Ronald Quadrini entró a su chalet de 40, 11 y 12, escuchó ruidos en la planta alta y, al intentar resistirse, recibió varios cortes. Está fuera de peligro. El delincuente escapó por los techos.
Era una apacible tarde de domingo en las inmediaciones de la Plaza Belgrano, hasta que gritos de desesperación y dolor alteraron la calma y cambiaron la rutina de golpe. Era el desgarrador pedido de auxilio de un hombre de 49 años que acababa de ser atacado en el interior de su coqueto chalet por un intruso al que aparentemente sorprendió in flagranti. Todo pasó muy rápido: la resistencia de la víctima, la reacción del ladrón, la asistencia de los vecinos y la llegada de la Policía, que arribó justo cuando el malhechor escapaba por los techos.
Se desplegó un impresionante operativo para atraparlo, pero no funcionó. El sujeto habría escapado con las manos vacías, dejando a sus espaldas a una persona herida.
La rapidez con la que fue trasladada al hospital evitó el peor final. Ronald Quadrini (49) se salvó y al cierre de esta edición continuaba internado en el Español, informaron fuentes policiales.
El gravísimo episodio sucedió poquitos minutos después de las 4 de la tarde, en el 823 de la calle 40, entre 11 y 12. Por lo que pudieron reconstruir los investigadores en base al relato de testigos, Quadrini -dueño de la inmobiliaria que lleva su apellido- regresó a su vivienda después de haber pasado unos días en Mendoza por el fin de semana largo. Abrió la puerta. Y, al parecer, escuchó ruidos que provenían de la planta alta. Los pesquisas suponen que a modo de defensa tomó un cuchillo de la cocina (la vaina quedó allí) y subió hasta las habitaciones, donde se topó con un completo desconocido que habría ingresado por la claraboya del baño del primer piso (en el lugar había vidrios rotos).
“Lo quise echar y me chuzeó con un cuchillo”, le dijo un rato después la propia víctima a Juan Manuel Vicente (75), un vecino que vive justo enfrente y tiene allí una casa de comidas de la que Ronald es un cliente habitual. Tras recibir al menos cinco cortes en las manos, los antebrazos y una en el tórax, Quadrini pudo correr hacia la calle y pedir ayuda. Fue una mujer que vive en la casa lindera la que llamó al 911 y a los tres minutos -de acuerdo a la versión oficial- llegó el primer patrullero de la comisaría Segunda, con la información de que en esa cuadra acababa de producirse un robo. Era mucho más grave que eso.
“Cuando llegó el personal, se encontró con un hombre herido y empapado en sangre, por lo que se decidió trasladarlo en el mismo móvil hasta el hospital Español”, comentó un jefe policial a Trama Urbana.
En la vereda quedó el reguero de sangre, un juego de llaves tirado frente al portón de madera del garaje y, adentro, el BMW de la víctima (aunque no se descarta que haya llegado en otro vehículo y que aquel coche hubiera estado en la cochera).
“Por lo que se pudo establecer, el delincuente ingresó por el baño aprovechando que en la vivienda no había nadie y, al toparse con el dueño, lo atacó con un elemento cortante”, amplió el mismo vocero.
Refuerzan esa teoría el hecho de que ninguna abertura estaba forzada, quedó sólo un cuchillo con restos de sangre y se hallaron dos mochilas repletas de objetos de valor que el intruso ya había seleccionado para llevarse.
Tras lastimar a Quadrini, el malhechor escapó por los techos y se descolgó por un pasillo que da a la calle 11. El sujeto tenía unos 40 años, evidentemente no portaba armas de fuego y no habría llegado a llevarse nada.
Investiga la comisaría Segunda y la DDI La Plata. Se iniciaron actuaciones por “tentativa de robo y lesiones”.
Parte médico: “Una costilla fracturada y cortes”
“Llamamos la ambulancia, pero nunca llegó”, se quejó un vecino que conversó con este medio sobre el brutal ataque a Ronald Quadrini. El patrullero lo trasladó al Hospital Español, donde se constató que la lesión más importante que presentaba la víctima era una fractura en una costilla, ya que ninguno de los cortes le habían interesado órganos vitales, según informaron fuentes del caso. “Parecen heridas defensivas”, dijo un investigador.
Desde el nosocomio precisaron que al paciente se le suministró suero y oxígeno, quedando “hemodinámicamente compensado”. Hasta anoche no se le había podido tomar declaración, por lo que se espera que hoy esté en condiciones de prestar su testimonio. Mientras tanto, los peritos levantaron huellas en la escena para identificar al ladrón. “Parece obra de alguien inexperto”, analizó un jefe policial. Pero, evidentemente, conocía bien el barrio y cómo escapar por el pulmón de la manzana, saltando al menos cinco techos.
En la foto, las llaves tiradas en la puerta de la casa.
“Hace poco más de un año le habían robado 60 mil dólares”
Juan Manuel Vicente (75) vive en 40 entre 11 y 12 desde hace muchos años, tiene una casa de comidas pegadita a su domicilio y, como el comercio se llama “Mauro”, así lo conocen todos a él. “Estaban mis hijos en la puerta y de repente entraron gritando diciéndome que enfrente había un hombre herido. Cuando salí lo escuché (a Quadrini) que decía Mauro, ayudame, y fui. Tenía sangre en todo el cuerpo y me contó que un ladrón quiso asaltarlo y que lo había chuceado con un cuchillo de la cocina”, detalló el comerciante a Trama Urbana.
Distintas fuentes policiales informaron que el chalet donde se produjo el violento intento de robo no era el domicilio habitual de la víctima, quien residía allí “ocasionalmente”. No obstante, Vicente aseguró que el martillero estaba radicado en ese chalet desde que se había separado de su última pareja. “El año pasado, cuando todavía vivía con esta mujer, le entraron a robar. Esa vez le llevaron 60 mil dólares”, explicó Juan Manuel, estimando que, “evidentemente, sabían que maneja plata”. Una alta fuente de la investigación confirmó esta versión agregando que “la víctima le había dicho a los vecinos que se sentía amenazado”, aunque no habría hablado de esto con sus familiares directos. Quadrini tiene dos hijos y uno de sus yernos se presentó en la escena poco después del hecho, a pedido de su pareja. “Me dijeron que lo habían herido (por su suegro) y por eso vine, pero no sé nada más”, se excusó.
Vicente y otras dos vecinas de la cuadra coincidieron en decir que el barrio “es tranquilo”. ”Hasta hace diez años no pasaba nada. Ahora pasa lo que pasa en cualquier barrio”, concluyó el comerciante.
Fuente: Diario Hoy