El afan argentino de confrontar.

La confrontacion traba los avances llevando al debate esteril de los hechos ciertos y hacen olvidar los objetivos de resultados que con su aporte individual son el cimiento de los exitos totales.

Por Tcnl. Jose Javier de la Cuesta Avila (LMGSM 1-CMN 73 – VGB)

La lectura en LA NACION (Enfoques – 17-04/2011) del articulo «La batalla por el sentido comun» por Raquel San Martin lleva a pensar sobre cual es el medio de esta singular lid que la materializa pensando que se trata de la «confrontacion». Confrontar es la accion de poner frente a «algo» una «posicion» que tiene por finalidad hacer de una «verdad» expuesta una «falsedad» oculta.

Para confrontar, por lo tanto, debe existir previamente un «algo» que es presentado como una «verdad» y sobre la cual, quien confronta, crea en base a ello, una «posicion» que busca develar una «falsedad» oculta. En realidad, quien confronta, no es un creador, sino un mero cosechador que intenta lograr una posicion en desmedro de lo por otro obtenida. Para el todo esta en los extremos y se mueve entre ellos, no aceptando la posibilidad de la existencia de elementos centrales que tienen vigencia reguladora y son el balance logico de los opuestos. De esta manera, se ubica en una posicion «extrema» que, para imponerla, debe destruir totalmente lo aseverado por otro, sin valorar sus sedimentos o los aspectos que pueden ser positivos a su propia percepcion.

Casi siempre (para no decir siempre) quien confronta es un «inferior», que lo hace para escalar al nivel de quien enfrenta que es generalmente (para no decir siempre) «superior», ya que las bases para argumentar surgen de lo mismo que quiere señalar o son resultantes de ello. Es de destacar que confrontar no es criticar, tampoco analizar y menos aun contribuir, pues en estos supuestos se busca aclarar, mejorar o completar y no destruir, anular o tergiversar cual es el objeto de aquello.

Cuando se penetra en nuestrom pasado, en determinados momentos de la historia, surgen personalidades que debaten sus ideas, pero para hacerlo las exponen como originales de su creacion y raramente intentan argumentar sobre las de otros, pues las exponen bajo el sentido de la libertad de opinion y casi siempre (o siempre) se tratan con respeto por ser actores de un mismo nivel con identicos objetivos. La riqueza de los aportes diferentes encuentra aspectos en comun que constituyen naturalmente la estructura general que sirve de cimiento a la sumatoria que daran base a los objetivos a alcanzar. No debemos olvidar los argentinos que dedicamos casi medio siglo para encontrar una formula comun que nos hiciera una nacion originada en las capacidades de un conjunto de provincias difererentes pero con un objetivo comun. Los que debatieron aun con las armas este evolucionar lo hicieron con sus principios y no con el retaceo o la negacion, es decir no «confrontaron» si bien claramente si lucharon.

Los grandes debates han sido sobre ideas que germinadas daban como fruto acciones, lo que los llevaba a un nivel intelectual que requiere conocimientos y experiencias. Si la cuestion se desarrollaba en una auia y si alumno intentaba «confrontar» con su profesor, por mas razon que este tenga en su calor de hacer, fracasaba por la simple razon de que aquel detentaba no tan solo las mejores bases, sino que merecia el respeto por la sagrada accion de enseñar que cumplia.

En nuestra Argentina del presente, donde se desarrolla «la batalla por el sentido comun» (Leer LA NACION) se padece de una permanente inverosimil»confrontacion» y si se la observa con rigor cientifico se comprueba que no se debaten las ideas sino que se lo hace sobre las personas, restando de esa manera el poco redito positivo que una opinion diferente puede contribuir.

Los analistas contemporaneos nos señalan que estamos en la «era del conocimiento» lo que significa que el gran «combate» se libra en este nuevo esplendido escenario. Las ideas ya no son resumen del pasado sino proyecciones del futuro que basadas en un ayer dan la vision del mañana. En nuestro pais se debate en lo que ya paso, con lo que enredados en su turbulencia, provoca una ceguera negativa que, a la larga, oscurece las acciones y desgastan los esfuerzos. Lamentablemente ese es para nosotros el presente de «confrontacion» que utilizan los reinvindicadores para erosionar las bondades que exponen los «iniciadores».

El mañana siempre sera un sueño que estara basado en las esperanzas y logrado con los esfuerzos y que estara expuesto con mayor certeza en la medida que lo que se exponga tenga basamento logico con posibilidad de aplicacion racional. La ciencia y la tecnica concurren con sus capacidades y calidades a la obtencion de cada escalon que debe ser ganado para valorarlo y no ser el mero fruto resultante de las «sobras» de lo alcanzado por otros. El mundo del presente estaba en la imaginacion de los preclaros del pasado que lo construian en sus mentes pero que no eran concreciones materiales en los hechos pues aun la evolucion no los habia logrado.

El que expone ideas de avanzada encuentra en su camino la oposicion de los que viven en el tiempo pasado y que son generalmente los que salen a «confrontar» apoyados en las realidades, sin darse cuenta que el «secreto» es no quedar atado a lo que ya fue sino tener el envion para llegar alcanzando lo que luego sera. En el debate politico cultural y electoral de los argentinos del presente se observa una creciente «confrontacion» que traba las posibilidades, entorpece los desarrollos y resta fuerza al deseado empuje. Si fuera posible que el esperado futuro del pais sea el esplendido al que se esta capacitado, el debate seria el como lograrlo y la «confrontacion» se transformaria en un aporte individual al logro del fin comun, tal como lo hicieran los argentinos que en aquel tiempo de formacion y organizacion lo materializaron.

Los pensadores, los intelectuales, los politicos, los ciudadanos, en fin, todos los habitantes de nuestra Argentina deben rescatar su «sentido comun» (Leer LA NACION), exponer sus ideas e ideales, contribuir a su perfeccion y dejar de «confrontar» desgastandonos en la esteril accion que solo traba.