadas? -Sí, a ver… Yo era consciente de que se habían creado demasiadas expectativas, por eso tampoco creí todo lo que se decía a favor y en contra.
-¿Te ayuda contar con Riquelme en este nivel? -Román es el mejor jugador que tenemos y del fútbol argentino. Te simplifica todo, jugando así se hace mucho más fácil para nosotros. Dios quiera que podamos seguir así, él y el resto.
-Son pocos los equipos que dan diez pases seguidos. Boca puede…
-Porque tenemos jugadores y la confianza para hacerlo, y entendemos que es el mejor camino para llegar al éxito. Y tenemos a un jugador como Román, que es el iniciador de juego, nos encamina a eso, siempre quiere la pelota al pie, te la da al pie, quiere mantener la pelota. Sabemos que si tenemos la pelota, el rival no nos puede lastimar. Hemos tratado de buscar este camino.
“Un gol, dos goles, tres goles…”. El que ahora lo molesta es Schiavi. Pasa junto a Erviti y bromea con el nuevo goleador de Boca. No hay respuesta. Apenas una mirada de reojo y una sonrisa. “Un gol, dos goles, tres goles…”, insiste el Flaco, quien sufrió estas mismas gastadas unas semanas antes, luego de su gol a Independiente. Y da lugar a otra sonrisa de Erviti.
-Se te ve más alegre.
-Yo siempre, desde el primer día que llegué a Boca, dije que estaba feliz por lo que significaba en mi carrera. Desde el primer día lo disfruto y hoy, gracias a Dios, también puedo disfrutar de los resultados. Boca te abre puertas, un montón de cosas que vivís en el día a día y eso lo estaba disfrutando al máximo, sólo que no acompañaban los resultados. Pero sabía que iba a mejorar.
-¿Cambió tu vida durante este tiempo en Boca? -Tengo una forma de ser muy particular, con un grupo familiar cerrado. Yo vengo a entrenar y me voy a mi casa, es la única parte del día en la que soy futbolista. Por ahí, muchos se enojan o no entienden que me da vergüenza hacer notas, pero trato de vivir de otra manera, tengo prioridades que son mi familia, mis hijos, y cuando termino de entrenarme, trato de disfrutar con ellos.
-¿Que hacés ahora cuando llegás a tu casa? -Convivo con mis hijos, con mi señora, con los pocos amigos que tengo en Buenos Aires. Trato de hacer la vida como ser humano. Es la parte que disfruto. Yo valoro mucho la posibilidad que Dios me da de tener la vida que tengo, porque en la infancia la he sufrido mucho. Hoy trato de disfrutar al máximo con la gente que quiero disfrutar.
-¿Qué te gusta comer? -Asado.
-¿Lo hacés vos? -No tengo ni idea cómo se prende el fuego. Soy un desastre.
-¿Qué lugar te gusta para ir de vacaciones? -Mar del Plata, mi ciudad. Pero mi señora no quiere saber nada, tengo una lucha cada vez que se acercan las vacaciones. Yo quiero ir a Mar del Plata y ella, subirse a un avión. Aunque sea ir a Tandil, pero en avión…
-¿Tenés o tuviste algún ídolo? -No creo en los ídolos, siempre me fijo en los jugadores que manejan mi posición. Verón, Román… El Tata Martino me encantaba cuando era chico… Pero no creo en los ídolos.
-¿Qué es lo que más te gusta hacer con tus hijos? -Verlos crecer, compartir tiempo. Con este trabajo, los fines de semana no estamos y nos perdemos de verlos. Para ellos no es bueno no estar cerca de los padres. Y tampoco lo es para nosotros, sobre todo en la etapa de crecimiento en la que están, en la que pueden llegar a necesitarnos más todavía.
-¿Los llevás al colegio? -Los llevo al colegio, a hacer deporte…
-¿Jugás a la Play con ellos? -Jugamos a la Play. Bah, ellos juegan a la Play conmigo, ja. Todo el tiempo jugamos. Me encanta jugar con mis hijos, y a ellos conmigo…
-¿Con qué equipo? -Yo juego con el Barcelona y ellos con el Real. Siempre hacemos clásicos. Pero, últimamente, jugamos los tres juntos en el mismo equipo hasta que el más chiquito no pasa la pelota, nos empezamos a pelear y se termina la Play. El más chiquito, Felipe (5 años) es muy egoísta, quiere hacer todo solo. Santiago es el más grande (7).
-¿Les gusta ir a la cancha a verte? -Sí, sí. No vienen muy seguido, tampoco quiero que convivan con estas cosas, en algún punto siento que pueden llegar a sufrir. Trato de que, si les gusta, que vengan pero según el partido y el momento…
-No querés que escuchen insultos, la locura…
-Tampoco me gusta que un nene ande insultando, no me parece una buena educación. Está claro que los insultos están en todos lados, pero trato de acompañarlos y guiarlos.
-A uno de tus hijos lo trajiste vestido de Boca a un entrenamiento…
-Sí, y en Banfield fueron vestidos de Banfield y en San Lorenzo… Los dos me dijeron que desde que llegué son de Boca. Yo les pregunté de qué cuadro van a ser el día que me vaya y me dijeron que van a seguir de Boca. Vamos a ver… Ahora pueden elegir. Antes los vestía yo.
-¿Van a jugar? -Van a hacer lo que quieran. Ahora juegan, aunque a veces se enojan, sobre todo el más grande, y dejan de ir. Yo voy a ser feliz viéndolos felices. Yo tuve un gran apoyo de mi papá y voy a darles el mismo apoyo sin exigirles nada salvo que sean respetuosos y agradecidos. En lo demás, tanto en el colegio como en lo que puedan elegir para su vida, los voy a acompañar.
-Más allá de que hagan lo que quieran, por tu experiencia, ¿te gustaría que fueran futbolistas? -Yo no me puedo quejar de lo que me ha dado el fútbol. Se sufre, tuve momentos difíciles, pero por otro lado tengo una gran vida. Siempre deseé ser futbolista. Y no sé si ellos lo desean tanto. Ni si se bancarán las que me banqué yo para estar donde estoy.
-¿Qué te bancaste? -Y, de muy chico me fui de mi casa a los 14 años porque sabía que el futuro estaba acá. En las Inferiores de River vivía enfrente del club y me daban de comer en un lugar que los lunes cerraba y, entonces, los lunes no comía. Me tuvieron ocho meses a prueba y a fin de año me dijeron que no servía, que no tenía físico para jugar. Son golpes difíciles de asimilar a esa edad. Y después, en las Inferiores de San Lorenzo, no jugaba nunca hasta que llegó Ruggeri, me llevó a la Reserva y me hizo debutar en Primera. Estuve dos años y medio en los que sólo me entrenaba. Es difícil, uno va creciendo y no avanzás. Después, cuando uno debuta, si bien las cosas son difíciles entre comillas, ya son más fáciles. Uno sabe que está en un equipo de Primera y va a depender de uno.
Fuente: Olé