Son las dos caras de la gastronomía porteña. Una pone el acento en el ambiente familiar, la “honestidad” y la abundancia. La otra, en la calidad y “la experiencia”. Y esta semana se Baten a duelo.
Ñoquis con crema infusionada versus ñoquis de albóndiga. Cheesecake y pan de especias versus queso y dulce. Menú de ocho pasos con armonía de vinos versus plato principal, postre y bajativo. En Argentina siempre hay dos posturas enfrentadas en todo: fútbol, política y, también, en la mesa. Porque nada se ve más incompatible que un restaurant gourmet y un bodegón. Y un nuevo desafío gastronómico los tendrá como rivales.
Se trata del primer Superclásico del comer. En él, se enfrentarán dos equipos: las Comando Gourmand versus los Antigourmet. Cada grupo hará de local, elegirá un menú e invitará a su contrincante a cenar. Ellas serán anfitrionas en Astor, un coqueto espacio en el corazón de Belgrano. Ellos, en Mamma Silvia, un bodegón de Boedo con porciones enormes y tinto de la casa. El cierre, en terreno neutral: La Flor de Barracas, capitaneada por Carlos Cantini, creador del blog Café Contado y árbitro del encuentro, en el que los equipos deberán enfrentarse a un desafío hecho de preguntas, pruebas y una empanada de huevo que es “una bomba”, anuncia el anfitrión del desempate.
Se trata de un duelo no sólo de cocinas, sino de conceptos, filosofías, experiencias. Para muestra, vale una anécdota: “Hace un año, fui a comer a una pizzería y la moza quiso que ‘maridáramos’ las dos partes de la pizza y que la combináramos con una cerveza en particular. Cuando vino la cuenta, era un fangote de guita. El lugar era tipo gourmet, de moza con boina y tan producido, que me volví re contra indignado”, cuenta un representante de (¿hace falta aclararlo?) el equipo Antigourmet, Matías Pierrad.
Para él y su troupe, la comida debe ser “honesta”: “Que no tengas que preguntar qué es cada cosa que te traen. Todo el mundo sabe lo que es una milanesa a la napolitana”, explica Pierrad. Una buena relación entre precio y calidad y un plato cargado de detalles familiares (además de calorías y cremas) completan su ideal de buena cocina, que encuentra en bodegones, cantinas y clubes su lugar por excelencia.
Las Gourmand están en las antípodas: para este equipo multinacional (formado por tres argentinas, tres estadounidenses, una australiana y una inglesa), lo principal es “la experiencia”: “poner en valor el producto, trabajar más con el productor y contar en un plato una historia en un registro particular, que revele el origen de lo que se come”, explica Daniela Dini, una de sus integrantes. O, como analiza Cantini, “una lectura más académica de la cocina, que ve la comida como un hecho artístico”.
Otro punto en que ambos equipos se diferencian es en sus orígenes: las Gourmand son críticas, periodistas o sommeliers. Los Antigourmet, en cambio, no son especialistas: simplemente todos los miércoles, después de jugar al básquet, cenan en un bodegón y suben la reseña a su blog antigourmet.com.ar.
Sin embargo, la idea de este Superclásico también es desmitificar y, a través del humor, dejar en claro que alta cocina no significa platos diminutos, ni la gastronomía más “tradicional” carece de buen gusto. “No por ser gourmet nos quedamos con hambre, nos encanta comer”, resalta Dini. Del otro lado, ellos aclaran: “Nos gusta la calidad. Y, además, encontrarnos con los mozos y sus historias”.
Porque, en definitiva, “ambas cocinas forman parte de la gastronomía argentina y porteña. La idea es simplemente ponerlas en valor y hacerlas jugar un poco”, resume Cantini.