DEAUVILLE, Francia — Los europeos dieron este viernes por hecho el nombramiento de la francesa Christine Lagarde al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI) admitiendo que tendrán que «compensar a los BRICS», es decir, a las cinco potencias emergentes que reclaman la dirección de ese organismo.
«Lagarde, está hecho», dijo una fuente europea al margen de la cumbre del G8 que reunió hasta el viernes en Deauville (noroeste de Francia) a los jefes de Estado y de Gobierno de los ocho países más industrializados del mundo (Estados Unidos, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia, Canadá, Japón y Rusia).
La misma fuente admitió que si la ministra de Economía francesa es elegida «habrá que encontrar compensaciones para los BRICS» en el seno del Fondo Monetario Internacional (FMI) refiriéndose al acrónimo por el que se conoce a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Hasta el momento, además de Lagarde, el único candidato declarado al cargo de director gerente del FMI es el gobernador del Banco Central mexicano, Agustín Carstens, que no parece tener el apoyo de las grandes potencias emergentes por la implicación de su país en el Tratado de Libre Comercio Norteaméricano (TLC, México, Estados Unidos, Canadá).
Aunque no figuraba en la agenda de la Cumbre, la sucesión del francés Dominique Strauss-Kahn, que dimitió tras ser inculpado de violación en Estados Unidos, fue el tema estrella en los pasillos de Deauville.
Encabezados por el anfitrión, Francia, los países europeos del G8 aprovecharon la oportunidad que les brindaba esta cita anual para tratar de convencer a sus socios -en particular estadounidenses y japoneses- de que respalden a Lagarde, mientras los emergentes se esforzaban por buscar un candidato de consenso.
Desde su creación en 1945, el FMI está dirigido por un europeo, pero las potencias emergentes reclaman desde hace años el control de ese organismo acreedor en virtud del peso creciente que tienen en la economía mundial.
En vísperas de la cumbre, los BRICS emitieron un comunicado conjunto para protestar contra la voluntad de Europa de conservar el puesto.
Los emergentes, sin embargo, recibieron el jueves un jarro de agua fría cuando la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, indicó en París que aunque «oficialmente» su país no había tomado ninguna posición, «oficiosamente (…) acogemos con satisfacción a mujeres calificadas y con experiencia para dirigir una organización como el FMI».
Incluso Rusia, entre dos aguas al ser miembro del G8 y de los BRICS, pareció dar a entender la noche del jueves que se plegaba a la elección de la francesa a cambio de compensaciones.
El presidente ruso, Dimitri Medvedev, «estima que los BRICS deben estar mejor representados en la dirección del FMI», declaró la noche del jueves en Deauville su portavoz, Natalia Timakova.
En contrapartida a la elección de Lagarde, las potencias emergentes podrían obtener uno de los puestos adjuntos.
Actualmente, el puesto de subdirector está ocupado por el estadounidense John Lipsky, y hay dos números tres, ocupados por un japonés y una egipcia.
Lipsky estuvo presente en la cumbre de Deauville, pero no dio rueda de prensa, probablemente para no verse mezclado en el debate.
Sin embargo, la candidatura de Lagarde podría verse todavía afectada en las próximas semanas por una investigación judicial por presunto «abuso de poder» en un litigio judicial a favor del ex empresario francés Bernard Tapie.
Además, entre los economistas ya se han escuchado algunas voces que critican su excesiva implicación en los problemas de las economías de la Eurozona, tres de las cuales -Grecia, Irlanda y Portugal- tuvieron que ser rescatadas por la Unión Europea y el FMI.
«Lagarde encarna la estrategia que consiste en apostar a una resurrección de la eurozona con el dinero de los otros», escribió el ex economista jefe del Fondo, el anglonorteamericano Simon Johnson, en su ‘blog’.
Por Claudia Rahola (AFP)