Dos argentinos realizan una travesía en honor a la obra de Patrick Leigh Fermor, el reconocido escritor de viajes que recorrió el mismo camino en 1933; es la cuarta vez que eligen un libro como guía
«Deja tus moradas y busca costas extranjeras, oh joven: para ti nace un nuevo y más grande orden de las cosas. No sucumbas ante la desgracia: te ha de renovar el Danubio extremo, el bóreas helado, los tranquilos reinos del Egipto que ven al sol levantarse y descender. Y así, el que desembarca en lejanas playas llegará a ser el hombre más grande».
Con este poema del escritor y político romano Petronio, titulado Exhortación a Ulises, la madre de uno de los escritores de viajes más reconocidos, Patrick Leigh Fermor, despidió a su hijo en su primera travesía. La dedicatoria, escrita en un volumen de las odas de Horacio, acompañó a Leigh Fermor hasta Holanda, y de allí hasta Constantinopla, hoy Estambul, Turquía.
Así comenzaba la travesía del reconocido aventurero británico y escritor, cuyos libros (El tiempo de los regalos; Entre los bosques y el agua, por nombrar algunos), inspiran hoy el viaje de dos argentinos que emulan sus pasos viajando de Holanda a Turquía, a pie, y sólo con la ayuda de la hospitalidad europea.
José María Palandri y Enrique Martín Varela, un par de rosarinos de 46 años y amigos de toda la vida, decidieron dejarlo todo -al menos por un tiempo-, para embarcarse en la aventura que llevó a Leigh Fermor a hacer de su vida su obra, esa que le permitió convertirse en uno de los escritores de viajes más reconocidos del siglo XX.
‘Caminamos alrededor de 25 kilómetros por día y, al llegar la tarde, comienza la incertidumbre diaria: buscar dónde dormir’, comenta Palandri
En diálogo con LA NACION, Palandri y Varela compartieron las experiencias de sus viajes anteriores, que tuvieron siempre el apoyo de sus esposas e hijos. Viajes que tardan alrededor de tres años en planificar y que están inspirados en libros: «Los de la calle Corrientes nos inspira. Cada tanto vamos a Buenos Aires y por no más de 30 pesos encontramos tesoros».
Son esos tesoros los que los impulsaron a recorrer el mundo. Cuatro libros fueron suficientes para llevarlos a la Patagonia, a recorrer el río Támesis en un bote del siglo XIX y transitar el trayecto Rusia-Mongolia-China en tren.
«Al primer viaje lo hicimos en 2007, inspirados en el libro En Patagonia, de Bruce Chatwin. Al segundo, por la mejor parte de Inglaterra, el Támesis, se inspiró en el libro Tres hombres en un bote, de Jerome K. Jerome. Nos costó conseguir el bote del siglo XIX, porque el hombre que nos lo alquiló lo alquila a productoras de películas como Harry Potter y Shakespeare enamorado. Tuvimos que dejarle una garantía», recuerdan. «El viaje en tren por Rusia y China lo hicimos por el libro En el gallo de hierro, de Paul Theroux».
Y ahora, tras su muerte en 2011, Patrick Leigh Fermor es homenajeado por los argentinos siguiendo su obra. Con una larga planificación, los rosarinos partieron a finales de mayo. «Llegamos a Inglaterra y allí nos preparamos», dice Palandri, profesor de Física, que renunció a su trabajo de 25 años como vice-director de un colegio privado de Rosario para realizar el viaje.
«A partir del kilómetro cero caminamos alrededor de 25 kilómetros por día y al caer la tarde comienza la incertidumbre diaria: buscar dónde dormir. Sin embargo, el esfuerzo diario se compensa con la hospitalidad espontánea que resulta increíble, y nos recuerda a los peregrinos de otros siglos», cuenta el viajero.
Y reflexiona: «Las mejores cosas de la vida son gratis: caminar, comer, besar y recibir hospitalidad. Gastamos alrededor de 50 euros semanales, y a cambio de la hospitalidad recibida nosotros colaboramos y trabajamos en algunas granjas, o lo que el anfitrión necesite».
Haciendo uso de las herramientas tecnológicas, José María y Enrique buscan de antemano hospedaje mediante redes para viajeros como couchsurfing.»Lo curioso es que hay noches en las que dormimos en el medio de un bosque…¡y la siguiente en una mansión en medio del campo!», dicen los rosarinos.
Lo curioso es que hay noches en las que dormimos en el medio de un bosque…¡y la siguiente en una mansión en medio del campo!
Desde su blog, los viajeros intentan contar las experiencias vividas en cada parada: cuánto recorrieron, quién los recibió, los intercambios culturales, las comidas, las bebidas y las actividades que realizan en agradecimiento a sus anfitriones. «Escribimos desde nuestros teléfonos porque llevamos mucho peso para cargar con una netbook», cuentan.
Desde el 5 de junio hasta hoy los rosarinos recorrieron más de 400 kilómetros y siguen sumando. Partieron desde el condado de Surrey, en el sur este británico, y ya pasaron por Rotterdam, Schoonhoven (Holanda). Se hospedaron en granjas y casas flotantes. Nunca se olvidan de agradecer en su blog a quienes les brindan una mano y se aseguran siempre de tomarse una foto para recordarlos.
Ya cruzaron la frontera con Alemania y pasaron por Rindern, Xanden, durmieron en el bosque en Rheinberg, llegaron a Düsseldorf, Köln (Colonia) y pasaron Bonn, la ciudad natal del compositor Ludwig van Beethoven.
El camino que le depara a este par de argentinos es aún incierto y está lleno de sorpresas. Quizás algún día sus memorias se transformen en su propio libro, quizás en alguno que también inspire a otros viajeros..
Fuente: LA Nación