Un final cantado

Mohamed, acorralado por la falta de resultados y por una barra que fue a insultarlo, le avisó a Comparada que se va. Hoy se despedirá del plantel.

Porque Julio Comparada le soltó la mano y lo acorraló con insultos. Porque no le trajeron casi ninguno de los refuerzos que pidió. Porque el afán de especular con la venta de Patricio Rodríguez -en lugar de operarlo a tiempo- provocó que se quedara, para las finales, sin el único jugador desequilibrante de este equipo. Porque le deben cuatro meses.

Tiene razones Antonio Mohamed para presentar su renuncia como técnico de Independiente.

Anoche, tras el 0-1 ante Boca, cuando los cantitos armados se empezaban a hacer oír, charló en el vestuario con el presidente y le comunicó que “no se sentía con fuerzas para revertir la situación y que mañana (por hoy) iba a ir a al entrenamiento a despedirse del plantel”, le contaron a Olé . Como en Huracán (Apertura 07). Como en Colón (Apertura 2010). Otra vez fue una caída contra el Xeneize la que marcó el final de un ciclo suyo.

Fueron 11 meses de trabajo. Un 5 de octubre dirigió por primera vez a este plantel. Y un 5 de septiembre les agradecerá por su compromiso y dedicación hasta el último partido. Es difícil, por más que alguno de los futbolistas (o el grupo en sí) le pida que siga, que el Turco revise una decisión que está deglutida.

Desde el lado de la dirigencia, lógico, tampoco se desvivían por sostenerlos. Las dos caídas coperas (Suruga Bank y Recopa), ésas que de ganarlas le hubieran permitido al Rojo volver a ser el máximo ganador de títulos internacionales en el mundo, agotaron el crédito que el Turco había obtenido con la Sudamericana. Y se puso en observación todo lo que molestaba de su trabajo: las dudas en la preparación física y las recurrentes lesiones (40 en 20 jugadores en todo el 2011); las críticas públicas del DT en cuanto a la no llegada de refuerzos; declaraciones antipáticas (ejemplo: “Lanús tiene más chequera”); y, lo más importante, haber perdido la brújula futbolística, que es lo que más le duele al hincha. Porque el equipo dejó de tener una identidad y no se sabía cómo formaba.

Se va, entonces, con menos del 50% de efectividad, con tantas victorias como derrotas (16), sin problemas inmediatos con el promedio y un título en la valija que todos festejaron. Incluso, los que anoche lo empujaron a irse.

Fuente: Olé