Antonio Marino ocupará ese cargo en la diócesis de Mar del Plata. Hasta ayer, era obispo auxiliar de La Plata, desde donde hizo un fuerte lobby y se mostró como una espada de la Iglesia contra la nueva ley. Sus dichos homofóbicos.
Tuvo una posición acérrima contra el matrimonio igualitario. Definió a los homosexuales como adictos, suicidas, infieles, promiscuos, poco amigables para los niños y menos beneficiosos para el Estado. “Tienen hasta ocho parejas por año y hasta 500 en toda la vida”, dijo con pretensiones de verdad y citando “estudios científicos”. Monseñor Antonio Marino, hasta hoy obispo auxiliar de La Plata, fue elegido por el Papa Benedicto XVI como el nuevo obispo de la diócesis de Mar del Plata. Su nombramiento deja perdedores y ganadores en la interna de la Conferencia Episcopal Argentina. El cardenal Jorge Bergoglio vuelve a pagar los platos rotos por la sanción de esa norma, su principal derrota, y resta un nuevo casillero frente a su rival, el Monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata.
Cuando el matrimonio entre personas del mismo sexo era sólo un proyecto, la Iglesia católica decidió que su posición pública estuviese en manos de Marino, presidente de la Comisión Episcopal de Seguimiento Legislativo, y del perito Guillermo Cartasso, dos voces demasiado “rústicas”, según reclamaron más tarde otros miembros del Episcopado. La cruzada fue activa: declaraciones, mucho lobby y exigencias como la de realizar audiencias públicas en las legislaturas provinciales, cuando la propuesta ya tenía media sanción en el Congreso. En cambio, la posición más moderada, representada por el ala de Jorge Bergoglio, salió a la luz sólo por un imprevisto: una carta del cardenal donde se hacía referencia al tema como “una guerra de Dios”. Aguer, Marino y Cartasso acusaron a Bergoglio de haber perdido una batalla que creían ganada.
El nombramiento fue interpretado como un aval del Vaticano al arzobispo de La Plata, que hoy se postula como un candidato posible para remplazar a Jorge Bergoglio. Sin embargo, desde el seno de la Iglesia prefirieron explicar esta promoción por las cualidades de su protagonista: “Monseñor Marino es una persona extraordinaria, un gran teólogo y tiene mucha experiencia. A título personal estoy muy contento que lo hayan hecho obispo porque es una persona de un criterio muy prudente y tiene mucha sabiduría”, explicó a Tiempo Argentino Nicolás Laferriere, un abogado que integra la Comisión Episcopal presidida por Marino.
Fuente:El Argentino