Sánchez y Aguirre jugaron su primer amistoso y le dieron otra dinámica al medio: criterio, velocidad y llegada.
«Muy bien! Ahí va…”. Sí, el River de Almeyda va tomando otra forma, otro color, porque Carlos Sánchez y Martín Aguirre le dieron otro fisonomía al mediocampo. Aunque la primera práctica formal de fútbol de los nuevos pelados haya sido contra un equipo juvenil de Kimberley, ambos aportaron dinámica, agresividad, cambio de ritmo, sorpresa y gol. Todo lo que pretende el Pelado DT para su flexible 4-4-2.
Los ensayos anteriores habían dejado en evidencia una línea media deficiente. Justamente la zona fundamental para que el sistema de Almeyda funcione, era el punto más flojo. Ayer, en cambio, quedó claro que Sánchez y Aguirre le pueden cambiar la cara.
El uruguayo es un avión por la banda derecha. En defensa, presiona en la salida del rival, se cierra con orden y viveza para colaborar con los volantes centrales y hasta llega a cruzar como líbero (sacó un pelota en la línea). En ataque, no peca de individualista, busca paredes para aprovechar su velocidad y, así, desequilibra sin arriesgar con la gambeta, aunque sea otra de sus virtudes. Además, pisa el área en la mayoría de sus avances: ayer sólo le faltó meterla.
Aguirre es un tractorcito que además de meter y cubrir posiciones, juega con la cabeza levantada. Ingresó en el segundo tiempo como volante izquierdo, por Bordagaray. Y si bien Almeyda lo utilizaría en un doble 5, desde ese sector demostró la verticalidad que quiere el técnico. El ex Olimpo arrancaba cerca de la línea media, descargaba y se metía en el área para definir: empujó un jugadón de Bou y falló un cabezazo casi en el área chica.
La goleada por 6 a 0 es un detalle menor, como en todo amistoso de pretemporada. Lo importante es que con los dos pelados el 4-4-2 del nuevo River puede comer tobillos, hacer circular la pelota y tener explosión y gol. Esta nueva faceta se suma a una defensa de experiencia, ya consolidada, y a la dupla de ataque de jerarquía. Ahora sí. Ahí va, Pelado.
Fuente: Olé