Ahora los vecinos de La Boca temen por los trapitos del clásico

Sostienen que los cuidacoches llegan hasta Constitución y que cobran desde $50. Denuncian insultos y amenazas.

La seguidilla de Superclásicos reavivó la polémica por los trapitos. El jueves pasado, los estudiantes de Ciudad Universitaria se quedaron sin clases por el partido en el estadio Monumental, pese a las medidas de seguridad que había tomado la Universidad de Buenos Aires. También hubo quejas en otros sectores de Núñez por el accionar de los barras “disfrazados” de cuidacoches. Esta semana el debate se muda hacia La Boca y Barracas, donde los vecinos ya están en alerta.

Si bien es verdad que el domingo 3 de mayo se jugó el primer clásico en La Boca, esta vez los vecinos temen más complicaciones por tratarse de un día hábil. “Esta situación no es nueva. En cualquier partido aparecen los trapitos por todos lados, incluso llegan a pocas cuadras de la estación Constitución”, describe Tomás, un joven que vive cerca del Parque Lezama. Dice que cobran desde $50 por un lugar.

Para Agustín, otro vecino de la zona, que el partido esté previsto para las 21 no es un atenuante. Al contrario. “Seguramente después del mediodía van a copar las calles. Y como es un partido de mucha convocatoria, se van a expandir a más cuadras. Ya estamos cansados de que nos amenacen y nos aprieten”.

Por este motivo, legisladores del PRO anunciaron que presentarán un proyecto de ley para prohibir a los trapitos sólo en los estadios y grandes predios, luego de que fracasara cuatro veces la iniciativa para erradicar por completo la actividad. “Necesitamos que todos los sectores políticos tomen conciencia de que los mal llamados trapitos no son otra cosa que la cara visible de organizaciones mafiosas que lucran con la necesidad y el miedo, mediante herramientas extorsivas difíciles de probar”, sostuvo el legislador Roberto Quattromano (PRO). Y agregó: “Estas mafias ya no sólo aprovechan grandes eventos como recitales o partidos de fútbol sino que ahora invaden la cotidianidad de las familias”.

Fuente: La Razón