Murdoch sobornó a las víctimas de las escuchas

El hijo del magnate australiano ha reconocido que compró con más de un millón de dólares el silencio de una persona que había sido interceptada. También sobornó a un reportero que incurrió en espionaje.
James Murdoch ha escrito una carta a la Cámara de los Comunes de Reino Unido en la que finalmente admite la verdad. El diario británico The Telegraph informa de que James Murdoch desembolsó unos 1,15 millones de dólares para acallar al presidente de la Asociación Profesional de Futbolistas, Gordon Taylor. Fue lo que se llamó un acuerdo de confidencialidad.

El hijo de Rupert Murdoch también pagó más de 400 mil dólares a Clive Goodman, definido por The Telegraph como un criminal confeso. Estos pagos se realizaron a través de News International, filial en Reino Unido de la corporación News Corporation de su padre.

Clive Goodman fue reportero del semanario News of the World, el dominical que tuvo que cerrar por el escándalo de las escuchas. En 2007 fue condenado a cuatro meses de cárcel por espiar los mensajes telefónicos de la familia real. En el tercer mes de arresto recibió 150 mil dólares y en otros dos pagos más recibió, respectivamente, 250 mil y 21 mil dólares.

De confirmarse esta información de The Telegraph, el mismo Murdoch habría desmentido lo que afirmó el pasado 21 de junio ante la Cámara de los Comunes, esto es que su filial News International no sabía y no conocía de ninguna interceptación telefónica.

Las revelaciones de James Murdoch no son casuales: este martes, la Cámara de los Comunes publicaba una carta de Goodman, escrita en 2007 y dirigida a News International, que complicaba de manera definitiva a los Murdoch. En esa misiva, Goodmon recordaba a la empresa que a él le habían garantizado su puesto de trabajo para cuando saliera de la cárcel si no comprometía a la compañía judicialmente.

En el escrito, el ex reportero también hacía mención a las reuniones en el semanario News of the World en las cuales se daba por hecho la realización de interceptaciones telefónicas para obtener información. «Esta carta es la prueba más importante de que ha habido un gigantesco encubrimiento», dijo el diputado Tom Watson, miembro del comité parlamentario que publicó el documento.

Atrapado por esta prueba, James Murdoch parece haber confesado el montaje de lo que sostenían hasta ahora: que ni él, ni su padre, un magnate autraliano considerado uno de los hombres más poderosos del mundo, tenían relación ni sabían de las interceptaciones telefónicas de sus propios medios de comunicación.
Fuente: infobae.com