Los industriales entregan su programa a los presidenciables. Los detalles del documento de 30 páginas en el que dan su diagnóstico y sus recetas
Avenida de Mayo 1147. Las escalinatas de la Unión Industrial Argentina son el marco perfecto para recibir a los presidenciables. Por allí pasaron Ernesto Sanz con sus casi dos horas de encuentro y Daniel Scioli con sus expeditivos 55 minutos. La agenda marca a Sergio Massa este martes y a Mauricio Macri el próximo como los futuros visitantes; se agregarán Margarita Stolbizer, Florencio Randazzo y Elisa Carrió entre los convidados. De allí, además de las preguntas respecto de la gestión futura, los disputantes del Poder Ejecutivo se llevan un programa del que poco se conoce hasta ahora.
En un documento de 30 páginas la UIA consensuó su propia receta para mejorar la competitividad industrial. LA NACION tuvo acceso exclusivo no sólo al diagnóstico que hacen los hombres del sector, sino también a lo que piden de cara al futuro. A continuación los puntos centrales.
La situación del sector tiene dos ejes temporales de referencia. Una primera etapa a la que denominan de reindustrialización y crecimiento que es la de 2002 a 2011 y una segunda en la que se refieren al estancamiento. Los números son elocuentes: la evolución del producto bruto per cápita muestra que la Argentina recién recuperó en 2011 los niveles de 1974 a pesar de los crecimientos a tasas chinas, según los datos en base a información de la Fundación Norte y Sur, el Indec y relevamientos propios. En igual período la situación es casi inédita porque la mayoría de los países amplió su capacidad industrial, según marca el relevamiento de Naciones Unidas, OCDE y Trading Economics. Las tres etapas que marcan para el sector son casi equivalentes a períodos presidenciales: 2003 a 2007 al que definen como un período de recuperación y empleo; 2008 a 2011 en el que la crisis internacional produjo una caída y posterior mejora local, y de 2012 a la actualidad, en el que se pasó de la sintonía fina al estancamiento productivo.
El dato se refleja tanto en la actividad como en la cantidad de empleados del sector. El pico más alto de cantidad de empresas en la industria manufacturera se dio en 2008 con 60.138 firmas, versus los últimos datos de 2013 en los que el cierre dio 59.231 compañías. Las razones que esgrimen son principalmente tres: mercado interno menos dinámico por la falta de divisas, el estancamiento del empleo privado y el poder adquisitivo y por la reducción de la inversión. También la caída en la rentabilidad con costos que se incrementaron por encima de la inflación y regulaciones y medidas que atentaron -según la visión de los industriales- contra su competitividad, y también la presión impositiva record. En lo específico de la política industrial se produjo una necesidad de mayor coordinación en áreas orientadas a la producción y una política comercial externa atada a la escasez de divisas. El manual para los presidenciables incluye también una explicación técnica sobre cómo se forma la competitividad y en la que se intenta escapar de la idea de tipo de cambio como único factor. Se agregan las tasas de interés, el financiamiento y capital de trabajo, el sistema tributario y las compensaciones, el índice de costos industriales, los insumos, los bienes de capital, la energía, logística y transporte y los salarios. La conclusión del relevamiento marca que la suba de costos impactó en una caída del margen unitario que ya no se compensa por volumen ni escala.
La UIA se mete también en un tema políticamente complejo como es el de los sueldos. Se asegura que la Argentina está viviendo el dilema de los salarios medios, por el lugar que ocupa en la franja salarial global. Para los dirigentes se requiere una mejor política industrial para competir por factores y no por precio, sin que se pierda poder adquisitivo.
Un cuadro comparativo muestra que los costos laborales manufacturero en dólares de Alemania (US$ 45,79), de Canadá (US$ 36,59) y de Estados Unidos (US$ 35,67) lideran el ranking, mientras que en el medio de la tabla se encuentran la Argentina (US$ 18,87), Portugal (US$ 12,1) y Brasil (US$ 11,2). La presión tributaria es otro de los puntos que se llevan los presidenciables, con el récord actual de 32,9% sólo computando Nación y provincias. De ese diagnóstico desprenden seis ejes rectores para el futuro. Por un lado, una macro coordinada, con enfoque hacia la producción y el desarrollo; por el otro, eliminar los puntos de pérdida de competitividad micro y hacer la administración de comercio más eficiente y sofisticada dentro de las normas de la Organización Mundial de Comercio. Piden negociaciones internacionales inteligentes y planes de desarrollo industrial más potentes.
Los ejes también se consignan según el tiempo que demandan para implementarlos. En lo macro juegan con el tipo de cambio, precios y salarios, además de la administración de comercio y subsidios y financiamiento externo. Entre las medidas de rápida implementación sostienen que fomentar la inversión, el empleo y las exportaciones y mejorar la competitividad tiene bajo costo fiscal y rápida implementación; también que hay que revisar la energía, el transporte y las compras públicas apuntando a un mediano plazo con una reforma tributaria y políticas sectoriales específicas.
Desde su lado del mostrador afirman que el fortalecimiento del dólar y la depreciación del real generan un atajo importador y una pérdida de competitividad, aunque se cuidan de no dejar por escrito una vocación de devaluar el peso.
El plan UIA propone también 19 medidas concretas entre las que se destacan reimplantar el ajuste por inflación en forma gradual, agilizar pagos y autorizaciones para importaciones, renovar los créditos para inversión productiva del Central. También en el empleo buscan tomar el pago de contribuciones patronales como crédito fiscal para industrias con alto valor agregado y en las exportaciones establecer un esquema de devolución automática de los reintegros y saldos del IVA. Derogar la ley de abastecimiento es otro pedido al igual que garantizar la provisión de gas y energía a la industria y diversificar la matriz energética primaria.
En el terreno de las compras públicas buscan revisar los acuerdos internacionales y utilizar los grandes proyectos de infraestructura con financiamiento externo para desarrollar la industria nacional. Ingresos Brutos, impuesto al cheque y el no ajuste por inflación son algunos de los reclamos que invitan a la reforma tributaria.
También se habla de trabajar articuladamente entre los distintos protagonistas de la administración pública. Por último, y aclaran que no por ello menos importante, proponen mantener y profundizar el trabajo del Ministerio de Ciencia, el Conicet, Invap, Conae y las leyes de software, biocombustibles y vitivinicultura, a los que claro está planean sumar más sectores, preferentemente industriales.
Mientras tanto, los principales dirigentes se conforman con una nueva cita agendada en Avenida de Mayo. Todo sea por «evangelizar industrialmente» al futuro mandatario.
Fuente:La Nacion