Desapareció hace una semana y su dueño no pierde las esperanzas de encontrarla; trajo el rodado desde su país y viajó con él por toda la Argentina, más de 3000 kilómetros
La palabra Anai, que quiere decir amigo en idioma esquinal, es la que uso Sebastien Assoignons, es un hombre belga de 38 años, para llamar a su bicicleta, con la que viaja por la Argentina hace tres años. Hace una semana, justo cuando estaban por emprender una nueva aventura en Colombia, la bicicleta desapareció. Se la robaron en Villa crespo y, desde ese momento, Assoignons la busca sin cansancio por toda la ciudad, y hasta ofreció una recompensa de 500 dólares sin hacer preguntas a quien se la devuelva.
La búsqueda de Anai se difundió a través de las redes sociales, hay un Facebook que se llama Recuperemos a Anai, y en Twitter existe el usuario @anaibici, y traspasó las fronteras del país. Hay usuarios que enviaron imágenes a Assoignons desde Nueva York y Santiago de Chile apoyándolo para que la encuentre.
Además, el dueño pidió ayuda a los vecinos de la cuadra donde la robaron para tener acceso a las cámaras y llevarlas las imágenes a la policía. Desde que inició la búsqueda ya recibió tres llamados de gente que dice que la vio, pero ninguno llegó a precisar más detalles.
Por cualquier dato Assoignons pide que se contacten con él al 15 5979 8317
LA HISTORIA DE LA BICICLETA
Foto: Facebook Recuperemos a Anai
«Anai nació hace cuatro años en Bruselas, como parte de un proyecto comunitario por el que yo intercambié un servicio por la bicicleta, que fue armada en un taller, pieza por pieza a mano», recordó Assoignons sobre la bicicleta.
A continuación, contó cómo llegó a la Argentina: «Apenas la recibí, la subí en un avión, y cruce la Argentina con ella. Arranque el viaje por las Cataratas de Iguazú, hace más de tres años, y recorrí todo el país durante más de 10 meses».
Assoignons explicó que como se enamoró de Buenos Aires la primera vez que la vio y decidió quedarse a vivir en la ciudad: «La primera vez que vi la ciudad fue un flash, por el nivel de la energía que sentí. Además, hay mucho acceso a la cultura, y puedo ir a ver voy a ver muestras a museos dos veces por semana. Eso no pasa en muchos lugares», agregó el belga.
«A pesar de lo que dice la gente del interior, yo encuentro a los porteños bastante cariñosos. Otra cosa que me gusta mucho es la luz de la ciudad, es estupenda. El color del cielo es buenísimo, porque como no hay edificios muy altos hay una luz muy especial», sumó Assoignons.
A pesar del robo, Assoignons dice que sigue manteniendo su amor por Buenos Aires: «Hago un esfuerzo para no caer en la trampa de putear o de tener algún enojo por esto que pasó. Hasta ahora el pueblo argentino me regaló muchas cosas, así que no quiero caer en esa trampa. Hago un esfuerzo para mantener la cabeza fría, porque no quiero caer en eso de odiar a la gente», finalizó…
Fuente: La Nación