Brasilia – (EFE).- El presidente venezolano, Hugo Chávez, y la jefa de Estado brasileña, Dilma Rousseff, tuvieron hoy su primera cita de trabajo en Brasilia y acordaron mantener el impulso de la integración regional y abrir nuevos flancos de negocios bilaterales.
«Venezuela puede estar segura de que Brasil está a su lado en la lucha de todos los países de Latinoamérica por la integración, por la creación de una armoniosa cooperación, de un mundo democrático y respetuoso de los derechos humanos», dijo Rousseff junto a Chávez.
El líder venezolano afirmó que, así como hicieron con Luiz Inácio Lula da Silva, antecesor de Rousseff, Venezuela y Brasil continuarán trabajando «codo a codo» para «consolidar a América Latina como una zona de paz» y «futura zona sin miseria, con justicia social».
Chávez invitó a Rousseff a «fortalecer juntos la ecuación de la estrategia social, política, económica y agroalimentaria» regional y afirmó que América Latina «no puede perder un día» en el trabajo por la integración, porque «el mundo y sus locuras marchan muy rápido».
El presidente venezolano dijo, con el asentimiento de Rousseff, que en Suramérica «se está creando un nuevo modelo de cooperación» y de comercio opuesto al neoliberalismo, mientras algunas partes del mundo son «invadidas por el hambre, las miserias y las guerras».
En el marco de la visita de Chávez fueron firmados una decena de acuerdos bilaterales en las áreas de agricultura, infraestructura y cooperación técnica, entre otras.
Un asunto que quedó pendiente fue la participación de la estatal venezolana PDVSA en la refinería Abreu y Lima, que ya ha comenzado a ser construida en solitario por la brasileña Petrobras, pese a que nació como un proyecto binacional.
Chávez explicó en una rápida rueda de prensa tras su reunión con Rousseff que aún existen algunos inconvenientes sobre unas garantías que PDVSA debe presentar al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que financia buena parte de las obras.
Sin muchas precisiones, el presidente venezolano indicó que se estudian «alternativas» para superar esos problemas antes de agosto próximo, mes que Petrobras ha establecido como plazo para que PDVSA garantice su participación en el proyecto, cuyo coste se calcula en 16.250 millones de dólares.
Otro asunto pendiente, y que Chávez pidió a sus ministros que lo negocien antes de su próxima reunión con Rousseff, que posiblemente será en Caracas en septiembre, es la posible compra de una veintena de aviones E-190 de la empresa brasileña Embraer para la aerolínea venezolana Conviasa.
El E-190 es un apartado con capacidad para 100 pasajeros, que en opinión del presidente venezolano es ideal para vuelos regionales, que pudieran conectar a su país con el Caribe, el norte de Brasil y otras zonas de Suramérica y darle un nuevo dinamismo a los negocios.
Chávez también se deshizo en elogios a Rousseff, afirmó que el día que la conoció ella le «robó el corazón» y pidió «excusas» por haber tenido que aplazar hasta hoy su visita, que estaba prevista para el pasado 10 de mayo, cuando no pudo viajar por una lesión en la rodilla izquierda que aún «no está del todo curada», dijo.
De hecho, durante su estancia en Brasilia Chávez se desplazó en forma lenta, apoyado siempre en un bastón, y hasta pidió «disculpas» a los periodistas.
«Perdón por esta presentación, pero es que están viendo a un Chávez viejo», dijo al llegar al Palacio presidencial de Planalto.
Su última actividad en la capital brasileña fue una entrevista con el asesor de Asuntos Internacionales de la Presidencia, Marco Aurelio García, tras la cual partió hacia Quito, donde mañana tendrá una cita de trabajo con su homólogo Rafael Correa.
Tras su paso por Ecuador y antes de regresar a Caracas hará una escala en Cuba, tal como tenía previsto en mayo pasado, cuando la inflamación en la rodilla le obligó a suspender la gira.