Lanzarán en junio un satélite que ayudará a prevenir inundaciones

Se llama SAC-D Aquarius. Es un observatorio de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales, con la NASA como socio principal. Servirá para detectar cambios climáticos y de esta manera atenuar el impacto de las catástrofes.

Imaginemos por un segundo el mundo sin agua”, comentó Sandra Torrusio, investigadora de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). “Resulta imposible. Las imágenes satelitales aportan información necesaria para cuidar este recurso, para garantizar su calidad y prever catástrofes como las inundaciones”, agregó la doctora en diálogo con Tiempo Argentino. La reflexión se presentó en la segunda Conferencia Internacional de Naciones Unidas y la Agencia Espacial Europea (ESA) sobre el uso de la Tecnología Espacial en la Gestión de los Recursos Hídricos.
Expertos de 24 países, entre los que figuran la Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Perú, Tailandia, Alemania, Arabia Saudita y Japón, presentaron investigaciones y destacaron la importancia del control satelital a la hora del cuidado del agua. Con este objetivo se construyó el SAC-D Aquarius, un “satélite ambiental” de última generación que se lanzará al espacio el próximo 9 de junio desde la base Vandenberg, en California. La misión se encuadra en un programa de cooperación entre la CONAE y el Centro Goddard y el Jet Propulsion Laboratory (JPL), ambos de la NASA.
La meta principal del satélite es obtener información climática a partir de las mediciones de salinidad y una nueva visión de la circulación y procesos de mezcla en el océano, detectar focos de alta temperatura en la tierra para conocer el riesgo de incendios y de humedad del suelo para dar alertas tempranas de inundaciones. “La salinidad de mares y océanos, hasta ahora sólo se medía en forma puntual y parcial por medio de embarcaciones y boyas. Por medio de los sensores, el satélite permitirá medir el nivel de sal en los océanos, y se podrán determinar cambios de corrientes oceánicas y por lo tanto cambios climáticos”, explicó Torrusio.
El Sac-D también fiscalizará los cambios en el medio ambiente y las consecuencias, como la aparición de enfermedades como el dengue, ya que el aumento de temperaturas permite a los insectos adaptarse y vivir en más entornos.
En la actualidad, la Argentina cuenta con un satélite en órbita, el Sac -C que realiza la observación del planeta, particularmente del territorio nacional para el estudio de ecosistemas terrestres y marinos. “Por medio de este hemos dado información para prever incendios en el Delta, al detectar focos de calor que podían desatarlos”, dijo Gabriel Platzeck, director del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich y secretario ejecutivo de la CONAE.
En los últimos años, el territorio argentino sufrió distintas inundaciones. Una de las más graves ocurrió en 2003 en la provincia de Santa Fe por causa del desborde del río Salado. Al respecto, Félix Menicocci, secretario general de la CONAE, aseguró que el organismo “había brindado información sobre la poca absorción que tenía aquel suelo y la llegada de la inundación del río Salado. Pero son los organismos del estado los que tienen que hacer los llamados de emergencia. Los satélites permiten además generar experiencias piloto para estudiar los glaciares y conocer en profundidad cuál es la capacidad hídrica real que pueden llegar a tener en nuestro país”.
La conferencia termina hoy, pero las distintas exposiciones dieron cuenta de la necesidad de desarrollar proyectos pilotos regionales. En la actualidad existe la denominada charter o Carta Internacional, creada entre las agencias espaciales de numerosas naciones y de la que la Argentina es parte desde 2003. El fin es facilitar el acceso a información de origen espacial a los países que lo soliciten ante una catástrofe.
Frente al terremoto y tsunami sufridos en Japón, se activó el sistema satelital y la Argentina junto a los demás países que poseen satélites propios comenzaron a enviar imágenes de la catástrofe. “Uno de los objetivos es medir el nivel del desastre y poder brindar ayuda al país afectado”, explicó Platzeck.
El agua como recurso limitado se convirtió también en un bien estratégico. Si hay poca, la vida tal como la conocemos deja de existir, si hay demasiada, el efecto es devastador. “El futuro estará en los países que tienen agua”, dijo Felix Menicocci. Agregó, “se estima que para los años 2020-2030 habrá serios problemas de agua y de ahí la importancia de cuidarla y cuidarnos también de los daños que puede provocar”.

Fuente: El Argentino