El Ejército egipcio lo tiene claro: lo primero es calmar los ánimos. El consejo militar que gobierna Egipto desde el viernes, tras la caída de Hosni Mubarak, pidió ayer poner fin de manera inmediata a las manifestaciones que seguían desarrollándose en El Cairo y otras ciudades. Según los militares, las protestas estarían afectando negativamente al país, que lleva 22 días paralizado.
En un cuarto comunicado, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas dijo que está intentando que el país vuelva a la normalidad lo antes posible. «Las manifestaciones afectan a la seguridad y a la producción, perjudican los intereses de los ciudadanos y crean el ambiente para que gente irresponsable lleve a cabo acciones ilegales. Los egipcios honorables ven que estas protestas, en estos momentos, provocan un efecto negativo en diferentes aspectos», dice la nota. Con la revuelta, el país ha perdido más de US$ 6.000 millones.
Según publicó ayer el diario español El País, el Ejército egipcio ya comenzó el diálogo político con los jóvenes líderes de la revuelta del 25 de enero, a quienes les comunicaron la creación de un comité constitucional que elabore una nueva Carta Magna, que deberá votarse en referéndum en dos meses y mantener el actual gobierno sólo el tiempo necesario para que arranquen las reformas.
Más cambios
Desde el viernes, día en que se puso oficialmente fin a los 30 años del gobierno de Mubarak, se han desarrollado protestas tanto por motivos políticos como sindicales. Ayer seguían, por ejemplo, las marchas de funcionarios públicos y privados que exigían cambios en la cúpula de sus organismos y empresas. Hasta los guías turísticos protestaron pidiendo que los visitantes regresen al país.
Además, el Ejército obligó a dejar la simbólica plaza Tahrir a los pocos opositores del depuesto Presidente que aún se resistían a dejar el lugar.
Un grupo de soldados rodeó a una treintena de opositores y los conminó a levantar sus cosas bajo amenaza de arresto. Pero cuando en la plaza ya no quedaba nadie, un grupo de al menos 2.000 policías, la mayoría vestidos de civil, irrumpió en el lugar para manifestarse a favor de la revuelta.
Así, el organismo más odiado por los egipcios coreaba consignas como «nosotros y el pueblo somos uno», según informó BBC. El motivo: no quieren represalias futuras.
Ante este panorama, el gobierno, encabezado por el mariscal Mohamed Tantaui, repitió que el estado de excepción implantado por Mubarak en 1981 será caducado en el futuro, pero que seguirá rigiendo hasta que el país retome la calma y terminen las protestas.
Pero la oposición a Mubarak no planea dejar las calles de un día para otro. El próximo viernes celebrarán lo que llaman «la victoria de la revolución», con grandes marchas en la misma plaza Tahrir. Aunque son para festejar, tienen también como fin presionar la aplicación de las reformas tras la caída del «rais». Cualquier señal de que el Consejo Militar esté incumpliendo sus promesas de democracia podría desatar una nueva oleada de protestas, que Egipto difícilmente soportará, dice la oposición.
Mohamed Morsi, portavoz de los Hermanos Musulmanes, el principal grupo de la oposición egipcia, aseguró que «vemos que (el Consejo Militar) está en la dirección correcta, pero hay peticiones urgentes, como la anulación de la Ley de Emergencia y la puesta en libertad de los presos políticos».
Mientras, el Movimiento 6 de Abril también pidió ayer la puesta en libertad de los presos políticos y de las personas que fueron arrestadas en la revuelta. El grupo opositor, además, reveló que las FF.AA. les prometieron que los detenidos en las protestas serán liberados.
Fuente: diario.latercera.com