Urtubey y un triunfo que preocupa en la Rosada

El rotundo triunfo de Juan Manuel Urtubey en las elecciones realizadas ayer en Salta, más que alegría causó temor en Olivos por el crecimiento de un adversario interno. Las dudas y recelos de la Jefa de Estado sobre la lealtad del mandatario norteño al proyecto nacional, y la posibilidad abierta a que dentro del propio oficialismo nazcan corrientes internas que le disputen el poder a Cristina.

“Yo no los necesito a ustedes para ganar una elección, ustedes me necesitan a mí para ganar en la provincia”, cuentan los íntimos que le dijo hace unos días atrás el gobernador salteño reelecto en el día de ayer, Juan Manuel Urtubey, a la presidenta Cristina Fernández cuando hablaron hace unas semanas atrás sobre el acto electoral en territorio norteño.

La amplia victoria obtenida por el mandatario peronista, abre un nuevo análisis sobre el vasto dominio que viene teniendo el oficialismo a lo largo y ancho de la Argentina, y a su vez marca una dura y cruel derrota para una oposición que no ha sabido congraciarse con la sociedad luego de la victoria electoral en las legislativas del 2009, hundiéndose en los laureles y no generando propuestas que capten su atención.

El mandatario salteño convalida así su liderazgo, dejando en claro que el distanciamiento que tuvo con el oficialismo nacional en los últimos meses no se tuvo en cuenta a la hora de emitir el voto, y que se ha sabido ganar un electorado cautivo más allá de la presencia nacional de la presidenta Cristina Fernández convalidando su candidatura.

A pesar de que ha dicho en los últimos meses que no reniega de su origen kirchnerista, en el seno más duro e íntimo de Olivos, no lo cuentan entre sus fieles al salteño, sino que por el contrario le remarcan la excelente relación que mantiene con hombres que han saltado el charco K para seguir en huestes independientes dentro del campo político, tal como sucede con el ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, o sus gestos de acercamiento al Peronismo Federal, principalmente sus palabras conciliatorias hacia el ex presidente Eduardo Duhalde.

Urtubey ha sabido mantener a lo largo de su estadía en el poder una política ambivalente con el oficialismo, pasando de ser uno de los laderos centrales de la presidenta hasta hace poco tiempo atrás, con una defensa acabada del proyecto K con respecto al campo que le valió severas críticas de diversos sectores afines a su pensamiento; a una política de mayor crítica al accionar del gobierno nacional, lo que llevó a muchos a pensar que era la próxima generación de políticos nacidos bajo el ala patagónica que les pelearía finalmente el poder este año.

Sin dudas que el fallecimiento del ex presidente lo agarró en el medio de una disputa mediática e interna dentro del oficialismo con lo más duro y rancio del kirchnerismo, de ahí que ningún funcionario nacional con fuste se haya acercado ayer a Salta a celebrar el triunfo de Urtubey, y ni siquiera se saliera por los medios amigos a festejar el triunfo de lo que por lo menos en los papeles es un “aliado” político al gobierno.

De ahí que desde Buenos Aires se haya apoyado también la candidatura del diputado nacional y ex vicegobernador de Juan Carlos Romero durante 12 años, Walter Wayar, quien con el apoyo fundamental del gremio de Camioneros y la figura de Hugo Moyano flotando detrás, le quiso armar una especie de kirchnerismo crítico a Urtubey en Salta.

Parece vital ver este apoyo que dio uno de los aliados estratégicos al kirchnerismo a Wayar en Salta en contra de Urtubey, ya que esto marca el nivel de apoyo que quiso brindarle la Casa Rosada a la reelección del mandatario provincial, mermando su caudal de votos para que de esa manera esté más estrecho en su independencia política y sean más que necesarios los fondos enviados desde Nación para someterlo tanto política como económicamente.

Es muy difícil de entender para los que están fuera del oficialismo, como la tropa K se corroe internamente en múltiples discusiones que no hace más que debilitar al propio espacio al cual quieren llevar al triunfo en octubre. El kirchnerismo parece no detenerse ante nada ni nadie, y es por eso que a pesar de los éxitos obtenidos en Catamarca, Chubut y ayer en Salta, no hace más que crear conflictos entre sus adherentes mermando su capacidad de relación con la sociedad y reflejando una realidad que hace peligrar su construcción política con vistas a las presidenciales.

Por el momento, sólo la palabra de la Jefa de Estado es la que tiene peso en la toma de decisiones al interior del oficialismo, de ahí que sean muchos los que esperan a la gatera buscando un soporte a sus posibles candidaturas. Además, Cristina busca sumar adeptos a su proyecto como sea, no importa del sector político que vengan, de ahí el apoyo al partido creado por Luis D’Elía, y el sustento a muchas colectoras a nivel nacional, que tienen como objetivo central sumar votos para el proyecto nacional, perjudicando severamente los proyectos provinciales de muchos gobernadores.

Inmerso el kirchnerismo en una crisis política que es innegable a su interior y que está empezando a hacerse patente en muchos distritos, el gobierno nacional debe acreditar con hechos concretos su capacidad para gobernar, ya que hay más de cuarenta millones de argentinos que están esperando que la crisis interna no llegue al río, perjudicando a los ciudadanos de a pié.

Las palabras con las que se comenzó este artículo son claves para entender por qué desde la Casa Rosada se reniega abiertamente de Urtubey y se lo mantiene a un lado, no festejando con bombos y platillos su triunfo en territorio norteño, ya que saben que su incipiente liderazgo en una buena parte del electorado peronista puede ser clave de cara al futuro, y eso se sabe que en el kirchnerismo extremo no se permite, ya que sólo un cabecilla es el que se acepta, ese es un solo, la Jefa de Estado.

Es por eso que el kirchnerismo se encuentra dividido en diversas opiniones que no se ponen de acuerdo entre ellas, lo que hace que la confusión y las contradicciones se multipliquen por todos lados, logrando con eso avanzar cada día un paso más al abismo, y dejando en claro que el interés de los argentinos importa muy poco, interesándose sólo por su situación personal, mostrando un egoísmo que el país pagará largamente en el corto y mediano plazo.Fuente: agencianca.com