Negó que los precios récord tengan la culpa en la crisis global. Cree que hay el riesgo de que se enfríen las economías centrales, pero que la demanda de alimentos aumentará.
El ministro de Agricultura, Julián Domínguez, rechazó ante el Grupo de los 20 (G-20) que los altos precios de los commodities agrícolas tengan una dosis de responsabilidad en la crisis internacional y consideró que el principal riesgo de la economía global es el posible estancamiento de las naciones centrales.
Domínguez llegó ayer a Estambul, Turquía, para participar de la reunión de ministros de Economía y Finanzas del G-20, en la que la volatilidad y los altos precios de los alimentos volverán a estar en el centro de la escena. Estambul se constituirá en el preámbulo del encuentro de presidentes y jefes de Estado del G-20, que se desarrollará en noviembre en la ciudad francesa de Cannes. Para ese momento, Francia espera contar con el aval de la mayoría de los países del bloque para aplicar limitaciones a las inversiones financieras en las materias primas rurales, algo que es rechazado de lleno por los países productores, entre ellos Brasil y la Argentina.
A Estambul iba a viajar el ministro de Economía, Amado Boudou, pero el fin de semana la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, resolvió que su candidato a vice se quedara en Buenos Aires y envió a Domínguez a Turquía. Aunque no hubo explicación oficial sobre el cambio, se estima que la instrucción fue dada por la temática del encuentro.
El principal riesgo en la economía global, hoy, no pasa por los aumentos de los precios de los commodities, ni por el sobrecalentamiento de las economías emergentes, enfatizó Domínguez, según un comunicado de la cartera que conduce.
Y apuntó que el problema es la caída del producto global y la posibilidad cada vez más concreta de un largo período de crecimiento estancado en los países desarrollados.
Más adelante, el ministro puntualizó que la demanda de alimentos de la población mundial es creciente en cantidad y calidad. Y la oferta es cada vez más restringida. Añadió que en la Argentina se está poniendo todo el empeño nacional en dar respuesta a esta meta, incrementando el grado de calidad para generar valor agregado y así industrializar la ruralidad.
Y apostó que, a partir del Plan Estratégico Agroalimentario (PEA) lanzado la semana pasada, el país podrá incrementar la producción de alimentos en 10 años cuando el resto de planeta lo va a hacer en los próximos 40 años.
Al exponer los avances de la tecnología aplicada a la producción agroalimentaria, el ministro expresó que la primera revolución de la pampa en la Argentina, hizo posible que cerca del 80% de la superficie utiliza siembra directa. Esta decisión se sustenta en una amplia gama de razones, dentro de las que destacamos la reducción de costos operativos, la simplificación de las tareas y la mejora de la eficiencia de la mano de obra.
Fuente: cronista.com