UNA REFLEXIÓN SOBRE EL PAÍS QUE YO VEO: Me pregunto con frecuencia hasta dónde es posible estirar la mentira oficial y la hipocresía generalizada cuando se habla de “la inseguridad”.
El mundo entero nos observa con una desconfianza digna de quien está frente a una serpiente de cascabel.
No somos el peor país del planeta, eso es cierto, pero siempre nos conformamos con migajas.
Trataré de ser claro. Cuando hablamos de inseguridad estamos hablando de drogas, hablamos de tráfico a gran escala. De una vez por todas y para siempre debemos comprender que la Argentina no es lo que se dice.
Un país que ante hechos de una violencia brutal y sin códigos debe observar desde un lugar de mero espectador cómo la pelota se pasa sin escrúpulos del Estado Nacional a la Provincia o a la Ciudad de Buenos Aires sin que nadie se haga cargo en definitiva de tanta desidia y tanta negligencia da asco.
Cuando hablamos de inseguridad hablamos de Drogas. Cuando hablamos del hambre en la Argentina estamos refiriéndonos a un país que se caracteriza por su perfil agroalimentario y produce alimentos para quinientos millones de seres humanos, pero hay algo en el medio que impide que esto se plasme en una realidad: el narcotráfico y su socia inveterada, la corrupción estructural.
Cuando hablamos de mortalidad infantil no está exento el problema dramático de las drogas.
Ese camino que comenzó el ex presidente riojano cuando estableció que la Argentina abría sus puertas a todos los capitales sin importar el origen selló nuestro destino.
Cuando dicen que la Argentina es un país de tránsito de drogas mienten descaradamente. Esta tierra fue país de tránsito durante mucho tiempo, ya no lo es. Sabemos que aquí se han instalado sin ningún tipo de trabas, grupos que han migrado de otros lugares del continente.
Si la Argentina fuera solo país de tránsito no habría paco. El paco es el producto espurio y maldito que se obtiene de la manufacturación del clorhidrato de cocaína y sus componentes son de una virulencia tan letal que producen adicción en una semana y las consecuencias sobre el sistema nervioso central son absolutamente inimaginables para el común de la gente. La pasta base de cocaína (paco) mata. Agreguemos que este veneno mortal no se importa ni se exporta, se produce y se consume dentro de nuestras fronteras.
Cuando se habla de inseguridad estamos hablando de eso. Nadie es ajeno a este flagelo. No podemos hacernos más los distraídos.
Podremos reclamar más cárceles, bajar la edad de imputabilidad, penas más duras, etcétera. Nada será suficiente si no comprendemos que todos los poderes están involucrados. Decisión política, justicia independiente y honestidad periodística para desenmascarar a la lacra que nos rodea. Puedo asegurar que 6,7,8 no nos va a dar respuestas. Nosotros, como ciudadanos, también nos debemos una mirada introspectiva para preguntarnos cómo llegamos a este punto.
No podemos permitirnos más tanta imprudencia y tanta hipocresía.
Todavía estamos a tiempo.
Ruego, de corazón, que tengamos el suficiente valor para enfrentar este flagelo que nos está llevando a la peor de las decadencias y tomemos este toro tan pesado por sus astas y empecemos a sincerar la verdadera trama de nuestra corrupción.
Fuente: Saul O. Cymbalista/periodicotribuna