Miami— Con un mensaje bilingüe y destacando su nombre propio, más que su apellido, el ex gobernador de Florida, Jeb Bush, ingresó oficialmente a la competencia por la nominación presidencial republicana para las elecciones del 2016.
Bush, de 62 años y casado con Columba Bush, originaria de Guanajuato, develó formalmente el logotipo de su campaña “Jeb! 2016”, donde no aparece su apellido, que marca a una de las principales dinastías políticas de Estados Unidos.
Bush abandonó su discurso oficial para ofrecer una reforma migratoria si llega a la Casa Blanca en 2016 y cuestionó que otros sólo busquen cambios a través de órdenes ejecutivas.
“El próximo presidente de los Estados Unidos pasará una reforma migratoria, no por orden ejecutiva”, proclamó Bush ante cientos de simpatizantes, muchos de ellos hispanos, que abarrotaron un auditorio del plantel Kendall del Miami-Dade Community College, en el corazón del exilio cubano-estadounidense.
La reforma migratoria no estaba incluida en el discurso oficial distribuido por la campaña presidencial. Pero la mención del tema detonó una ovación de pie de la concurrencia, quien de inmediato coreó “¡Queremos a Jeb! ¡Queremos a Jeb!”.
En su mensaje, Bush acusó a los demócratas de ser responsables de la más lenta recuperación económica de la historia, así como de aumentar la deuda y los impuestos. “Estados Unidos se merece algo mejor”, proclamó.
Bush prometió hacer que Washington deje de representar un obstáculo para un gobierno efectivo y la prosperidad económica y declarando que “Estados Unidos merece algo mejor”.
“Soy candidato a presidente de Estados Unidos”, dijo ante la multitud que lo vitoreaba al lanzar su candidatura en el Miami Dade College.
Bush, cuyas dos gestiones como gobernador de Florida estuvieron marcadas por la privatización de servicios tradicionalmente estatales, prometió “sacar a Washington del oficio de causar problemas” en “la campaña que hoy comienza”.
Bush recordó sus propios antecedentes de cambio ambicioso y conservador como mandatario estatal de Florida. “Sé que puedo corregir esto”, dijo Bush. “Porque lo he hecho”.
Bush está confirmando su ambición de llegar a la Casa Blanca casi 27 años después de que su padre fuera electo presidente, forjando una dinastía política que lanzaría a un hijo a la Gubernatura y a otro a la Casa Blanca.
Pero Bush entra a una contienda presidencial –poco dócil en número, inflexible en ritmo y voraz en costo– que no se parece a ninguna que hayan enfrentado su padre, George Bush, quien en 1988 ganó el cargo, o su hermano, George W. Bush.
Durante su discurso, Jeb Bush se presentó como contrapunto de un Partido Republicano que ha tenido dificultades para conectarse con los electores pertenecientes a las minorías, lo cual le ha costado las últimas dos elecciones presidenciales. (Times News Service/Agencias)