Todos unidos triunfaremos

Hubo una imagen, en medio de tanta crispación, que testimonia lo que fue el Independiente-equipo anoche: en el festejo del gol de Pellerano se juntaron en un ramillete los 11 jugadores. Sí, hasta Gabbarini cruzó la cancha para treparse al grito.

Hasta ahí, 20 minutos, el flamante 4-2-3-1 de Cristian Díaz se debatía entre el mirame y no me toques, y las ganas de ir por un triunfo necesario. A partir de ahí, se tranquilizó, empezó a manejar mejor la pelota y, por lógica pura, dispuso de chances para agrandar el resultado.

Contó, eso sí, con la inestimable ayuda de San Martín. O más precisamente de Grabinski y compañía. Porque el ex Racing nunca rechazó esa pelota sin dueño (pegó casualmente en la mano de Marco Pérez) que metió Pellerano y se agachó en el centro de Cabrera (partió en offside) que cacheteó Pocjrnic y metió en su propio arco Cantero con su cadera. Insólito para una noche insólita.

Pero claro, no por casualidad o una cuestión fortuita es que se fue Mohamed. Independiente es inestable y le falta firmeza, por eso el precoz descuento de los sanjuaninos al comenzar la parte final fue una especie de fantasma paralizador para los locales, que igual no ampliaron la ventaja por esos recurrentes fallidos de los colombianos Vélez y Pérez a la hora de definir (Iván trastabilló y Marco la tiró afuera, ambos de cara al arquero).

Y en un torneo tan inestable y parejo, Independiente sacó la cabeza y se puso a cinco de Rafaela. Todos unidos (el plantel) triunfaremos.

Fuente: Olé