A 47 años del inicio de sus almuerzos televisivos, periodistas como Luis Majul, Diego Leuco y Pablo Sirvén celebraron su valentía y su estilo incisivo
Por Julieta Rovaletti | LA NACION
Con una chaqueta de lentejuelas negras y un pantalón al tono, envuelta en un tapado de piel, con sus característicos anillos de brillantes, entró caminando Mirtha Legrand del brazo de su nieto Nacho Viale. La gente se agolpaba para verla pasar, saludarla o -con mucha suerte- sacarse una foto con ella. Estaban ahí para recordar los 47 años transcurridos desde su primer almuerzo en televisión, y también la novedad que «el periodismo decidió darle la bienvenida al club», tal como lo dijo Luis Majul, organizador de este homenaje denominado Mirtha periodista, que se realizó anteanoche en Margen del Mundo.
«Es un título que a ella no le gusta, pero Mirtha es periodista. Es inmensamente más periodista que muchos colegas a los que conozco y se siguen llamando periodistas», dijo el conductor de La cornisa. «La Chiqui» miraba atenta desde la primera fila. «Tengo saludos especiales para vos», le dijo Majul haciendo referencia a los mensajes que había recibido de parte de Marcelo Tinelli (que estaba conduciendo ShowMatch) y también de Adrián Suar («Está coordinando algo de una tira», averiguó el conductor). Mirtha, siempre atenta, corrigió: «Está con lo del Teatro Ópera». No hizo falta más para que las risas inundaran el lugar porque el conductor gritaba tentado: «¡Sabe todo! ¿Para qué le explico?».
Luego de una pequeña biografía audiovisual relatada por Jorge Lanata, Mirtha subió al escenario y los aplausos invadieron la sala, pero cuando se sacó el tapado de piel y -cual rockstar– lo tiró a su asistente que estaba en la primera fila, los gritos de los presentes hicieron vibrar las paredes. Uno de los invitados era Diego Leuco, que tomó la posta y le dedicó unas palabras a la reina de los almuerzos: «Me gustaría agregar una palabra a este homenaje, y es «también»: Mirtha también periodista, porque además de ser actriz y una conductora extraordinaria, ella es como un punto de llegada. Todos queremos llegar a la mesa de Mirtha y poder preguntar como ella lo hace», confesó.
Estaba programado que Alfredo Leuco fuera el otro moderador del homenaje, pero un viaje imprevisto cambió sus planes y el encargado de ocupar su lugar fue Pablo Sirvén. «Mirá Mirtha, me lustré los zapatos», dijo el periodista de LA NACION apenas agarró el micrófono. Entre las risas del público, Sirvén explicó que «la Chiqui» está atenta a todo: «A Chiquita no le gusta la palabra «diva» porque ella no es una diva, es una estrella. Las estrellas no duran en el espectáculo, desaparecen, dejan de brillar. En cambio, Mirtha es un enigma porque brilla desde hace décadas y siempre con la misma intensidad», explicó Sirvén.
En lo que ambos comunicadores coincidieron es que la conductora tiene carta blanca para interrogar. Hace esas preguntas que ningún periodista se anima a hacer por miedo a que el entrevistado reaccione mal. Ella las hace con la excusa de que «la gente quiere saber». Nadie se niega a responderle a «la Chiqui». Incluso ella misma confesó que le gusta ser más incisiva y hacer sentir un poquito incómodos a sus invitados porque le aburren las preguntas light. «Pregunta de una manera muy particular: a veces es con suavidad, otras con sierra eléctrica, pero nunca se queda con la pregunta», dijo Sirvén.
Entonces fue el turno de Legrand. «Hace una hora estaba en la cama, en camisón, y me levanté, me bañé, me maquillé, me vestí y me peiné, y aquí estoy», dijo Chiquita, frase que causó ovación por parte del público. Sin embargo, Majul tenía preparadas preguntas de las que la estrella de la noche no se iba a salvar. «Apurate que tengo que tomar el antibiótico», le dijo Mirtha, convaleciente de una bronquitis.
Contó que le hubiera gustado estar más presente en la vida de sus hijos y que no se volvería a casar jamás porque del ridículo no se vuelve. «¿Despertarme con la cara de un hombre al lado que no fuera mi marido? No, ni loca», agregó, entre risas.
Al hablar de temas complicados, como de las políticas del actual Gobierno, no esquivó las definiciones. Legrand explicó que coincide con Adrián Suar en que la Presidenta es una gran actriz, aunque ella le agregaría el calificativo de frustrada. «Conoce los silencios, las cámaras, sabe cuándo tiene que sonreír. Le gustan los artistas… que están a favor del kirchnerismo», confesó, sin titubeos.
Majul le preguntó qué haría si Máximo Kirchner le pidiera ir a su mesa. «¿Vos sabés con quién estás hablando? ¿Te pensás que yo soy tonta y voy a rechazar esa sugerencia? Son 40 puntos de rating, querido, no se desaprovecha eso, y además le diría muchas cosas que quiero y que, de otra manera, no puedo decirle. Lo que sí sé es que él no vendría», contestó. Agregó -con un tono de tristeza-: «A la Presidenta le preguntaría si es una mujer feliz. Yo creo que no lo es por su ambición desmedida, que la hace tener actitudes injustas que nos hacen daño a los argentinos».
Después de esos momentos fuertes, «la Chiqui» agradeció al público y finalizó el homenaje aplaudiéndose a sí misma: «Yo pensé que hoy no iba a decir ni una palabra y miren todo lo que dije. La verdad, me felicito por haber venido»..