Obama quiere bajar las importaciones de crudo

El ambicioso plan prevé reducir un tercio las compras de petróleo en los próximos diez años. La inestabilidad en Medio Oriente generó incertidumbre en los Estados Unidos sobre el suministro energético del país.

En momentos en los que la cotización del petróleo está en su nivel más alto desde 2008, el mandatario aseguró comprender el problema de los consumidores ante los precios del combustible. Subrayó -en una respuesta a las quejas de los republicanos- que «no hay una solución inmediata» a la vulnerabilidad estadounidense antes las fluctuaciones petroleras.

«Hoy estoy fijando un nuevo objetivo, que es razonable, posible y necesario. Cuando fui elegido para este puesto (en noviembre de 2008), los Estados Unidos importaban 11 millones de barriles de petróleo por día. En poco más de 10 años, habremos reducido ese monto en un tercio», prometió Obama ante estudiantes de la universidad de Georgetown, en Washington.

Agregó que seguirán «siendo víctimas de los movimientos del mercado hasta que haya una política a largo plazo a efectos de obtener una energía segura y a nuestro alcance». Ésta no es la primera vez que el jefe de Estado se refiere a la necesidad de mejorar la variedad de fuentes energéticas. Ya había propuesto su estrategia en un discurso sobre la situación en Libia, días antes de que se decidiera la intervención internacional.

Obama dispondrá de cuatro estrategias para alcanzar su objetivo: impulso de la producción de energía local, fomento del uso de gas natural en vehículos como autobuses urbanos, fabricación de automóviles y camiones más eficientes y estímulo para el desarrollo de biocombustibles.

«No podemos (…) seguir apurando medidas cuando los precios de los combustibles suben y luego desacelerarlas cuando vuelven a caer», afirmó.

John Sfakianakis, economista jefe de Banque Saudi Fransi, recordó que «todos los presidentes, desde comienzos de la década de 1970, han anunciado planes ambiciosos para reducir la dependencia del petróleo importado». Para los analistas, una verdadera reforma energética involucraría cambios drásticos, como un posible impuesto a los combustibles que aliente a los estadounidenses a modificar sus costumbres, lo que podría ser políticamente negativo.

Los Estados Unidos consumen el 25% del crudo mundial, pero sólo poseen el 2% de las reservas; por lo tanto, deberá seguir importando productos petroleros.

Fuente: AFP-Reuters