Las primarias del 14 de agosto se les vienen encima a los presidenciables, porque el próximo 14 de junio se cerrará el plazo para presentar alianzas y el 24 para las candidaturas. Pero lo nuevo es la doble lectura que la opinión pública hizo de las primarias santafesinas del domingo pasado y que seguramente repetirá con los resultados del 14 de agosto. No sólo se evaluó lo obvio, es decir, el posicionamiento de los candidatos en la interna de cada partido, sino que se compararon los porcentajes obtenidos en relación a los candidatos de los otros partidos. Así, hoy se evalúa que Antonio Bonfatti y Agustín Rossi están muy parejos, pero pendientes, el primero, del radical Mario Barletta, de excelente elección, y el segundo, de Omar Perotti, que canalizó el voto de los peronistas descontentos con el kirchnerismo. En otras palabras, el 14 de agosto la sociedad no tendrá nada que medir en las primarias partidarias porque hasta ahora todos los precandidatos se preparan para presentarse solos, desde CFK a Ricardo Alfonsín, incluyendo a Elisa Carrió, Alberto Rodríguez Saá y posiblemente a Eduardo Duhalde, si es que Mauricio Macri decide no arriesgar nada a nivel nacional. Lo que se está montando, entonces, es una elección general adelantada, donde los candidatos con más votos ocuparán una pole position para octubre que los pondrá claramente en ventaja. Será difícil suponer que el presidenciable que obtuvo un porcentual escaso en la primaria pueda 60 días después remontar el resultado en la elección general. De algún modo, el 14 de agosto quedaría entonces fijado el capital electoral con que cuenta cada uno.
Esta situación que se va configurando desvirtúa el sistema a dos puntas. Por un lado, se distorsionaría el sentido de las primarias, que deberían consistir en la competencia interna en los partidos y no entre los candidatos de distintos partidos. Pero también se tergiversaría de algún modo el sentido de la elección de octubre, porque si en agosto son todos candidatos únicos, el porcentaje de cada uno se formaría en la primaria, cuando lo previsto es que los perdedores en las primarias -que no los habrá- sumen o no sus votos a los ganadores.
Los acuerdos post primaria
La actual arremetida de Eduardo Duhalde, que ya se traduce en algunas encuestas, refleja el vacío en el campo de la centro derecha, que él está dispuesto a aprovechar. Pero el inminente lanzamiento de la candidatura de Alberto Rodríguez apuntaría prácticamente al mismo sector. Ambos, en vez de competir en una primaria por eliminación, preferirían seguir solos para asegurarse su presencia en octubre.
Algo semejante está ocurriendo entre Hermes Binner y Ricardo Alfonsín. Julio Cobos acaba de poner el dedo en la llaga al aconsejar que ambos diriman la candidatura en una misma primaria. Pero es obvio que Binner no aceptaría esta solución para no quedar ligado a Francisco De Narváez, que aparecería en la primaria adhiriendo a Alfonsín.
Aunque muy lejos todavía en el horizonte, hay quienes señalan que podría haber acuerdos también después de las primarias. Una de las posibilidades que se mencionan es que Duhalde estaría dispuesto a renunciar a su candidatura, haciendo que sus listas para legisladores nacionales y provinciales adhieran a la boleta de Alfonsín, como parte de un acuerdo para un gobierno de coalición en caso de ganar aquél la segunda vuelta, gracias al aporte de los votantes peronistas.
Estas versiones inquietan en Olivos, donde ahora verían con simpatía que se sigan multiplicando las candidaturas a presidente, como un modo de dificultar los acuerdos post primaria, que podrían forzar el ballotage.
Por Carlos Tórtora para el Informador Público