En varios puntos se parecen: las dos son, a su manera, divas. Saben que por donde pisan, todos se dan vuelta para mirarlas. Para ellas la vida es un escenario.
Una ha sido elegida dos veces Presidenta de la Nación por el voto popular. La otra viene siendo elegida desde hace más de siete décadas por sus seguidores (e incluso por sus detractores) en cine, teatro y, sobre todo, en la TV.
Las dos se creen con derecho a hacer y decir lo que les parezca.
Una abusa de las atribuciones que le confiere el cargo, y dice: “Vamos por todo”.
La otra tiene en claro que es la voz “civil” de un sector y “se manda” sin filtro.
Pareciera que no hay con qué darles. ¿O sí?
Por Manuel de Paz
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