Una sucesión de reveses del oficialismo hace que el inminente anuncio de la candidatura presidencial de CFK tenga un marco de fragilidad insospechada un mes atrás. El escándalo Schoklender no sólo amenaza con instalarse en la opinión pública sino que será casi imposible para el Gobierno eximir a las Madres por su desmanejo en la administración de fondos públicos. En otro orden de cosas, la devolución al Gobierno de los EE.UU. de la valija incautada en enero pasado es un gesto de debilidad política inocultable del cristinismo. No menos desgastante es la virulencia de los conflictos gremiales en el feudo K de Santa Cruz. Y otro escándalo, el del INADI, completa el cuadro desnudando el descontrol del gasto al compás del impresionante crecimiento de la planta de empleados públicos.
En un reflejo automático para salir del pantano, el cristinismo puso en marcha en las últimas horas un operativo para concentrar más poder en el eje Cristina-Zannini. El campo de batalla de los próximos 10 días es la confección de los listados de candidatos a diputados y senadores nacionales y de la provincia de Buenos Aires. Cortando por lo sano, la Presidente decidió intervenir de facto el PJ nacional y el bonaerense. Los interventores serían Zannini y Jorge Landau, que pasarían a ser los únicos apoderados en esta instancia (Landau ya lo es en ambos PJ). En tiempos de campaña electoral, el rol del apoderado partidario es decisivo, ya que es el que presenta las listas ante la justicia. Sin contemplaciones, la Casa Rosada rechazó que el jefe de gabinete de Daniel Scioli, Alberto Pérez, y otro de sus hombres de confianza, Ulises “Coco” Giménez, integraran el staff de apoderados. Este último le responde al presidente del Senado de Buenos Aires, Federico Scarabino, arquitecto de importantes operaciones para separar al peronismo bonaerense del kirchnerismo. Por ejemplo, Scarabino fue el autor de la modificación del proyecto de ley de primarias provinciales que permitía despegar la fecha de elecciones locales de las nacionales, lo que obligó a que Kirchner en persona presionara a los diputados bonaerenses para que unificaran la fecha. La absoluta concentración del poder de decisión para hacer y deshacer las listas en la lapicera de CFK-Zannini es todavía más humillante para el presidente del PJ bonaerense, Hugo Moyano. Éste no deja de emitir señales de disgusto, pero hasta ahora no se atreve a más, porque la reinstalación de la corrupción a partir de Schoklender-Bonafini facilita y justifica que Norberto Oyarbide complete el círculo de su investigación de la mafia de los medicamentos.
Siguiendo un antiguo refrán, el cristinismo está alardeando de lo que más carece en este momento: capacidad política para solucionar los problemas tácticos que se le presentan. En Córdoba, José Manuel De La Sota ya puso en claro una verdad que lastima a la Casa Rosada. Para retener la gobernación el 7 de agosto, el peronismo debe mostrarse crítico y distante del kirchnerismo.
El talón de Aquiles de Santa Fe
Más grave todavía es el panorama santafesino para el 24 de julio. Miguel del Sel estaría recogiendo los votos de muchos radicales resentidos porque Hermes Binner rompió con Ricardo Alfonsín y también de los que votaron en la primaria del PJ al intendente de Rafaela, Omar Perotti, para mostrar su rechazo a los candidatos de la Casa Rosada, Rafael Bielsa y Agustín Rossi. Éste es ahora el candidato a gobernador y corre el riesgo de salir tercero, porque Del Sel ya aparece en algunos sondeos tan sólo 4 puntos abajo del socialista Antonio Bonfatti. Si el PJ -con un candidato ultrakirchnerista- termina tercero en la elección local y una semana después Mauricio Macri gana la segunda vuelta porteña, la flamante candidatura de Cristina quedaría cuando menos deslucida. Para colmo de males, la operación para que Carlos Reutemann concurra a una sesión fotográfica en Olivos es, por lo menos hasta ahora, un importante fracaso.
Así las cosas, el cristinismo busca casi con desesperación que Perotti se incorpore al gabinete nacional o que encabece la lista de diputados nacionales de Santa Fe. O cualquier acuerdo que sirva para evitar el derrumbe de Rossi. No menos nefasto sería que en Capital Daniel Filmus no llegara a la segunda vuelta y fuera desplazado por Pino Solanas.
Hasta hace poco, la estrategia kirchnerista pasó por instalar en la sociedad la premisa de “ya ganamos”, abonada por docenas de encuestas. Pero el cambio climático de las últimas semanas cambió esta perspectiva y le presenta a CFK justamente el escenario que no quería. Ahora se ve obligada a ser candidata con crecientes probabilidades de tener que enfrentar una segunda vuelta. La clave para esto es saber cuántos votos le restarán al oficialismo Binner-Morandini, que captan a los progresistas desencantados.
En esta cadena de infortunios oficiales, las primarias del 14 de agosto pueden convertirse en una trampa para el Gobierno. Si Binner consigue un porcentaje respetable de votos, se acentuaría la sangría del kirchnerismo para octubre. Y esto sería aun más grave si Cristina sólo obtiene alrededor del 35%. Como están las cosas, las primarias, imaginadas por Kirchner como un modo de reducir la oposición, pueden terminar siendo un sinceramiento electoral que debilite al Gobierno.
Por Carlos Tórtora para el Informador Público