Grecia quedó a horas de entrar en default y tiene un pie fuera del euro

Europa le negó ayer a Grecia un pedido de extensión de su programa de rescate y empezó a blindarse ante un irreversible default griego y su probable salida del euro. Grecia había presentado el pedido de prórroga del rescate, pero el viernes a la noche el gobierno griego anunció en forma inesperada un referendo sobre el plan de ajuste que le exigen sus acreedores europeos.

La jugada del premier Alexis Tsipras y su partido de izquierda radical Syriza cayó como una bomba en las capitales europeas, más aún por el tono confrontativo con que lo presentó el gobernante griego. Ayer, el Eurogrupo —formado por los ministros de Finanzas de la zona euro de 19 países— se quedó con 18 integrantes: el griego Yanis Varoufakis dejó la sala de reuniones luego de que el pedido de Atenas fue rechazado. Grecia está de esta forma con un pie fuera del euro, y también de Europa. El pánico se apropió definitivamente de los ahorristas griegos apenas Tsipras hizo su anuncio, anque la corrida ya venía hace semanas. Ayer, aún con los bancos cerrados, los griegos colmaban los cajeros automáticos para retirar su dinero (ver aparte).

«El programa de ayuda expirará el martes por la noche», anunció el presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, luego de la reunión de ministros que duró más de tres horas. Fue la quinta cumbre del Eurogrupo por Grecia en menos de diez días. Esta negativa fue la respuesta de los otros 18 ministros de Finanzas de la zona euro a su colega griego. Varoufakis había pedido que se extendiera el programa, que vence este martes, por unos días o semanas para poder celebrar en condiciones normales el referendo anunciado el viernes en Atenas por Tsipras para el próximo domingo. Alli los griegos deberán aceptar o rechazar la última oferta presentada por la «troika» de acreedores a Grecia. El gobierno griego pretendía que a la vez la Eurozona y la UE le postergaran suplan de préstamos de emergencia, por el que ha recibido casi 240.000 millones de euros. Esto ocurrirá justo el martes, cuando Atenas debe pagar al Fondo Monetario Internacional un vencimiento de 1.600 millones de euros. De no hacerlo, como se prevé, colocaría al país en default.

Los acreedores —la UE y el FMI— proponían prolongar cinco meses el actual plan de rescate, prestando a Grecia 15.500 millones de euros extra (12.000 millones del lado europeo y 3.500 millones del FMI) a cambio del cumplimientoo de una serie de reformas y ajustes. Esta última oferta se hizo el viernes. Pero el gobierno griego rechazó la oferta, estimando que el plazo de extensión y la financiación ofrecidos era muy cortos. Y añadió que las condiciones exigidas en materia fiscal y de jubilaciones eran «recesivas y socialmente destructivas».

«Desgraciadamente, a pesar de los esfuerzos a todos los niveles y del apoyo pleno y total del Eurogrupo, esta propuesta fue rechazada por las autoridades griegas, que rompieron las negociaciones unilateralmente», acusó en un comunicado el Eurogrupo. Los ministros de la zona euro se reunieron inmediatamente después de la conferencia de prensa, ya sin el colega de Grecia, para evaluar las «consecuencias y preparar lo que sea necesario para garantizar la estabilidad de la zona euro». En esta oración, el sujeto era tácito ( «el default de Grecia»), pero todos se dieron cuenta. Este rechazo del Eurogrupo a la extensión del programa «dañará seguramente la credibilidad del Eurogrupo como unión democrática de Estados miembros, me temo que el daño será permanente», dijo Varoufakis. «Nosotros esperamos que de aquí al martes haya un acuerdo. Y en ese momento, le diremos al pueblo griego que vote sí» en el referendo, explicó. Varoufakis rechazó además que el referendo se convierta en un plebiscito a favor o en contra de seguir en la Eurozona, citadno al respecto los tratados europeos. Pero la verdad material es diferente. Y el tono confrontativo que usó Tsipras la noche del viernes para presentar el referendo fue inequívoca en favor de un «no».

Desde Atenas, Alexis Tsipras se entrevistó por teléfono con la canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés François Hollande. El ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, estimó en Bruselas que «el destino» de Grecia está «en la zona euro», pero reconoció que la salida de este país de la moneda única puede ser «una consecuencia» del referéndum anunciado para el 5 de julio.

Los bancos, al borde del «corralito»

Ante una salida del euro en puerta y el fin de la financiación de la «troika» como un hecho, se presenta la alternativa de un «plan B» europeo para amortiguar el impacto del default de Grecia y de un colapso de su sistema financiero.

El sistema bancario ya está con el respirador artificial del Banco Central Europeo hace semanas. Un primer paso podría ser la implantación de un control de capitales (un «corralito») de la banca griega para evitar la fuga de depósitos. Ayer en Atenas y otras ciudades la gente hacía fila ante los cajeros automáticos para sacar sus fondos.

Se cree que el impacto en los mercados financieros obligaría al BCE a intervenir y ofrecer liquidez, cosa que ha viene haciendo.

Por esto, todos quedan pendientes de Mario Draghi, el presidente del BCE. Debe decidir si renueva las líneas de emergencia de liquidez que viene dando a la banca griega. Si la institución monetaria corta el auxilio, el sector financiero griego colapsará. Ayer se limitó a enviar un brevísimo comunicado, en el que afirma que «el consejo de gobierno del BCE celebrará una reunión a su debido tiempo para debatir la situación» y que «está vigilando muy de cerca los acontecimientos». Fuentes comunitarias apuntaban que esa reunión se celebrará «antes de que abran los mercados el lunes».

Una debacle bancaria sería el principal detonante de la siguiente fase hacia el «Grexit», como se apoda la salida de Grecia. La caída de la banca griega forzaría el control de capitales (el corralito), y el gobierno se quedaría sin euros. Llegaría un momento en que Atenas tendría que decidir si emitir una moneda paralela para pagar sueldos públicos y jubilaciones.

El BCE está en una disyuntiva difícil. Si mantiene a los bancos griegos con el respirador artificail, el BCE violaría sus propias reglas. Y Mario Draghi ha dicho repetidamente que es «una institución basada en sus reglas». «La salida o no de Grecia de la zona euro ahora depende del BCE. Qué enorme responsabilidad para alguien no electo», comentó ayer en Twitter el economista Paul de Grauwe, de la Universidad de Lovaina (Bélgica).

Ayer, en el centro de Atenas, podían verse grupos de decenas de personas haciendo cola frente a los cajeros automáticos.En la segunda mayor ciudad de Grecia, Tesalónica, algunos bancos se quedaron sin dinero, según constató la agencia AFP, y en una sucursal del Banco Nacional había una cola de 50 personas. «Hay mucho miedo sobre lo que va a pasar», dijo Nikos, un empleado de 52 años de una empresa privada. La corrida bancaria comenzó empero hace semanas. El lunes se verá si hay o no «corralito».

Fuente: Diario Hoy