Ayer, alrededor de las 7.30, una vecina estaba paseando a su perro por Chile al 1900, en el barrio porteño de San Cristobal, cuando vio una bolsa de residuos muy grande y abultada apoyada contra un árbol, frente a un estacionamiento. El objeto le llamó la atención, caminó hasta la esquina y le pidió a ayuda a un vendedor de diarios. El hombre se acercó, abrió el paquete y encontró un cuerpo sin vida.
El cadáver pertenecía a una mujer que vivía a pocos metros del lugar, en un PH que compartía con su hijo de 21 años, que es un ex paciente psiquiátrico. Tras una discusión, en medio de un brote psicótico, el joven la mató a golpes, colocó el cadáver en la bolsa de residuos, lo embaló con cinta y lo dejó en la calle. Fue detenido por la policía.
Los efectivos informaron que la mujer presentaba varios cortes en la cara y tenía el cráneo roto. Sostienen que el sospechoso la golpeó repetidas veces en el rostro y la asesinó con el impacto de un objeto en la cabeza.
En un primer momento, los investigadores manejaron la hipótesis de que se había tratado de un crimen pasional o de un ajuste de cuentas. Sin embargo, a partir de los elementos reunidos, los detectives detuvieron al hijo de 21 años de la víctima, que se encontraba en la casa en la que vivía con su madre. El joven presentaba manchas de sangre en la ropa que vestía al momento de ser apresado, por lo que sospechan que cometió el crimen poco antes de que la vecina descubriera el cuerpo.
Los familiares y amigos de la mujer, de 58 años, contaron que el sospechoso tenía antecedentes de violencia familiar. Ya había peleado anteriormente con su madre e incluso había llegado a golpearla. También señalaron que había estado internado en el hospital de salud mental José Tiburcio Borda, de Capital Federal, y que sería “adicto a drogas fuertes”.
Fuentre: La Razón