Las vinculaciones con el glifosato

Revisiones científicas advierten sobre el mayor riesgo de los tomadores de mate, pero, de la misma manera, subrayan las limitaciones de las investigaciones.

 

Cuando el 22 de marzo pasado la OMS reclasificó al glifosato –el herbicida de mayor volumen de producción en el mundo y clave en la Argentina por su rol en la siembra de cultivos modificados genéticamente– como probable cancerígeno para los seres humanos, la empresa Monsanto emitió un comunicado en el que manifestó su desacuerdo con la decisión. Para desestimar su importancia, también destacó que entre las sustancias que la OMS incluye en esa categoría se halla el mate caliente.

Después, desde el sector vinculado a la agroproducción hubo declaraciones periodísticas en las que se afirmó que “el mate”, a secas, era tan cancerígeno como el glifosato, según la OMS.

Esas afirmaciones –una con fundamento, la otra no– causaron sorpresa y también preocupación en la Argentina, donde cebar mate es un ritual celebrado casi sin excepción en cada familia.

Sin embargo, a pesar de que la gente en general desconociera la clasificación de la OMS, la información dista de ser nueva y, por el contrario, es debidamente conocida por los profesionales entre cuyas incumbencias se encuentra detectar tumores o lesiones precancerosas del tracto digestivo superior, como los oncólogos y odontólogos. De hecho, lo tienen en cuenta como un factor de riesgo, tal como surge de las consultas realizadas a profesionales locales.